sábado, 19 de noviembre de 2016

El enigma de otro mundo







El enigma de otro mundo (The thing from another world)
(1951)
Director: Christian Nyby
Guión   : Charles Lederer


Kenneth Tobey
Robert Cornthwaite
Margaret Sheridan
Douglas Spencer
James Arness


Unos miembros del ejército son llamados para investigar un misterioso objeto que ha caído en el Polo Norte…



Los dorados años cincuenta fueron un campo de cultivo muy prolífico para el género de la ciencia ficción. En aquella época se rodaron toneladas de películas que definieron el género tal y como hoy lo conocemos: asistimos a invasiones de platillos volantes, monstruos mutantes, maridos espaciales u hombres menguantes que, en mayor o menor medida, siguen haciendo las delicias de los aficionados al género y, a veces, las tomamos como modelo para medir las que ahora se hacen.  Muchas hoy pueden destilar cierto aire cutrecillo pero adorable. Otras, en cambio, se han alzado como auténticos clásicos… como la película que hoy tenemos entre manos.

El grupo al trabajando...

El enigma de otro mundo es un caso raro dentro de la ciencia ficción de la época; está demasiado bien hecha y, encima, envejece con total dignidad. Muchos fueron los factores que intervinieron en este fenómeno.
Nada más empezar la película uno agradece que el típico narrador
con voz en off tan usual en los cincuenta en las cintas de ciencia ficción no haga su aparición. Menos mal. En la primera escena asistimos a la presentación de los personajes y se nos deja clara una cosa: esta es una película de diálogos. Y diálogos muy bien escritos y mejor llevados. Pronto nos damos cuenta de que es esta característica la que da a la cinta en general ese ritmo tan bien marcado que hace que te pegues al sofá y no quites ojos de la pantalla. Sin prisa, pero sin pausa, pasamos a la siguiente escena donde ya nos ponemos alerta: un avión no identificado se ha estrellado. Nada raro si no fuera porque eso no tiene que producir perturbaciones magnéticas de ningún tipo. Seguimos con más personajes y conocemos a la chica de turno, Nikki, que no encaja en el modelo “novia del héroe-desdichada”  Es más, es ayudante de alguien importante que se nos presenta de inmediato: el doctor Carrington, un científico muy bien interpretado por Robert Cornthwaite y que ya nos deja claro que de avión nada. Unas fotos lo demuestran.




La acción transcurre tranquila pero sin dejar ningún cabo suelto. Y en ello, de nuevo, los diálogos tienen una importancia más que fundamental: bien medidos, definiendo cada personaje y haciéndoles notar. Ya, cuando vamos al hielo y vemos el panorama, no queda más que dejarnos llevar por lo que dicen en esta escena mítica:




A partir de aquí, la acción está muy bien medida, mostrándonos las interacciones entre los personajes que, en la mayoría de los casos, no hacen más que discutir. Muy educados todos, eso sí, pero discutiendo. Y es que, lo repito, pocas películas de esta clase, si no ninguna, tienen unos diálogos tan buenos como estos.



Otra factor a tener en cuenta es la sutiliza que reina en todo el metraje. No tenemos que olvidar que, a fin de cuentas, estamos hablando de una historia bien simple: un extraterrestre viene a la tierra y empieza a hacer de las suyas entre unos científicos en el Polo Norte. El tema hubiera dado más que de sí para maquillajes variados, monstruos mejor o peor hechos y todo un despliegue de efectismo barato propio de la época. Pues bien, aquí todo se insinúa, muchas veces, usando los diálogos. ¿Vemos al extraterrestre en cuestión? De pasada (muchos dirán que eso y nada es lo mismo). De hecho, una vez encerrado en hielo (me encanta esa toma) y una escena rápida machacando una puerta (luego sale, sí, pero visto de lejos o envuelto en llamas) Pues bien, es un personaje, uno de los militares, quien dice al capitán (y de paso a nosotros) cómo es, qué aspecto tiene… ¿Por qué mostrar con efectos que hubieran sido algo primitivos lo que se puede insinuar? Y lo mismo ocurre cuando el brazo cortado del alien cobra vida. Si nos fijamos bien, hay un actor con la cabeza en medio del miembro en cuestión pero se entrevén los dedos moverse mientras el doctor Carrington y su equipo nos describen con palabras qué sucede. Insuperable.




La tensión en la película se palpa en todo momento, no sólo porque el monstruo está libre y es una amenaza brutal, sino porque los personajes, al chocar entre sí, hacen que las chispas inunden el ambiente. Y todo, lo digo otra vez, a través de un ritmo perfecto, marcado y llevado de forma magistral.





Tobey
Como ya he mencionado antes de pasada, otra cosa a tener en cuenta en esta película son los actores. Todos están muy bien, muy naturales, ya sean protagonistas o secundarios. Yo destaco, sobre todo, Cornthwaite como el doctor, estirado, brutalmente educado pero que no puede evitar dejarse llevar. Kenneth Tobey  está muy bien como el capitán Hendry, que mantiene el rango y las distancias pero, a la vez, resulta muy cercano. Y, por supuesto Douglas Spencer como Scott, el periodista bocazas y verborréico que no para de meter baza en cualquier situación. Debo admitir que a mí, al principio, era un personaje que no me terminaba de gustar; es más, hasta me caía un poquito gordo, siempre en mitad de todos los fregados y despilfarrando aire periodístico pero, a fuerza de verla muchas veces (y las que quedan…) hasta me empieza a caer bien. El resto, como secundarios, bastante correctos. Destaco el papel de la chica, Nikki, interpretado por Margaret Sheridan, que sale poco pero es una más del equipo de los buenos, sin amilanarse ni gritar porque sí.
La película, a pesar de ser de ciencia ficción e incluir naves, explosiones y extraterrestres con mucha mala savia espacial, no tiene muchos efectos especiales. No, al menos en la línea de las producciones de la época. De hecho, quitando la explosión con cargas térmicas y los electrodos que aplican al alien vegetal al final, pocos más vamos a encontrar (si no tenemos en cuenta la escena en la que arde) Pero, a fin de cuentas, ¿quién los necesita cuando se tienen todos los cabos tan bien atados como aquí? Lo dicho, sutileza y elegancia…
Hablar de curiosidades acerca de esta película implica caer en los comentarios de siempre acerca de la misma. ¿El principal? La dirección. Está firmada por Christian Nyby y producida por Howard Hawks, todo un monstruo en lo suyo. Ahora bien, la cuestión es quién hizo qué. Muchos dicen que fue el primero quien la dirigió bajo las órdenes bien claras del segundo. Otros opinan que Nyby hizo un aporte mínimo y que Hawks la dirigió a pesar de no estar acreditado. Los que respaldan esta versión se apoyan, sobre todo, en la temática de la cinta (personajes encerrados sin ayuda posible bajo una amenaza) y en el ritmo que marcan los diálogos, muy propios de Hawks. Con todo, si la controversia no fuera suficiente, hay que mencionar dos leyendas urbanas. Una, que James Arness (el alien) sostiene que era Nyby quien dirigía a pesar de que Hawks siempre rondaba el rodaje. Otra, que el protagonista, Kenneth Tobey, dice lo contrario. Y yo digo que a saber y qué más da a fin de cuentas. El caso es disfrutar de esta joya, que tiene muchos quilates en su haber.
Otro detalle curioso es el monstruo en sí. Hawks (de nuevo
mandando en su labor de productor), no estaba nada satisfecho con los diseños que hacía para el monstruo Lee Greenway y que este pasó varios meses probando y probando hasta que hubo uno que le gustó al productor. Sugerido por Hawks, le puso a James Arness una especie de frente tipo Frankenstein. No obstante, uno duda de si la cosa le gustó o no al jefe porque, al final, el rostro del alien sale muy poco.


Cosas de Hollywood:


Hawks quería algún tipo de seguro para la película pero nadie le tramitaba ninguna póliza. ¿Cómo asegurar a los actores que en pleno rodaje iban a simular ser congelados, quemados y atacados por perros hambrientos? Al final, lo consiguió.
Arness medía dos metros. Fue conocido por trabajar en otras series como Gunsmoke o La conquista del oeste.
En cuanto a presupuestos, hay diferentes teorías: unos dicen que tuvieron el equivalente a una peli de clase A, es decir, pasando del millón de dólares y otros que ni de broma sucedió eso. Ni soy experto ni quiero serlo pero vista la sencillez de todo en la peli, sin estrellas de primera fila en el reparto ni efectos espectaculares, yo me inclinaría pero lo segundo pero, repito, digo esto desde la ignorancia. Sea como fuere, ¡qué dinero más bien empleado!
Y, para terminar, no se puede hablar de esta película sin mencionar el remake de 1982 de John Carpenter, La Cosa, todo un acierto y una cosa rara dentro del mundo de lo remakes por lo bien que está. Eso sí, donde aquí se insinuaba, en la peli del ochenta y dos veíamos al monstruo en todo su esplendor, arropado por una buena dosis de casquería variada.
Nota personal: en la edición en vídeo que compré hace años, hay una escena de tonteo romántico entre el prota y la chica en la que ella le ata a una silla. En Dvd no he visto esa escena. Esta es una imagen de la misma:



Pues todo esto, amigos. Y. como colofón, quiero cerrar esta reseña haciendo mención del diálogo que el personaje de Scott dice al final de la película (tras una introducción algo pedante aludiendo a Noé pero no todo puede ser perfecto) y que me inspiró para nombrar este blog:


          
Pues eso, amigos: ¡Vigilad el cielo! ¡Vigilad!





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