
Predator.
1987
Director: John McTiernan.
Guión : Jim Thomas, John Thomas.
Arnold Schwarzenegger.
Carl Weathers.
Jesse Ventura.
Richard Chaves.
Kevin Peter Hall.
Elpidia Carrillo.
Bill Duke.
Sonny Landham.
Shane Black.
Unos militares son cazados en la selva por un extraterrestre...
¡Saludos!
¡Saludos!
Hoy me pongo galáctico y selvático y traigo un clásico de los ochenta y del género de la ciencia ficción, amén de ser unos de los títulos más destacables de su estrella, Arnold Schwarzenegger, una de esas películas que marcan la infancia de uno y se quedan en el recuerdo de manera inamovible.
¿Listos?
Vamos allá con la historia.
Si hay algo que destaque, por supuesto, es la historia. Por dos razones: por sencilla y por eficaz. Nada más empezar la peli, cuando vemos esa nave espacial acercarse a la Tierra, sabemos de qué va a ir todo sin ningún problema: un alien con muy mala baba va a incordiar a los terrestres y a hacer que, durante todo el metraje, las pasen canutas. Además, el título de la cinta no es que disimule mucho, claro. Y, por supuesto, aquí va a haber buenos contra malos. Vamos, lo mismo de siempre y que tan buenos resultados ha dado a lo largo y ancho del a historia del cine.
Y es esta parte la que vas a recordar y la que ha convertido esta peli en todo un clásico moderno de la ciencia ficción. Y es que, durante lo que queda de metraje, vamos a ver cómo el equipo de Duth tiene que enfrentarse a un cazador alienígena que parece pasárselo pipa masacrando al personal por pura, simple, y llana diversión.
¿Más tantos a favor? El misterio. Y tú te preguntarás si estoy borracho por afirmar esto. Pues no. La razón es muy sencilla: la peli se toma su tiempo (y es bastante, créeme), en mostrar al alien de turno. Por eso, se recrea con el tema del camuflaje o de los puntos de vista en plan visión subjetiva del monstruo hasta que, por fin, le vemos en todo su esplendor. Si lo hubiesen mostrado desde el principio la cosa hubiera perdido mucha fuerza. Sí, lo hicieron años atrás en Alien, el octavo pasajero y aquí repiten fórmula. Y, oye, lo clavan.
Vamos allá con los efectos. Pues los que vemos, que no son demasiados, están muy conseguidos. Destaco el del camuflaje del que, por suerte, no se abusa, o todo lo referido a la criatura. Vale, el de la visión subjetiva en forma de imágenes de calor puede haber quedado algo antiguo pero no molesta. Pero, por encima de todo, como dije antes, Depredador es una película de los ochenta, es decir, antes de la era digital. Y eso hace que lo que vemos aquí sea real. Las explosiones, los saltos, los tiros, las peleas o el Depredador en sí (que hoy se haría a base de gráficos por ordenador), es real; sabemos, como espectadores, que lo que ven nuestros ojos existió y eso hace que, además del toque nostálgico, la cosa gane muchos puntos y, de veras, te creas, aún más, lo que estás viendo.
Paso a los actores. Bueno, esto no es Shakespeare pero, al menos a mí, me importa un comino. Arnold cumple en su línea y me parece perfecto para el papel. Carl Weathers queda muy bien como Dillon. Luego están los demás, que hacen lo que pueden antes de ser pasto del Deredador. Jesse Ventura siempre me pareció muy limitado y hace lo que se supone: rellenar. Richard Chaves, Kevin Peter Hall, Elpidia Carrillo, Bill Duke, Sonny Landham y Shane Black, más de lo mismo. Bill Duke siempre me gustó bastante en el papel. Una cosita más: Shane Black ha sido el responsable de dirigir el remake. Un mero apunte...
¿Cosas mejorables para mí? Solo puedo decir una: siempre he pensado que la nave que aparece al principio, a parte de recordar pero que mucho a la de La cosa de John Carpenter, se la pudieron evitar. Si vamos a ver a un alien con ganas de cazar, ¿por qué decírselo al espectador desde el principio?
Pues eso ha sido todo. Sí, me encanta esta peli. Es pura diversión, muy bien rodada, mostrada de manera fenomenal y cumple a la perfección su objetivo: entretener. Nada de dobles sentidos ni traumas raros en los personajes para darles una profundidad que, a fin de cuentas, no importa. Aquí lo que uno quiere es ver al alien masacrar y liarse a tortas con Arnold. Y eso se recibe. Para este servidor, es un ejemplo excelente de cómo las buenas obras, no solo dejan huella; ganan muchos quilates con el paso de los años y se lo ponen difícil a las nuevos ejemplos dentro del género.
Vigilad el cielo.
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