domingo, 10 de septiembre de 2017

Los crímenes del museo de cera



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Los crímenes del museo de cera.
(House of wax)
(1953)
Director: André de Toth.
Guión : Crane Wilbur, Charles Belden.

Vincent Price.

Phyllis Kirk
Frank Lovejoy.
Carolyn Jones.
Paul Picerni.
Charles Bronson.
Nedrick Young.


Unos crímenes comienzan a suceder. de inmediato, aparecen representados de manera muy realista en un nuevo museo de cera...


¡Hola!


La película que te traigo hoy es un clásico de esos que se pueden escribir con mayúsculas y, junto con su predecesora de los años treinta (esta de al que te hablo hoy es un remake), la responsable de que el concepto museo de cera y el de terror vayan unidos.



Resultado de imagen de house of wax 1953Empiezo, como siempre, por la historia. Más sencilla imposible. Esta es la típica historia del monstruo deforme que, por venganza, mala leche y cierto sentido lógico (no hay más que ver el motivo que mueve al malo) se dedica a matar dentro del museo. Pero, lo bueno y lo que hace que, entre otras cosas recuerdes la peli, es el modo de llevar a cabo todos los crímenes o, al menos, sus consecuencias. Y es que, convertir un museo de cera en un depósito de cadáveres es una idea para mí soberbia que da muchas lecciones de originalidad a muchas cintas de hoy. De este modo, se puede decir que la historia principal tiene dos vertientes: la de las muertes y las desapariciones y la del monstruo en sí, vertientes que, dicho sea de paso, confluyen al final de la peli de manera sencilla pero no por ello menos soberbia.



Resultado de imagen de house of wax 1953Pero, sin duda, lo que más me gusta de la peli, trama a un lado, es la sencillez con la que está contada. Se puede decir que en la primera y larga escena (dura dieciséis minutos), es decir, cuando el profesor Jarrod muestra su arte a inversores y la jugarreta de su socio, la peli ya está planteada y sabes de sobra por dónde va a ir. Pero, lo bueno, es que eso no importa porque el modo de narrar, los acontecimientos y los toquecitos de terror aquí y allí (cortesía del monstruo) se aseguran de que no quites los ojos de la pantalla y que el tiempo pase volando. Y es que, en aquellos lejanos tiempos, trama y modo de narrarla eran dos caras de una misma moneda y, aquí, ambas están pero que muy bien llevadas a cabo. Los momentos de tensión quedan equilibrados con los de drama y, todo ello, con lo terrorífico del tema.


Y esto me lleva al tono de terror que predomina a lo largo de toda la película. Es el terror propio de la época, centrado en el monstruo deforme, malvado y repulsivo. Sus escenas en mitad de la calle en silencio, rodeado de penumbra y con esos andares deformes me parecen sublimes, toda una lección magistral de lo que el buen terror, en opinión de este mero espectador, debe ser. Por otro lado, la sola posibilidad de pensar que un museo de cera es un depósito de cadáveres es, como poco, escalofriante y sigue teniendo un efecto sobrecogedor. El aspecto de la investigación policial queda en un segundo plano muy discreto porque, la verdad, tampoco es que importe demasiado.


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Los personajes no pueden ser más arquetípicos y eso les da cierto aire muy entrañable. El profesor Jarrod empieza siendo noble, honrado y ciertamente hortera, sobre todo, cuando habla con sus creaciones pero, luego, se convierte en lo que se convierte. Sue es la típica mujer en peligro que, al menos, es la que promueve la duda y la sospecha sobre lo que está pasando. Cathy o Scott son los secundarios propios de una historia así; una es la víctima y el otro el enamorado pomposo que tiene que estar porque tiene no queda otra. Pero, los que sin duda me encantan, son los ayudantes de Jarrod: uno mudo y, el otro alcohólico y fugado. Genial. Dime con quién andas...


¿Y los actores? Bueno, el grueso cumplen. Phyllis Kirk haciendo de Sue, Paul Picerni como Scott, o Carolyn Jones en el papel de Cathy quedan bien. Nedrick Young, que ni siquiera está acreditado, hace un buen Leon. Y, sí, Igor, el mudo, es Charles Bronson, el mismo tipo que, años después, se tomaría la justicia por su mano y se cargaría a todo el que se pasara de la raya.


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Resultado de imagen de house of wax vincent pricePero, sin duda, aquí sale Vincent Price y todos sabemos que Price solo hubo y habrá uno. Aquí lo borda,  en un papel hecho a su medida. Como profesor bueno, se mueve como pez en el agua, resultando tan natural como de costumbre (de nuevo, me remito a la escena inicial) Como malvado, lo clava. Esa mirada, los gestos, los ademanes. Repito: solo habrá un Vincent Price y eso lo demuestra aquí con creces.

¿Momentos para el recuerdo? A patadas. La persecución por parte del monstruo por las calles en mitad de la noche es soberbia, lo mismo que la del depósito de cadáveres con los cuerpos que se levantan o el hallazgo de los cadáveres en el museo. Pero, mi favorito, sin duda, es el descubrimiento de Jarrod tras su máscara. Espectacular. Puro cine de terror y misterio usando la imagen y la música como recursos principales. Vamos, de bandera.



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Pero, lo admito, también hay cosas que siempre me han chocado un poco. La primera, que las figuras, antes de sufrir el accidente, YA se parecían a las actrices, cuando se supone que eso ocurre después, en el segundo museo. Por otro, bueno, algo que puede que suene un poco evidente pero que ahí queda: lo predecible que es la historia. ¿Y si esa escena inicial, la del accidente, no se hubiera dado? Y es que todos sabemos que la identidad del monstruo desde que sale. En fin...


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Con todo, peliculón que hay que ver, disfrutar y, de vez en cuando, revisitar. Una delicia desde que empieza hasta que acaba porque, lo digo de nuevo, pelis así ya no se hacen. Por desgracia...


Una cosita de última hora: para acrecentar el terror, la cinta se filmó en tres dimensiones, es decir, para verla con las gafitas de turno, algo inaudito en la época. Ahí quedan la escena del pesado de la pelotita y la raqueta en la entrada del museo, el baile con primer plano del trasero de las chicas o la colocación en primer término de las figuras en el museo, ardan o no.



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Vigilad el cielo.



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