domingo, 6 de noviembre de 2016

El baile de los vampiros






El baile de los vampiros. 
(The fearless vampire killers)
(1967)
Director: Roman Polanski.
Guión : Gérard Brach, Roman Polanski.


Roman Polanski.
Jack MacGowran.
Alfie bass.
Ferdy Mayne.
Iain Quarrier.
Sharon Tate.




El profesor Abronsius y su ayudante Alfred viajan a Transilvania para acabar con un vampiro…


Vamos allá con una peliculita que siempre me ha parecido curiosa. ¿La razón? Mucha gente ha oído hablar de ella pero eso no quiere decir que la hayan visto y, si lo han hecho, las opiniones acerca de la misma suelen ser muy variables. Yo, en muchas ocasiones he oído eso de “Sí, la de Roman Polanski, la de vampiros” pero poco más. Creo recordar que la vi hace un tiempo y la impresión que me dejó fue algo así como “ni fu, ni fa” pero, ya que me dedico últimamente a eso de vigilar los cielos, he decidido darle otra oportunidad. Muy bien, allá vamos…

Para empezar, sí me gustaría dejar clara una cosa: aunque hay vampiros con baile incluido y se oye la palabra Transilvania, esta no es una película de vampiros como todo el mundo piensa. Dicho de otra forma, esta cinta no es de miedo ni está en la misma línea de, por ejemplo, las películas de Christopher Lee. Y es que una de las características más evidente de la peli que tenemos por delante es que, por encima de todo el conjunto, se respira un aire de cachondeo más que palpable que hace que, si la ves por primera vez, te quedes algo sorprendido porque, quizás esperabas otra cosa. Cierto es que muchos, no sin cierta razón, sustituyen la palabra “cachondeo” por la expresión “humor burdo” Bueno, eso ya va en cuestión de gustos…

La película tiene varias cosas que me han gustado. Para empezar, nada de irse por las ramas y acudimos a una presentación inmediata de los protagonistas, Abronsius y Alfred, con narrador en off de por medio, en la lejana Transilvania. Y ya aquí vemos que algo pasa con el tono supuestamente serio que uno espera porque, o bien nos fallan los sentidos o el profesor Abronsius va hecho un polo en el carro. Y no lo digo exagerando: el amigo está medio congelado.

De ahí pasamos a una taberna en la que, por suerte, descongelamos
al profe pero también vemos dos cosas: para empezar, los pechos de una chica muy en la tradición de estas pelis. Luego, todo está plagado de ajos. Y aquí conocemos a más personajes: por un lado, el histriónico Shagal que, aparte de dueño de la taberna, está más salido que la punta de una lanza y va a por la pechugona que antes he nombrado. Por otro su hija, igual de pechugona que la anterior pero con el rostro y cuerpo de la bellísima Sharon Tate (Sarah), que no se corta en bañarse a todas horas aunque eso suponga que su padre le suelte una azotaina a voz en grito. Con todo, rarezas a un lado, destaco la ambientación de época en cuanto a escenarios y trajes. Si el profesor pregunta por un castillo y el único que habla es un tartamudo al que tapan la boca sin ningún pudor, ya es otra cosa.
Tras comprobar que aquí todo el mundo está como una chota (el profesor usa unas ventosas en la espalda a saber para qué, su ayudante, Alfred, es un inútil redomado, Shagal sigue salido levantándose en plena noche para darse un gusto con la pechugona...), se produce el primer ataque contra Sarah por un vampiro sucedáneo de Dracula que, ya puestos, antes de que le crezcan los colmillos parece que le ha crecido otra cosa porque se ha dado un festín viendo como Sarah se daba un baño. No le culpo. ¿Es eso todo? No, su padre, Shagal el salido, cae poco después en forma de casero congelado y previamente desangrado.

Y aquí seguimos con ese humor raro, ya que Shagal se convierte en vampiro poniendo todo tipo de caras y gestos extraños. Eso sí, sin dejar de perseguir a la criada de turno. Y es que ¿quién dijo que por ser un muerto revivido de manera vampírica no puedes tener tu fantasías? Por eso, el profesor y Alfred van tras él en una persecución de dibujo animado con confusión de barril de vino incluida, frase de “No está mal este vinillo” y profesor borrachín al final.




La cosa parece que se pone un poco seria cuando van al castillo y conocemos al conde y su hijo, Herbert pero el humor raro vuelve cuando buscan la cripta donde duermen los vampiros, que incluye al profesor atascado en un agujero, Alfred luciendo inutilidad para clavar una estaca o a Shagal que, cual mosca cojonera, dormía en el ataúd de Herbert ya que el sótano no le hacía gracia. Si a eso le añadimos que cuando se despierta vuelve a por la criada (que al final, debo decirlo, cae. Y es que, el que la sigue, la consigue) o ciertas tomas a cámara rápida de los protas tratando de armar un cañón, el humor (raro) está servido.





Y parece fácil...


Y así, asistimos a la escena del baile final Muy curioso esa escena en la que el conde y su hijo despiertan a los vampiros para que se unan a la fiesta y, de paso, asistir al rescate de Sarah.

¿Y qué hay del final? No lo voy a contar por si alguno se anima a ver la peli pero, con todo, creo que puede provocar dos opiniones: o crees que es una tontería, porque, después de todo lo que han pasado terminar así no tiene sentido, u opinas que la cosa, al menos, es original. Yo me inclino más por lo primero pero, como siempre digo, para algo están los gustos y las opiniones.

Los actores, por su parte, me parece que cumplen. Polanski queda bien como ayudante algo torpe, si bien resulta un poco inexpresivo y soso. Jack MacGowran resulta muy cómico como profesor chiflado a lo Einstein. Alfie Bass es el vampiro más raro, salido y juguetón que jamás he visto y tiene su gracia. Ferdy Mayne no es que se luzca mucho como conde pero ahí queda, lo mismo que Iain Quarrier que, sobre todo, luce peinado. Sharon Tate no es que se prodigue mucho pero lo poco que lo hace alegra la vista del, a veces, confundido espectador.








La película, en su conjunto, me ha parecido pasable, si bien es cierto que, en algunos momentos se me ha hecho algo lenta. Pienso que, sin ese humor tan extraño la cosa hubiera quedado mejor. No es que sea un punto en contra, pero creo que, muchas veces, la cosa está un poquito metida con calzador y uno no sabe si la cosa va en serio o no. Con todo, la acogida de público y crítica fue tan fría como cualquiera de los que acaban congelados en la peli. Polanski arremetió contra los productores que, según él, metieron la tijera de por medio y se cargaron mucho de la cinta. Quién sabe. Yo recomiendo verla, al menos, una vez, aunque sólo sea por ver a Sharon Tate en todo su esplendor. Eso sí, con la mente abierta, dispuestos a pasar un ratito agradable o, por lo menos, curioso. De lo contrario, puede que te estrelles.


Vigilad el cielo.





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