Los pitufos (The smurfs)
2011
Director: Raja Gosnell
Guión : J. David Stem, David N. Weiss, Jay Scherick, David Ronn
Hank Azaria
Neil Patrick Harris
Jayma Mays
Sofía Vergara
Jonathan Winters
Alan Cumming
Katy Perry
Los pitufos viven felices es su aldea hasta que el malvado Gargamel hace de las suyas y les hace viajar hasta Nueva York…
La cinta es un claro ejemplo de ese tipo de cine que solemos llamar “película familiar” Lo primero que destaca está claro: los pitufos en sí. Las cosas claras; los han clavado y han tenido el sentido común de no variar un ápice ni del aspecto ni de la forma de ser de las criaturas. Me ha gustado mucho como, a parte de representarlos de manera muy fiel, les han dado una textura de muñeco de peluche que hace que, de veras, quieras estrujarlos a todos. Y si los pitufos están bien hechos, mejor lo está la aldea pitufa (no sé si tiene algún nombre pero creo que ese vale) Las setas, el bosque… todo está clavadito y lleno de colorido, como tiene que ser. Y, cómo no, hay que rendirse a la evidencia y admitir que la animación y expresión de los personajes es de diez. Vamos, igualitos a los de la serie.
Pero si hablamos de personajes fieles, hay que hacer mención a uno en concreto. Me refiero, cómo no, a mi favorito de la serie y uno de los malvados más ruines, rastreros, malignos e incansables de la historia de las series de televisión para niños (el otro es Pierre Nodoyuna, ¡qué gran tipo!). Me refiero, cómo no, a Gargamel el malvado, el alma en la sombra (negra como sus intenciones) de toda la serie y que aquí está interpretado de manera genial por Hank Azaria. El retorcido hechicero destila humor y mala baba a partes iguales pero, como solía ocurrir en la serie, el amigo cae simpático. Para mí, lo han representado de manera magistral, tanto en aspecto (hasta las botas rojas) como en actitud y personalidad (malo incansable porque sí, como debe ser) Azaria ha sido un gran acierto y, desde luego en mi opinión, lo mejor de la película. Aquí os dejo una muestra:
A lo largo de toda la cinta hay un humor muy suave (y muchas veces infantil, cosa lógica) que no quita que incluya momentos bastante curiosos. Lo que pasa es que todos estos corren a cargo de Gargamel, como esos en los que le encanta atravesar el humo que sale de las alcantarillas para darse a sí mismo un toque siniestro, las pelea con el gato Azrael, sus instantes en el restaurante cuando está en Nueva York o liándola en unos grandes almacenes.
Si todo esto se hubiera detenido aquí, diría que la película, dentro de los cánones en los que se mueve, es un gran acierto. A fin de cuentas, eso es lo que suele ocurrir cuando, al adaptar algo, lo respetas al cien por cien en cuanto a personajes, personalidades de los mismos, lugares y situaciones. No obstante, debo hacer referencia a lo que, para mí, es el mayor error de la película que hace que parte de la magia desaparezca. Me refiero, claro está, al hecho de situar la acción en… Nueva York. Seamos sinceros; los pitufos son unos seres tan atemporales como encantadores. Y mucha culpa de todo esto la tiene el hecho de que estén situados en una época imaginario-medieval en un país que no se nombra. Pero es sabido por todos que, en muchas películas, el sentimiento patriotero está a flor de piel y surge a la más mínima. Estupendo y bien por ello, no cabe duda. El problema viene cuando se quiere pasar por ese filtro a todo o casi todo. Creo, y esto es una opinión del todo personal, que hacer viajar a los personajes a Nueva York quita mucho encanto a los mismos y a la historia. Un pitufo en la aldea, el bosque o en un castillo tiene su gracia; verles pasear por Central Park o cualquier calle de la ciudad, soltando perlas como “¡Toma, un pequeño recuerdo de la Gran Manzana!” al tirar una a Gargamel para mí, se la quita. No entiendo, de verdad, por qué situar la acción fuera de su contexto pero, sobre gustos, los colores (en este caso, el azul. Lo siento, tenía que decirlo)
Quizás, la respuesta a esta pregunta venga implícita en el reparto, es decir, localizar la acción en la ciudad hace posible la utilización de actores reales que, a fecha de hoy, son rostros conocidos y muy famosos. En este caso, tenemos a Neil Patrick Harris (famoso gracias a Cómo conocí a vuestra madre) como Patrick y Jayma Mays (cuyo rostro aparece en la no menos famosa Glee) haciendo de Grace. Muy bien, supongo que esto es otro medio de conseguir audiencia pero eso me lleva al segundo aspecto que no me gusta de la peli. Y es que, desde el momento en que Papá Pitufo y su banda van a Nueva York, la trama de estos queda eclipsada por la de Patrick y Grace a saber: en primer lugar, el tema del trabajo como publicista de él. En segundo lugar, el del bebé que ambos van a tener. Eso hace que, si te pones en plan picajoso, te preguntes quién es en realidad el prota, Patrick o los pitufos. De hecho, si nos fijamos, la cinta la terminan Patrick y Grace (salvo por el toque final de Gargamel claro) ¿Por qué no usaron actores reales en el contexto imaginario de los pitufos? Hubiera sido otra opción, ¿no?
¿Eso es todo? No. Como suele ocurrir en estas historias, lo que empieza con empuje y cierto sentimiento hilarante acaba diluyéndose cuando la trama se pone un poquito más seria al final. Eso, además de incluir momentos ñoños tipo “Adiós, papá” con el que se despide Papá Pitufo o frases como “¡Pitufos para todos y todos para pitufo!”, que suelta Torpe (digo yo que es el Tontín de la serie, ese que hablaba un poco raro) En fin, supongo que, en conjunto, son detallitos que atraen a los más pequeños, que son los destinatarios finales de la peli.
Pues eso es todo, amigos. Si os aburrís y queréis pasar un ratito pitufo, dadle una oportunidad. La cosa, en conjunto y después de todo, no deja de tener su gracia. Los pitufos me saben a poco pero ahí queda. No les ha ido nada mal (unos 135 millones de dólares en recaudación, toda una cifra) De hecho, en su estreno, la única que la superó fue Cowboys & Aliens. Por eso mismo, la segunda parte ya está en marcha. Ojalá y los dejen en la aldea de una vez.
¡Seguid pitufando el cielo!
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