(1985)
Director:
Toyoo
Ashida, Carl Macek
Guión : Yasushi Hirano
Kaneto
Shiozawa
Michie
Tomizawa
Seizo
Kato
Kazuyuki
Sogabe
Motomu
Kiyokawa
D,
el cazador de vampiros, es requerido para acabar con el malvado conde Lee…
Vamos
allá con un manga clásico donde los haya: la historia del enigmático cazador de
vampiros que, ataviado con un sombrero de ala ancha, se lleva por delante a
cuanto monstruo pilla. Muy bien…
A
favor puedo decir muchas y muy variadas cosas. Para empezar, me gusta que a uno
le metan en situación de golpe, desde el preámbulo en el que se nos sitúa donde
va a suceder la acción: nada menos que en un futuro donde mutantes y hombres
conviven un mundo de tinieblas. Mejor, imposible.
Y
si de buenos comienzos hablamos, la primera escena resulta tan apetecible como cualquiera
de las chicas que van a pulular por todo el metraje. Así, vemos a una, Doris,
que resulta ser la protagonista. Va caminando en mitad de la noche por una sendero
solitario y ya podemos descubrir dos cosas: lleva un crucifijo (lo cual quiere
decir que los vampiros van a dar caña) y va vestida de un modo raro, una
especie de traje futuro con ecos evidentes del pasado. Y sí, una faldita ridícula
que recuerda a eso del cinturón ancho y un escote que apenas oculta lo que se
supone debería ocultar. Y, para abrir
boca (y preparar colmillos), se enfrenta a un bicho raro que me recuerda a los dragones de Willow en una
escena repleta de violencia y sangre (atentos a como el susodicho bicho se
carga el caballo) ¿Es todo? Ni de broma porque, acto seguido, somos testigos de
la espectacular aparición de un personaje con traje, capa y unos colmillos que
tumba: el conde Lee (¡Anda, se llama como el actor!) Y debo decir que la puesta
en escena del mismo es impresionante: resulta amenazador y, sobre todo, enorme
y sobrenatural. Y repito. Esto es solo el comienzo. Imagina lo que queda por
delante.
La
trama no se hace esperar mucho; de hecho, nada: contratar al cazador D para que
acabe con el vampiro ya que a Doris le ha mordido. Más simple, imposible. Y esa
rapidez también va a aplicarse a todos los personajes secundarios que, en mayor
o menor medida, van a apoyar la trama principal. Así, conocemos a Dan, el
hermano pequeño de Doris (eso de los hermanos pequeños en los manga es algo
común; mirad a Shiro en Mazinger Z), al doctor Feringo o al chulo e idiota de
Greco, una especie de niñato adinerado de tupé alucinante que está por Doris. Y
todos ellos presentados de manera de lo más clara posible y nada más verlos en
pantalla sabes por dónde van a tirar. No obstante, algo muy destacable es que,
aunque aquí hay buenos muy buenos y malos malísimos, los personajes están
dotados de un cierto trasfondo que los hace muy interesantes. Así, el padre de
Doris era cazador de hombres lobo (lo dice como si el amigo fuera barrendero o
panadero), D tiene su historia curiosa al ser hijo de un noble, léase mestizo o
el lacayo Rei quiere incorporarse a la familia del conde (ya sabemos que nadie
está a gusto con el puesto en que ha nacido) Por eso, al no parecer personajes
simples y planos, se aporta una riqueza a través de los mismos que hace que la
peli gane varios puntos.
Sigo.
Tengo que hacer referencia a una cosa que me ha parecido muy notable: la
ambientación. Como ya dije antes, la peli está situada en una especie de futuro
raro con ecos del pasado. Por eso, la aldea recuerda a una del siglo XVII o
XVIII. Las ropas de los personajes son una mezcla más rara aún de épocas (Greco,
por ejemplo, lleva mocasines y unos modelitos alucinantes, amén del no menos
espectacular tupé que luce) y no hay naves espaciales ni vehículos voladores,
pero sí carros de los de toda la vida. Eso sí, tirados por caballos cíborgs.
Todo esto hace que el conjunto tenga un aire extraño y fantasioso que, desde mi
opinión, le viene muy bien a la peli.
Otra
cosa que me gustaría señalar es que, a pesar de lo simple del argumento (y no
lo digo en absoluto como fallo), el guión se las apaña para meter sus toquecitos
de misterio haciendo referencia a ciertos hechos que ocurrieron en un lugar
llamado campamento relacionados con el conde y que se llevaron por delante a un
montón de personas. Así, se mantiene cierto espíritu de lo macabro relacionado
con la figura del malvado Conde.
¿Más?
Sí. Hablar de mangas (sobre todo en aquella época, mil novecientos ochenta y
cinco, en la que, quizás, dichos cómics no eran tan habituales o no estaban tan
alcance de todos como hoy día) implicaba sorprenderse con ellos por dos cosas.
La primera, claro está, la violencia. Aquí hay a patadas pero muy bien
dosificada y mejor mostrada. Ahí está la pelea con Rei, la entrada de D. en el
castillo, que está llena de bichos raros, el rapto de Doris o alguna que otra
mano cortada, sin olvidar toda la escena final. La otra cosa es el toque justo
y apropiado, muy manga, de erotismo. Por eso, aquí hay mujeres serpiente de mirada
lasciva que, claro está, están en pelotas tocando un harpa, el éxtasis de estas
mientras chupan la energía al impasible D (que recuerda de manera descarada a
una especie de orgasmo de horas), Doris en la ducha o cuando a esta le arrancan
el crucifijo, motivo ideal que sirve para que le veamos de manera clara un
pecho muy manga, léase grande, voluptuoso y a cámara lenta, para contemplarlo
con detalle. Y es que no todo en la vida pueden ser vampiros, ¿no?
Esto
me lleva a otra cuestión evidente. Y es que esta peli está basado en un manga y
posee, amén de la violencia y el erotismo, las cualidades propias de los dibujos
japoneses, es decir, ojos espectaculares, sombreros enormes y picudos (como el
de D.), pelos que se mueven en el viento, peinados flipantes (como el de Rei) o
lágrimas que parecen goterones. Y mucho dramatismo a la hora de reflejar
golpes, saltos (con esos fondos llenos de rayas) o una lentitud deliberada en
la narración, como cuando llega el cazador al pueblo. Ah, y me ha gustado mucho
ese final a lo Raíces Profundas.
¿Aspectos
mejorables? Yo solo destacaría algún que otro detallito. Por ejemplo, el
enamoramiento tan bestial que le pega a D. para con Doris nada más verla (¡chico,
da un poco de tiempo!) o lo oscura que es en ocasiones que hasta hace que sea
difícil distinguir formas o movimientos (de nuevo, la entrada al castillo)
Esto
ha sido todo. Quede clara una cosa: me ha gustado mucho y, desde luego,
recomiendo verla. Me parece una película muy entretenida, para nada un producto
infantil y, desde luego, una historia original que mantiene el interés de
manera bastante sobresaliente. Además, te da el gustazo de recordar algo que,
en los últimos tiempos, parece olvidado: los dibujos animados a base de tintas
y papel.
Vigilad
el cielo.
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