viernes, 22 de noviembre de 2019

El planeta de los vampiros




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El planeta de los vampiros.
Planet of the vampires
1965
Director: Mario Bava
Guión    : Mario Bava, Alberto Bevilacqua, Callisto Cosulich.

Barry Sullivan
Angel Aranda
Ivan Rassimov
Norma Benguell


Una nave, siguiendo unas señales de un extraño planeta, se acaba estrellando en él. No obstante, una serie de fenómenos extraños comenzarán a acosar a los astronautas…

La ciencia ficción es un género que no todo el mundo se toma en serio pero a mí siempre me ha parecido muy delicado; de los más delicados quizás. Y es que, si se hace bien salen obras maestras (El enigma de otro mundo, La guerra de los mundos, Plantea prohibido, El increíble hombre menguante…) pero si se hace mal, o no del todo bien, los resultados pueden llegar a ser chapuzas tremendas o, lo que tampoco es una cosa buena, cosas extrañas. Pues bien, este planeta de vampiros es una mezcla de los dos últimos casos que puede hacer que, cuando acabe, te plantees de manera muy, pero que muy seria, qué es lo que ha pasado durante los 86 minutos que has pasado viendo la peli.
Veamos, la premisa de la película es original y muy aceptable, creando una intriga bastante curiosa: conocemos a unos astronautas que hablan de señales extrañas en un planeta no menos extraño y van a ver qué pasa. Muy bien.  No obstante, esto dura poco, ya que, nada más pisar el misterioso planeta, todo se empieza a ir un poquito de las manos y vamos de situación rara a situación rara cada vez más deprisa de forma que, lo que empezó bien, comienza a torcerse cada vez más encaminándose por derroteros pero que muy delirantes tan propios de los casos de ciencia ficción rara y, si me apuráis, absurda. Eso sí, hay un buen golpe de efecto y parece que la cosa intenta animarse cuando las lápidas espaciales se levantan y tratan de hacer honor al título pero no deja de ser un mero intento…

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Hay que reconocerlo: esto está pero que muy bien.

Resultado de imagen de planet of the vampiresSigamos. En los años sesenta (al igual que en los cincuenta), las películas de ciencia-ficción podían ser o discretitas en lo que se refiere a atrezzo y demás (Ultimatum a la Tierra) o tremendamente cantosas (como esta que hoy nos ocupa) Por eso, nada más comenzar el visionado, los sentidos se ponen alerta cuando ves a los astronautas con ese traje de motero de cuello superalto que les da aspecto de jinetes de Harley Davidson más que de otra cosa. Tranquilos  porque, si se ponen el casco, es aún peor. Eso sí, como somos buenos es un detalle que se pasa por aquello de la época. A pesar de que los efectos especiales son de  los que cantan y las naves son maquetas que se notan a años luz aún estando en una galaxia muy, muy lejana, la atmósfera del planeta está conseguida, con esa niebla a todas horas y por todas partes que llega a agobiar y crear ese ambiente misterioso. Pero, si bien todo eso es pasable y, mientras la ves, un chip dentro de tu cabeza te recuerda que estás contemplando un producto de los sesenta, la película cae en la trampa en la que muchas del género pican: intentar dar una credibilidad desmesurada en determinadas escenas utilizando diálogos que rayan lo absurdo y que, en lugar de dar seriedad al tema, rozan lo ridículo y hacen que, en el peor de los casos, te rías. Y, como muestra vale un botón, ahí van unos ejemplos:

            La ley de nuestro planeta es válida también aquí. Esa ley nos manda no llorar delante de la muerte, sino aceptarla como un fenómeno natural

Quizás por eso Mark (Barry Sullivan), el mandamás, resulta tan acartonado, una especie de mezcla entre Terminator, Darth Vader y el Sheldon Cooper de The big bang tehory: el tío no reacciona ni ante la muerte ni ante nada (no hay que preocuparse mucho; el elenco de actores hace lo que puede por mostrar emociones y credibilidad en mitad de semejante delirio) No obstante, a su compañera Sanya (Norma Bengell) debe ser que le resbala esa ley porque se deshace en un mar de lágrimas. Por no hablar de las conclusiones a las que el susodicho Mark llega, a saber:

“…Si alguien manda señales son inteligentes y, si los hay, son hostiles”

Lo lógico sería plantearse que, si una civilización manda señales de socorro, tengan que ser inteligentes por fuerza pero no por ello malos. Pues nada, el tío es inflexible; debe ser lo que tiene ser el jefe. No obstante, después de la megafrase, ¿qué propone el amigo Mark? ¿Estar alerta? ¿Programar los sistemas de defensa de la nave? ¿Disparar algo?

“Todos a dormir, que falta nos hace.”

Y punto en boca. A ver este otro:

Las fuerzas invisibles que nos rodean estrechan cada vez más su cerco y no podemos detenerlas” 

Esto está bien, lo malo es que AÚN no saben a qué se enfrentan o si se enfrentan a algo. Ni siquiera lo ven o tienen la más remota idea de a qué se enfrentan pero el tipo sabe que lo que sea está cada vez más cerca y que ningún recurso disponible vale. Y, lo que es mejor, lo dice con la expresión propio de un ladrillo. Por no hablar del discursito ante las tumbas de sus camaradas. Puro Shakespeare:

“… átomos libres dispuestos a crear nueva energía. ¡Vámonos, tenemos trabajo!” 

Es lo bueno que debe tener no reaccionar a la muerte, sea tu hermano o no. Debe ser el equivalente galáctico a eso de El muerto al hoyo y el vivo al bollo solo que en plan estelar.

Resultado de imagen de planet of the vampiresSi a esto le añadimos sonidos raros, voces de ultratumba, explicaciones absurdas para todo, lucecitas fantasmales o diapasones que abren puertas, tenemos un producto que, en conjunto, pudo haber sido algo más pero se perdió en el camino y derivó en grillada sesentera descomunal. 

¿Cosa  curiosa? La pequeña sorpresa al final que no deja de ser interesante y que no diré, más que nada, por haceros ver la peli y no ser yo el único que ha aguantado esta traca de principio a fin.

Y dejo para el final algo que puede arruinar la fiesta a muchos pero debo decirlo porque, por una vez, la traducción del título no es una gracia de alguien sin ton ni son como a suele ocurrir; todo lo contrario, es bien fiel al título original... en inglés. Bueno, pues NO busquéis vampiros porque no vais a encontrar ni uno, un ejemplo más de que, cuando algo se hace en plan absurdo, se hace del todo. Resulta que la película tuvo al menos QUINCE títulos antes de decantarse por El planeta de los vampiros. Lo realmente curioso es que, al final, eligieran el que eligieron. Eso sí, indagando (estoy muy, pero que muy mal), resulta que en italiano, que es algo así como el título primario, la película se llamó Terrore nello spazio, algo así como Terror en el espacio, un título que le pega mucho más. ¿Marketing chapucero? A saber..

¿Os atrevéis con estos lo-que-sean espaciales? Yo, aunque sea como curiosidad, os animo a hacerlo, más que nada, por aquello de ver cómo intentaron mezclar dos géneros (terror y ciencia-ficción) en el mismo cóctel. Eso sí, tratad de tener una mente abierta y unas ganas muy sanas de pasarlo bien.

Vigilad el cielo.



4 comentarios:

  1. mucho criticar pero yo quiero ver la peli ¿como la consigo?

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    1. Hola, Anónimo.
      Si rebuscas en la sección de clásicos raros en cualquier Fnac, es posible que la encuentres. Yo, al menos, la vi así. Si la consigues, espero compartir opiniones de este delirio espacial.

      ¡Gracias y saludos!

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  2. La peli puede resultar malísima al verla hoy pero como bien dices...no olvidar que es de los 60 y con pocos recursos....Yo la vi cuando niño y me impactó en su momento....Además no debemos olvidar que es un clásico dentro de su género, que inspiró a la conocida Alien, el octavo pasajero, aunque a tí no te haya gustado...

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    1. Hola, Desconocido.
      Nadie duda que sea un clásico (menor) dentro del género y en ningún momento he escrito que no me haya gustado. Es más, solo publico reseñas de películas que, al margen ser buenas o malas (a mi juicio) me han divertido. Y esta, por sus características y ocurrencias me ha divertido y mucho.
      Con respecto al comentario de Alien, quizás, puede que te refieras a otro clásico menor, El terror del espacio exterior.
      Gracias y un saludo...

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