sábado, 17 de octubre de 2015

El rayo invisible


El rayo invisible (The invisible ray)
(1936)

Director: Lambert Hillyer.
Guión   : John Colton, Howard Higgin, Douglas Hodges.

Boris Karloff.
Bela Lugosi.
Frances Drake.
Frank Lawton.
Walter Kingsford.
Beulah Bondi.






Un científico ha descubierto un rayo cósmico capaz de curar cualquier enfermedad...


Hola, hola, hola.


Hoy os traigo una película de lo más clásica dentro del cine de ciencia ficción y fantasioso de los años treinta que, como podéis imaginar nada más leer el reparto, tiene el valor añadido de contar con dos monstruos del cine de terror de la época: Bela Lugosi y Boris Karloff. Para este servidor, esto ya sería más que suficiente como para darle una oportunidad pero es bien cierto que la cinta contiene más cosas que deben de ser tenidas en cuenta. Vamos a ello...





La película se va a caracterizar porque, como era norma allá por aquellos años, no se va andar con zarandajas a la hora de presentarnos la trama. Por eso, desde la primera escena, sabemos de qué va el cotarro: un científico amargado y solitario (como todos los de la época, menudo estigma para los científicos de verdad) ha descubierto algo y otros más sensatos y famosos van a evaluarlo, es decir, a restregarle por la cara que ha perdido su tiempo y que es tonto de baba integral. Nada más ver esto está claro por dónde van a ir los tiros: el famoso descubrimiento que, mira tú por dónde, sale bien, tarde o temprano, pasará factura. Esta rapidez se va a aplicar a los personajes: todos los principales de la trama los vamos a ver desde ya (luego hablaré de ellos)



La película sigue directa al grano y lo de perder tiempo no es para ella. En los primeros diez minutos se nos va a plantear el grueso de la peli en sí: el rayo misterioso que descubre el profesor Rukh (misterioso y alucinante, porque puede hacer casi de todo) es la excusa ideal para ir a África, buscar el yacimiento del misterioso Radio X y dar rienda suelta a la fantasía científica de la que hace gala la peli. Dicho así suena un poco simple y, de hecho, es cierto, pero forma parte del encanto del producto. Hoy, por supuesto, esto sería excusa para apabullar al espectador con toda clase de terminología científica aburrida pero, en aquellos lejanos treinta, las cosas eran así: exponerlas, explicar poco y, si querías saber más, pues abrías un libro y allá tú con tus cosas y tu diarrea mental.






Y es aquí, poniéndome ya un poco analítico, donde puedo decir que la cinta tiene dos partes muy bien diferenciadas y que, según los gustos que tengáis, os vais a decantar por una u otra. 



La primera de ellas es la más científica, con toda la explicación del rayo misterioso, su viaje por el espacio y su cualidad para quedarse grabado en el universo. Pero, también y sobre todo, es la más aventurera y, puede, la que más larga sea. Por eso, asistimos a toda la aventura en el extraño continente africano donde no solo se busca el radio X; también conocemos los estudios y logros de Rukh, las posibilidades del radio X o cómo Diana, la mujercita de Rukh, descubre que le hace tilín un miembro más joven y normal que su marido de la expedición, Ronald. Además, somos testigos de la contaminación de Rukh y de cómo, poco a poco, va perdiendo la chaveta. La verdad, debo decir que esta primera parte es mi favorita y creí que toda la trama sucedería ahí. La idea de unos personajes aislados en África con el aliciente de que uno de ellos está como un enjambre de cabras no sonaba nada mal pero, mirad por dónde me equivoqué.



Y esto me lleva a la segunda parte, que es la que sucede en la
ciudad, cuando todos vuelven de África. Si bien la primera es más aventurera y científica, esta segunda se va a caracterizar por ser la típica del científico loco que mata por venganza utilizando un arma sobrenatural y llevándose por delante a quien sea. Claro que, por otra parte, es perfectamente normal: si a mí me roban a mi mujer, mi experimento y se enriquecen a mi costa, lo mismo me molesta un pelín. Lo que ocurre es que, en este tramo, las frikadas propias de la fantasía de la época son las que van a ser las protas más que la trama en sí. Sin duda, el ejemplo más evidente es la escena en la que, muerte va, muerte viene, el buen doctor Benet descubre un método para averiguar la última imagen que se queda registrada en la retina de un cadáver. Es surrealista total pero a mí me gusta y le da un aire encantador a la peli considerable (detalle que copiaron sin cortarse un pelo en Wild, Wild West, por cierto) A esto tenemos que añadirle el arma fantástica de Rukh, su capacidad para matar tocando al desgraciado de turno o la habilidad de brillar en la oscuridad cual Gusiluz. Dicho así suena friki total y lo es, pero, en su conjunto, la cosa tiene cierta coherencia que hace que lo veas como algo natural.



Los personajes, como dije antes, son presentados todos desde el principio y son tan arquetíticos como la peli en sí. Nada más ver la cara de Rukh, sabes que el tipo asusta y te preguntas por qué tiene una escarola en la cabeza. Benet, sir Francis Stevens y esposa son los típicos intelectuales, algunos, prescindibles(léase susceptibles de morir). Cuando veáis a Diana, tan mona y frágil, sorprende que sea la mujer de la bestia parda de Rukh y, por eso, en cuanto la mira Ronald, se sabe que entre los dos surgirá algo. Madre Rukh, su suegra, asusta casi tanto como el hijo de esta y es la monda animándole: "Deja a la gente en paz", le dice llena de amor maternal. Y esta perla es solo una de muchas. Vamos, el pobrecito niño tuvo que ser carne de psicólogo. De eso o de asesino cósmico, como es el caso.







Los actores están muy bien pero, entre vosotros y yo, esta peli es de dos: Boris Karloff y Bela Lugosi. Karloff lo borda; al principio, se muestra tímido, humilde, prigadillo y sencillo pero su cara le delata. Luego, es una bestia sin escrúpulos que quiere matar y vengarse por el placer
de hacerlo. Lugosi es el perfecto y elegante científico famoso, respetable y respetado. Resulta muy serio y señorial con esa perilla y, por una vez, no es el malo. Ambos tienen un mano a mano muy interesante y, sin duda, la presencia de los dos es más que justificación para ver la peli. Frances Drake queda bien como Diana pero algo pavisosa e inexpresiva, lo mismo que Frank Lawton en el papel de Ronald que, por cierto, no es que pinte mucho y a mí me cae un poquito gordo de lo sosainas que es. Walter Kingsford y Beulah Bondi como sir Francis Stevens y su mujer Arabella complementan a los otros de manera bastante natural. Con todo, lo digo otra vez: esta peli es por y para Karloff y Lugosi y, los demás, que arreen.


La película tiene un par de momentos con respecto a los efectos especiales bastante curiosos y que sí me gustaría comentar. El primero, es el que acompaña a toda la explicación inicial del rayo de Andrómeda por parte de Rukh. Las tomas espaciales están muy conseguidas (¿imágenes de archivo?) lo mismo que el momento en el que el meteoro se estrella contra la Tierra.  El toque brillante del doctor al estar contaminado es muy curioso y, para la época, está muy creíble, lo mismo que el ya comentado momento de la última imagen en el ojo del muerto.










¿Cosas que me parecen un poco mejorables? Algunas. Por ejemplo, creo que la parte de los asesinatos está mostrada un poquito rápida, más que nada, porque no los vemos; solo lo que dicen los periódicos, muertes y destrozos con las estatuas incluidos. Es como si hubieran tenido mucha prisa por terminar y en la parte final las cosas se aceleraran conforme la peli avanza y se cree ese sentimiento de que faltara algo. Por otro lado, la cintaes extremadamente predecible pero esto no es que sea algo malo; es solo la tónica que tenían estas producciones en la época. 




Esto ha sido todo. La verdad es que la película me gusta bastante y la considero muy agradable de ver; es un tipo de cine y fantasía que hoy no se hacen ni de lejos. Me resulta muy divertida, va a lo que va y no pierde el tiempo en cosas que no vienen a cuento. Además, lo digo de nuevo, es una de esas ocasiones para ver a dos monstruos como Lugosi y Karloff compartiendo trama y plano, cosa que, ya de por sí, hacen que esta peli tenga que verse.



Vigilad el cielo.






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