sábado, 29 de septiembre de 2012

Desafío total

 

Desafío total (Total recall)
(1990)
Director: Paul Verhoeven
Guión    : Ronald Shusett, Dan O’Bannon, Jon Povill, Gary Goldman 

Arnold Schwarzenegger
Ronny Cox
Michael Ironside
Rachel Ticotin
Sharon Stone
Marsha Bell
 
 
 

 


Un empleado de la construcción acude a un centro para sonar una fantasía donde es un agente secreto…

“¡Tú no eres nada! ¡No eres nadie! ¡Eres un estúpido sueño!”

Desafío total es lo que podemos considerar un clásico moderno dentro del cine de ciencia ficción. También, desde cierta perspectiva, es una de las últimas películas de su especie (decir que es la última quizás sea un poco exagerado) Y es que esta cinta es previa al, a veces, abusivo uso del ordenador que predomina en muchas de las pelis del género de hoy día. Por eso, lo que se ve aquí, en su gran mayoría, estuvo hecho con materiales reales que se podían ver, tocar, ensamblar y, en definitiva, permitían construir cosas con ellos.

La cinta está basada en un relato corto de Phillip K. Dick, We can remember it for you wholesale . No lo he leído pero buen material tuvieron que ver para lanzarse con todo un largometraje. Muy bien, allá vamos…

Para empezar, la película no se anda con muchas florituras. Por eso, conocemos al protagonista, Douglas Quaid, desde la primera escena, bien sea a través de un sueño o despertando en la cruda realidad. Muy bien porque en una peli de Arnold, lo que uno menos espera son rodeos innecesarios. Acto seguido, la rapidez continúa ya que, en seguida, oímos a través de las noticas que Marte está cuajado de problemas. Y es aquí cuando, también, escuchamos una serie de nombres clave: Quato, Cohaagen y las minas de turbinio. De este modo, desde ya, gran parte de la trama está servida.

Seguimos porque, a los nueve minutos de metraje, escuchamos el término Memory Call. El amigo Quaid se decide por aceptar que jueguen con su mente.  De todos los programas que puede coger (o ego-tours), se decanta por uno bien movidito: agente secreto. Pues bien, ya con esto, el resto de la trama viene en bandeja de plata.

A partir de aquí, la película sigue el mismo patrón de las de aventuras de toda la vida: surge un problema, un héroe pasa por varios obstáculos y los malos malísimos tratan de liquidarlo. Lo bueno es que todo ello está guiado por el tema de la ciencia ficción (no olvidemos que la trama sucede en Marte y hay extraterrestres y mutantes incluidos) pero también está atado con el envoltorio de las historias de agentes secretos de toda la vida. Por eso, Quaid/Hauser es uno de ellos, Cohaagen una especie de magnate mafioso y Richter asume el papel del sicario sanguinario (y, depende de cómo lo enfoquemos, ciertamente inútil) Lo adornamos con un par de caras guapas (Melina o Lori) y el producto está listo. Lo de siempre pero con el tono fantástico de rigor.
 
 

Si bien, como acabo de mencionar, el toque fantasioso está asegurado, sí me gustaría destacar que, al menos para mí, la película es, por encima de todo, una de acción de las de toda la vida. Si prestamos atención de manera más calmada, creo que se puede decir que el equilibrio entre fantasía y golpes y sus derivados está pero que muy bien llevado, no dejando que el primero desborde al segundo. Por eso, la acción está muy bien dosificada. Desde que el amigo Arnold tiene su primer encontronazo con los compañeros de trabajo, el momento puñetazo/patada está servido. Y quien dice compañeros de trabajo puede decir liarse a golpes con la mujercita o, lo que es mejor, con Richter. Y es que, desde que este aparece en escena, sabemos que a lo largo del metraje, cada vez que se encuentren, van a saltar chispas.

Pero, con peleas incluidas, esta película tiene un toque fantástico evidente. Por eso, hay que hacer referencia a los efectos especiales. Como dije antes, siempre he pensado que esta cinta tiene el encanto de la época. Es cierto que incluye unos cuantos momentos más que destacables, como los detallitos en forma de tele enorme adosada a la pared, el detector de armas o el uso de las maquetas para mostrar el rojo mundo de Marte pero, en general, quizás se haya quedado un tanto anticuada. ¿Quiere esto decir que los efectos son malos? Claro que no. Lo que pasa es que, algunos, se notan (y aquí me refiero a las maquetas de Marte). Sobre todo, las escenas en la que se utilizaron robots animatrónicos para simular a los seres humanos, como los momentos en los que el personal está a punto de estallar en la superficie marciana y se le salen ojos y lenguas, el momento detector a través de la nariz o la señora alta que resulta ser Quaid. Repito: nada de malos efectos, pero sí se notan. Y, por supuesto, mención especial debo hacer a la aparición estelar (y especial) del mutante Quato. Está claro que es un muñeco pero, hay que admitirlo, ¡qué muñeco tan bien hecho!



Quato. Mutante feo pero bueno

Y, para muestra, un buen botón:



Otra cosa que me gustaría destacar de la película es el ambiente futurista que exhibe y el modo que tiene de reflejarlo. Todo lo que se ve está basado en la realidad: los metros son fácilmente reconocibles y lo mismo les ocurre a las oficinas, los bares, los apartamentos o los despachos. También lo podemos ver en la la ropa de los personajes; no hay nada cantoso ni llamativo pero sí se advierte en algunos casos (los trajes de Cohaagen) que tratan de parecer de un tiempo que está por venir.


Sigo. Algo que me gusta mucho de esta película es su toque claramente “material” ¿Y esto qué es? Pues algo tan simple como que se nota a la legua que todo lo que vemos está construido: las calles, los coches, los bares, las oficinas… Todo está hecho a base de decorado. Hoy día, claro está, muchas cosas serían generadas en la pantalla de un ordenador (la inmensa mayoría) pero, justo por eso, el conjunto tiene un aire tradicional más que destacable.

Con respecto a la trama, si bien esta es la historia de toda la vida de buenos contra malos, debo admitir que me gusta porque se las apaña para mantener el interés del espectador a fuerza de algo tan “simple” como dar los giros apropiados a la trama en el momento justo. Por eso, sabemos que el tal Hauser no tiene por qué ser de los buenos y que Quato no tiene por qué ser de los malos. Dicho de otro modo: la historia avanza y se enriquece con situaciones y personajes hasta tal punto que entre unas cosas y otras, uno no sabe si Arnold sueña o no. Y eso, al menos para mí, da muchos puntos a la cinta (atentos a la escena en la que intentan hacerle regresar con una píldora)


Los actores me gustan, me parecen bien metidos en sus personajes. Cada uno en su justa medida, claro. Pero no nos engañemos: esta película es por y para el lucimiento de Schwarzenegger en un momento de su carrera en el que estaba en plena cresta de la ola. Arnold, dentro de sus (algunos dirían escasas. Yo no voy a moverme por ahí) posibilidades, nos da un personaje que empieza siendo una cosa (obrero) y termina siendo otra (agente secreto. Ahí es nada) Por supuesto, el amigo se mueve como pez en el agua repartiendo leña, tiros, dando saltos o sacándose un detector por la nariz, además de poner unas caras tremendas cuando recibe (que lo hace, conste. Fijaos cuando Lori le patea sus partes) El resto del elenco le arropa en mayor o menor medida. Debo destacar, por supuesto, a Michael Ironside, que, como Richter, se perfila como el esbirro perfecto. Sus caras de duro y frustrado no tienen precio y es el perfecto súbdito bestia, duro e inútil (no olvidemos que, durante toda la peli, no hace más que fallar cual Pierre Nodoyuna) del malo malísimo Cohaagen, interpretado con bastante solvencia por Ronnie Cox. Entre ambos, hay una relación jefe/lacayo inútil que siempre me ha gustado y que me parece muy de dibujo animado (“¡No pienses! ¡Obedece!”) Sharon Stone, por su parte, hace lo que puede para lo poco que sale: ir de rubia mortal. Rachel Ticotin hace más de lo mismo desplegando acción, dureza y pelo moreno como Melina, la amante de Hauser (a la que no recuerda mucho).
Cox/Cohaagen. Malo con ganas.
 



Ironside/Ritchter. Súbdito que no atina.
 


Desafío Total fue todo un éxito en su momento y, con el paso del tiempo, se ha convertido en todo un clásico moderno, como dije antes. Puede que hoy día haya películas muchos más espectaculares desde el punto de vista de la puesta en escena pero, para este vigilante del cielo, esta tiene un encanto especial que hace que, siempre que la veo, la siga disfrutando. A fin de cuentas, las aventuras de Quaid y compañía tienen como objetivo principal entretener al espectador y creo que, desde luego, es algo que logra con creces.

Por cierto, ¿qué pensáis? ¿Es todo real… o un sueño?

Como curiosidad, os dejo unas cuantas perlas en forma de frases que eran la marca de fábrica de muchas de las pelis de la época:

 “Considérate divorciada”, le dice Arnold a su mujercita… después de volarle la cabeza.
“Es un gran jode-mentes”. Otra perla del forzudo al malo, Cohaagen. Y se lo dice todo duro, que para algo es Arnold.
“Le romperé los huevos” Este es el plan de melina para con Hauser… después de que le hagan un lavado mental.
“Dentro de 5 min te importará una mierda la gente” Motivación exquisita que le suelta Cohaagen a Quaid/Hauser mientras este está atado a la silla que le borrará la memoria.
“Mátalo”, ordena Cohaagen. “Ya iba siendo hora”, responde Richter con cara de criminal sádico en potencia y acto.
“Voy a triturarte. Y a ti, nena, voy a taladrarte” Esto lo dice Benny el mutante… mientras conduce una especie de taladradora gigante y atraviesa una pared.
“¡Ja, ja, ja! ¿Creéis que soy el verdadero Quaid? ¡Lo soy!” Quaid cachondeándose de los malos y luego matándolos.
“En treinta segundos estarás muerto. Volaré este lugar y estaré en casa a la hora de  tomar la leche con galletas” Frase de Cohaagen a Quaid. No me digáis que no suena a malo de dibujo animado.
Pues eso es todo. Vedla y, sobre todo, disfrutadla, que para eso se hizo.

Vigilad el cielo.
 

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