(2012)
Andrew Lincoln
Jon Bernthal
Jeffrey DeMunn
Laurie Holden
Sarah Wayne Callies
Scott Wilson
Norman Reedus
Melissa Suzanne McBride
Steven Yeung
Lauren Cohan
Para
todo el que no lo sepa, hay que dejar clara una cosa: The walking dead no es una serie original de la televisión, sino
que está basada en unos cómics del mismo nombre y que son obra del escritor
Robert Kirkman mientras que los lápices han contado con la colaboración de
dibujantes como Tony Moore o Charlie Ardlar. Y, todo hay que decirlo, tiene
fama de ser una de las mejores series de cómics que ha dado la industria en los
últimos años, otro buen ejemplo de que las historietas, como medio de
comunicación y disfrute, están a la orden del día, no tienen por qué ser
material para niños y pueden suponer la tabla de salvación de muchas
producciones cinematográficas y televisivas.
Visto
lo visto, en una época de adaptaciones varias, teniendo en cuenta que los
estudios de cine y los de televisión han visto en los cómics una especie de
nuevo filón de cara a conseguir éxitos, estaba claro que esta serie tenía
muchas papeletas de convertirse en un producto con actores en carne y hueso. A
juzgar por la longitud del cómic, que son un montón de números, es normal que
pensaran que el formato televisivo era el más adecuado para una adaptación en
condiciones.
Por ello mismo, después de una campaña publicitaria como pocas, que hizo que todo el mundo se preguntara qué podría ser esa serie de zombis, nos llegó la primera temporada allá por octubre de 2010. ¿El resultado? Todo un bombazo, un éxito sin precedentes que hizo que muchos se engancharan (como este que escribe) de manera inevitable a la serie. La historia que presentaba era de lo más sencilla y la hemos visto hasta el aburrimiento: la humanidad se ve asolada por zombis que, levantados de sus tumbas, se meriendan a quien se ponga por delante. Ahora bien, entonces, ¿por qué ese éxito? En resumidas cuentas, porque es una serie muy bien hecha en todos sus aspectos, con personajes variados que resultan reales, buenos actores y unos efectos especiales más que sobresalientes para una producción televisiva.
Por ello mismo, después de una campaña publicitaria como pocas, que hizo que todo el mundo se preguntara qué podría ser esa serie de zombis, nos llegó la primera temporada allá por octubre de 2010. ¿El resultado? Todo un bombazo, un éxito sin precedentes que hizo que muchos se engancharan (como este que escribe) de manera inevitable a la serie. La historia que presentaba era de lo más sencilla y la hemos visto hasta el aburrimiento: la humanidad se ve asolada por zombis que, levantados de sus tumbas, se meriendan a quien se ponga por delante. Ahora bien, entonces, ¿por qué ese éxito? En resumidas cuentas, porque es una serie muy bien hecha en todos sus aspectos, con personajes variados que resultan reales, buenos actores y unos efectos especiales más que sobresalientes para una producción televisiva.
Por
eso, una segunda temporada estaba más que cantada. Los fans queríamos más
aventuras, desventuras (esto, aplicado a ciertos personajes, no es un modo de
hablar) y, sobre todo, más zombis dando guerra. Y así, en octubre de 2011, nos
llegaba el comienzo de la segunda entrega. Y ganas había, porque, después del
desolador final de la primera (recordemos, el Centro de Control de Plagas no
valía para nada), uno no podía dejar de preguntarse qué iban a hacer Rick y su
grupo.
Pues
la respuesta la tenemos aquí. Ahora bien, una cosa sí había que tener en
cuenta: como ya he dicho, la temporada anterior me encantó y de veras que
engancha pero, ¿qué pasaría en la segunda? ¿Sería más de lo mismo? Ojo, que eso
sería peligroso y de repetirse, podrían perder audiencia. La solución ha sido
la única posible que los guionistas podrían tomar: hacer avanzar a los
personajes y, por suerte, presentarnos a unos nuevos. Y, lo que es mejor, en un
contexto distinto al de la primera temporada. Y es que en la anterior se pasaban
huyendo todos los capítulos. En esta, hacen un parón en el camino en la granja
de un señor llamado Hershel que, a su vez, convive con otros miembros de su
familia (de una u otra forma), lo cual implica que las relaciones de los
personajes originales se amplíen más y, a veces, colisionen unos con otros. Todo
ello, aderezado con un montón de problemas acosando a muchos de los
protagonistas que harán que, alguno que otro, sea una especie de bomba de
relojería.
El bueno (y paciente) de Hershel |
Los admito; este me encanta |
Impresionante, ¿eh? Me quedo sin duda con el pobre diablo que, ahorcándose, se convierte en muerto viviente y con ese último que se carga Daryl.
Pero no todo puede ser matar a los muertos, ¿verdad? Por eso, aparte de buenos momentos que se derivan de la relación entre personajes antiguos entre sí y, además, con los nuevos, hay momentazos que hacen que el interés se dispare. Por ejemplo, ahí tenemos lo que sucede con Carl, la transición de Rick de buenazo a juez, verdugo, y dictador, la rebelión de Shane o, cómo no, el súper momentazo que a mí más me ha gustado: el final de la historia de Sophia.
Los
actores están muy bien, muy metidos en su papel. Andrew Lincoln da una mezcla
perfecta de liderazgo y vulnerabilidad ideal para el personaje de Rick. Jon
Bernthal como Shane está clavado porque aporta ese toque de maldad que se veía
venir pero que se ha hecho esperar y, desde que se afeita la cabeza, parece más
fiero aún. Jeffrey DeMunn ofrece la seriedad que el personaje de Dale requiere
mientras que Laurie Holden y Sarah Wayne Callies como Andrea y Lori respectivamente, a pesar de
no tener tanta importancia como los dos primeros, sí aportan su granito de
arena al conjunto. Y, por supuesto, no hay que olvidar a Scott Wilson como
Hershel, personaje fundamental en esta segunda etapa y que me parece interpreta
de manera muy convincente. El resto del elenco incluye a Norman Reedus (Daryl),
con su toque salvaje y duro, Melissa Suzanne McBride (Carol) nos da el contrapunto
dramático y sensible. Irone Singleton (T-Dog), Steven Yeung (Glenn) o Lauren
Cohan (Maggie) respaldan a los demás y aportan lo que deben aportar: cierta
cohesión al conjunto. Y es que no todo puede ser liderar al grupo… o ir en
contra.
Eso te pasa por mirar a un ciervo... |
En
resumidas cuentas, amigos vigilantes del cielo, una segunda temporada muy digna
y, por encima de todo, entretenida, que es de lo que se trata. Fijaos que el
primer capítulo de la primera temporada lo vieron cinco millones y medio de
personas. El de la segunda, casi ocho. Ahí es nada. En esta han dejado un
montón de tramas secundarias para resolver en el futuro. ¿Qué pasa con ese aire dictatorial de Rick? ¿Se convierte en el nuevo Shane? ¿Qué es esa cosa que, espada en mano, vemos en el último capítulo? ¿Y esa construcción (¿es una prisión?) que se ve en la toma final de dicho capítulo? ¿Y qué pasa con el grupo de treinta personas al que pertenecía el pobre Randall? Las respuestas a todo esto es ya
cosa de los guionistas; esperemos que se lo piensen bien. A juzgar por el trabajo que
llevan hasta ahora, hay que suponer que mal no lo harán.
¿Qué nos traerá la tercera temporada?
Se aceptan apuestas...
¿Qué nos traerá la tercera temporada?
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