Noche de miedo (Fright night)
(2011)
Director: Craig Gillespie
Guión : Marti Noxon
Anton Yelchin
Colin Farrell
Toni Collette
Christopher Mintz-Plasse
David Tennant
Imogen Poots
Dave Franco
Un chico descubre que su recién estrenado vecino es un vampiro. Lo malo es que este se ha dado cuenta...
Y vamos allá con otro ejemplo de esa moda tan curiosa de remakes que invaden las salas hoy día. La película está basada en un pequeño clásico de los ochenta dirigido por Tom Holland y que gozó de cierta fama allá por la época. La premisa de esta nueva versión es la misma que la de su predecesora y, desde el principio, la película va al grano: después de presentarnos de manera muy rápida a los protagonistas, la acción comienza a suceder y la sangre empieza a salpicar.
A favor destaco a los actores. A ver, seamos sinceros, aquí no nos vamos a encontrar ninguna interpretación de óscar pero tampoco es que haga ninguna falta. Esta es una película para pasar el rato y tampoco hay que buscar más allí donde no hay. Alton Yelchin está bien metido en el papel de Charley, el protagonista que descubre, de rebote, todo el cotarro y lo interpreta, a mi modo de ver, de manera bastante creíble. Imogen Poots, como Amy, en el papel de chica, hace lo que se supone hace todo personaje de estas características en una película como la que tratamos: aporta cara bonita y sustenta al héroe, amén de tener unos ojos que tumban. Colin Farrel está bien como vampiro, poniendo caras de todo tipo, relamiéndose los dedos y bufando cual gato salvaje a cada rayo de sol que se le pone por delante. Vamos, que ni pintado. Y, si bien a lo largo de toda la película hay cierto espíritu de cachondeo (ahí tenemos el pasado del personaje, friki absoluto y total), este humor aumenta un poquito con la intervención de Peter Vincent, interpretado aquí por David Tennant, o con el aporte del vampirizado Christopher Mintz-Plasse como Ed y sus frases demoledoras (“Esto me hace sentir un poco mariquita”, suelta cuando intenta morder a su amigo. No es Shakespeare pero...)
No esperéis ver espectaculares efectos especiales, si bien los que hay me parecen muy interesantes. Por supuesto, tienen su importancia, pero hay que decir que en esta cinta la historia y las rayadas de los personajes (que las hay y muchas) tienen un poquito de más peso que la casquería de turno. El maquillaje de los vampiros está muy conseguido y recuerda un poco a las películas de antaño: aquí están pálidos, lucen los colmillos de toda la vida, muerden el cuello y, por supuesto, tienen transformaciones bastante curiosas cuando les sale la vena sangrienta.
En fin, una película que, para mí, cumple lo que promete: sin muchas más ambiciones, hora y media larga que tiene como propósito entretener al espectador con aires a terror ochentero hecho en el siglo XXI. No más, pero tampoco menos.
Como curiosidad, comentar que, a mitad de la película, hay cierta sorpresa a modo de cameo.
¡Que paséis un rato... de miedo!
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