(1992)
Director: Sam Raimi
Guión : Sam Raimi, Ivan Raimi.
Bruce Campbell
Embeth Davidtz
Marcus Gilbert
Ian Abercrombie
Richard Grove
Ash es
transportado al pasado, a la Inglaterra del 1300 d.C. Los habitantes de una
aldea le toman por un héroe. Para volver a su época, deberá buscar el
Necronomicón, el libro que tantas penurias le ha hecho pasar...
Gamberrada.
Esa es la
palabra que me inspiró esta película la primera vez que la vi y la que me
sugiere siempre que la veo (y puedo garantizar que han sido muchas… y las que
quedan por delante); una gamberrada desde que empieza hasta que termina. Pero
hay gamberradas que ofenden y son desagradables. Otras, en cambio, son
divertidas. Desde mi punto de vista, El
ejército de las tinieblas pertenece de manera más que descarada al último
grupo y, además, se recrea en ello de principio a fin.
Estaba claro
que, tras el estreno y éxito de Terroríficamente muertos, iba a haber
más posesiones infernales. No obstante, cualquiera que haya visto las dos
primeras entregas nota que la segunda ya varía bastante con respecto a la
anterior en la redefinición del concepto del terror “made in Raimi”. Pero la
principal diferencia entre ambas fue un factor que, si bien en la primera se
sugería con mayor o menor sutileza (claro que esto puede llegar a ser muy
discutible), en la segunda ya se mostraba sin ningún tipo de pudor: el humor.
Raimi se dedicó a rematar muchas escenas con toquecitos de humor negro y se
quedó tan a gusto (cualquiera que la haya visto recuerda la escena de las
carcajadas) Ahora bien, la pregunta quedó en el aire: ¿si filmaban otra entrega
el asunto volvería a sus raíces
terroríficas o el humor negro y gamberril iría a más? Pues la respuesta vino
con este ejército tenebroso: si hubo un toque de humor negro en la primera
parte que luego se multiplicó en la segunda, la tercera entrega no iba a ser
una excepción. Lo que ocurre es que el más negro de los humores aquí se eleva a
la máxima potencia. Raimi ya no se corta ni un pelo y va a lo que va: a pasarlo
bien y a tratar que el confundido espectador alucine ante semejante
espectáculo. Y lo consigue. Ya no estamos ante una historia de terror porque el
miedo y sus derivados son ya cosas del pasado. Ni siquiera ante una de misterio
con toques inquietantes. Para mí, El
ejército de las tinieblas es, ante todo, una película de aventuras con
grandes dosis de cachondeo.... ¿o quizás al revés? De hecho, no sé si es mucho
decir que no hay escena en la que Raimi y su hermano no aporten una burla o
chiste marca de fábrica. Que guste o no es ya harina de otro costal pero ahí
queda la intención.
Ash y los aldeanos |
Después de esto pueden ocurrir dos cosas: una, que estés al límite de tu paciencia y mandes la película a tomar viento porque no aguantas más ralladas mentales del amigo Ash y compañía. Otra, que por curiosidad sigas viendo la peli para saber qué pasa y a qué más se puede enfrentar Campbell y sus colegas. Si optas por lo primero, te puedo entender (conozco a varios que lo hicieron). Si te decantas por lo segundo, te verás en mitad de una batalla de demonios, esqueletos que blanden lanzas al son de tambores, reinas-brujas o malvados que, a lomos de terroríficos caballos, se enfadan porque la mandíbula se les descoloca de sitio. En resumidas cuentas, de todo contra los aldeanos. Pero, ojo, que Ash es mucho Ash.
En fin, no hay
que esperar un espectáculo de los serios con esta cinta porque, si haces eso,
puedes llevarte una buena bofetada (y no de un esqueleto, precisamente) cuando
la veas. Si vas con la mentalidad abierta de pasar un buen rato saldrás mucho
mejor parado de lo que imaginas. Debo admitir que me divertí de lo lindo cuando
la vi por primera vez y, aun hoy, me lo sigo pasando bien.
Para mí, la gracia de esta cinta (si pasamos por alto casi todo el metraje en
sí) es que no pasa desapercibida para nadie: o te encanta y te lo pasas pipa, o
te parece una tomadura de pelo. Claro que los que piensan esto último no van
muy desencaminados, pero yo opino que es una tomadura de pelo con chispa.
Posesión
infernal se rodó en 1981. Esta última entrega es de 1992. Han pasado años y
varias películas (Terroríficamente muertos o Darkman lo
demuestran) pero Raimi sigue fiel a su estilo y nos regala un metraje de hora y
media más o menos repleto de criaturas, demonios, chistes y toneladas de humor
negro. Sigue habiendo maquillaje, stop-motion y efectos artesanales que se
notan a la legua pero que a mí, al menos, no me molestan. Y es que no me
imagino esta película repleta de tomas CGI apestando a informática por todas
partes porque, una de las gracias de toda la saga de Posesión infernal es que
en ella, terror, sustos y chorradas a parte, reina un toque cutrecillo
encantador que, repito, a mí no me molesta en absoluto. Eso sí, para gustos,
los colores…
¿Cosas made in
Raimi? Ni dudarlo. El tiempo pasa y él toma experiencia como director, pero el
tío sigue con esos toquecillos que hace que estas películas tengan un adorable
toque especial al que antes me refería: hay unas cuantas tomas de Ash montando
a caballo que se notan que fueron insertadas después, ya que Bruce Campbell
tiene el pelo más corto que en el resto de la película (ok, va a toda velocidad
a caballo y CASI no se nota); al comienzo, hay unas escenas que nos recuerdan
cómo termina la segunda entrega. Si os fijáis, cuando Ash sale disparado, se le
ve perfectamente el arnés. Y cuando el prota va a cuatro patas pegado a su “yo
diabólico” está claro que uno es un muñeco. Sí, vale. ¿Y qué? También hay
películas hoy día en las que el ordenador canta más que un vinilo, pero ahí
están.
Resumiendo
diabólicamente, un espectáculo desde que empieza hasta que se acaba, una
diversión gamberra que se ve con agrado (al menos yo) y, lo más importante, no
deja nada al azar y va a lo que va: que el espectador se lo pase bien durante
ochenta y tantos minutos y, si de paso sonríe (o suelta una carcajada), mejor
que mejor.
Como anécdota,
hay un final alternativo en el que Ash debe tomar unas gotas de una poción para
volver al presente. Por supuesto, mete la sierra eléctrica hasta el fondo y
bebe de más, así que aparece en el siglo XXI en mitad de una Inglaterra asolada
por la guerra nuclear. También comentar que, en español, hay dos versiones
dobladas. Sobre cuál gusta más, depende de cada uno… Y no me digáis que el
cartel de la película no es impresionante y te puede hacer pensar que la peli
es algo serio, pero de verdad.
Lo dicho,
¡disfrutad!.
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