Ultimátum a la Tierra (The day the Earth stood still)(1951)
La
Tierra recibe la visita de un platillo volante. Su piloto, Klaatu, trae un mensaje
de advertencia para nosotros…
Esta
película es un caso extraño dentro del cine de ciencia-ficción de los años
cincuenta. Cualquier aficionado al género de la época sabe que, durante esa
década (y parte de la posterior) y, salvo excepciones, las películas de
extraterrestres se caracterizaban por una cosa fundamental: el absurdo. Esto no
quiere decir que las películas lo fueran pero sí es cierto que, muchas veces,
contenían elementos que rallaban lo estrambótico y que, como consecuencia,
daban al resultado final cierto aire extraño. ¿Ejemplos? A patadas. Ahí podemos
ver Viaje al séptimo planeta, El planetade los vampiros, Vuelo a Marte, La Garra gigante y muchas otras. Pues bien.
Este Ultimátum a la Tierra se
caracteriza, sobre todo, porque va a dar al traste con esa filosofía extraña
que imperaba en las películas de extraterrestres de la época y va a aportar un
sano y buen chorro de aire fresco al tema.
Director: Robert Wise
Guión :
Edmund H. North, Harry Bates
Michael Rennie
Patricia Neal
Hugh Marlowe
Sam Jaffe
Para
empezar, el argumento es de lo más original. Los humanos no son los avanzados
ni adelantados. No han conquistado nada ni han hecho cosas de provecho. Nada de
eso; aquí somos las ovejas descarriadas y, por jugar con fuego, estamos al
borde del precipicio. Por eso, necesitamos ayuda, que alguien nos lleve de la
mano con responsabilidad y nos guíe por el camino recto pero, eso sí, que
también nos haga ver que, si seguimos haciendo las cosas mal, tocará castigo.
Ya
de entrada, durante los títulos de crédito, y sin que nos demos cuenta, se nos empieza
a decir algo: si nos fijamos, mientras el elenco de actores, director etc…
pasan ante nuestros ojos, podemos comprobar que, a modo de visión subjetiva,
algo se va acercando a la Tierra. No hay momento de respiro ya que, cuando los
mencionados títulos de crédito desaparecen, somos testigos a través de diferentes
escenas en distintos sitios de que, en efecto, distintos técnicos confirman que
algo se acerca a gran velocidad. Por si
esto fuera poco, los espectadores son preparados para lo que ha de venir en
forma de distintos locutores que informan de la noticia.
Como
puede verse, la inmediatez es una de las características del esta cinta, si
bien es cierto que, sobre todo, se da al comienzo. De hecho, el ovni aparece a los
cuatro minutos de metraje. Aquí, si no has visto la película y te guías por el
título y que en la trama hay extraterrestres de por medio, estás dispuesto a
dejarte llevar y contemplar cómo, de nuevo, los aliens, nos masacran.
Pues
no.
Después
de unas tomas muy acertadas en la que un platillo volante al más puro estilo de
los cincuenta se acerca y aterriza, podemos comprobar que estábamos
equivocados. La máquina llega sin mucha espectacularidad, aterriza y nada más.
Y es aquí donde acudimos a la gran constante de la película: hacernos ver el
modo tan irracional a través del cual se comporta el ser humano cuando se
enfrenta a los desconocido, es decir, nos ponemos a la defensiva, sacamos las
armas y, si vemos un extraterrestre enfundado en un traje algo cantoso que
oculta su rostro bajo una escafandra que parece algo agobiante para el pobre
que va debajo, da igual; le pegamos un tiro y en paz. La cuestión es disparar
primero y preguntar después. Si, tras la primera víctima, aparece otro
extraterrestre más robusto, alto y amenazador, ahí ya no hay vuelta atrás: nos
disponemos para lo peor. Por suerte, el
que tiene más sentido común es el extraterrestre del disparo que le dice a su
compañero en un idioma raro que se esté quieto.
En
este punto el espectador puede estar un poquito a cuadros. ¿El extraterrestre
no nos ha machacado con algún rayo destructor? ¿Le han pegado un tiro? ¿¿Le
llevan a un hospital?? Pues sí, amigos, sí. Y es ahí donde, después de unos
planos en los que vemos al alien de espaldas, vemos, al fin, al señor Klaatu.
Gran punto a favor de la cinta ya que no tiene no varios ojos, ni orejas
puntiagudas ni cara de bicho raro. Es de lo más normal, con el rostro de
Michael Rennie. Nada espectacular ni rimbombante; sólo un personaje hablando
racional y tranquilo acerca de su propósito. Muy acertada esta escena, ya que nos
deja claro que esta va a ser una película de mucho diálogo y poca acción, otra
de las características por las que se va a diferenciar del resto de sus
coetáneas.
Aquí
es cuando la película va a frenar el carácter fantástico en sí y, por medio de
un ritmo muy medido y reposado, se va a centrar en los esfuerzos (no pocos,
claro) por parte de Carpenter (Klaatu) por sumergirse en los entresijos de los
terráqueos, tratar de comprenderlos y, cómo no, encontrar un modo de cumplir su
misión. Y, cosa curiosa, de todos los habitantes del planeta, con quien mejor
hace migas es con un niño. Y, en este momento, se establece otra subtrama que
refuerza muy bien a la principal: la historia de Elena y el idiota de su novio Tom.
Todo al servicio de una buena historia, original, sin tiros, explosiones ni
monstruos amenazantes, aderezada por bueno diálogos y, como dije antes, un
ritmo muy bien marcado. No obstante, este carácter de “freno” se acelera cuando
Klaatu es declarado una amenaza y, como tal, perseguido. La cadena de acontecimientos
que vienen a continuación me parece muy bien llevada, hechos que culminan con
la amenaza final de Klaatu. Y esta es otra de las cosas buenas de la peli: pudieron
dar rienda suelta a los efectos (buenos o no, caros o baratos) y caer en el
tópico que muchos esperarían pero, no es así: la amenaza de Klaatu es detener
el mundo, ya que todo lo que funciona con electricidad ha quedado neutralizado…
salvo aviones y hospitales. Porque, ese es el ultimátum: nos estamos pasando
con tanta prueba atómica. Si la utilizamos para fastidiar a los demás en el espacio,
nos aniquilarán. Y con razón.
Los
actores están muy bien pero, como es obvio, hay que destacar a Michael Rennie
como Carpenter/Klaatu. Aporta seriedad, serenidad y ese puntito misterioso adecuado
para el personaje (muy buenas esas tomas en las que se mantiene en la sombra). Sam
Jaffe como el profesor me parece muy convincente, si bien es cierto que se luce
poco. Lo mismo sucede con Patricia Neal (Elena) y Hugh Marlowe (Tom) que refuerzan
muy bien al principal e incluso Marlowe, lo poco que sale, llega a caer
bastante mal. El niño, Billy Gray (Bobby) está bastante natural. En conjunto,
me parece un elenco que cumple muy bien con su cometido.
¿Alguna
cosa mejorable? Bueno, claro. Una de ellas viene dada por las limitaciones en
efectos de la época. Así, Gort se nota que, en determinadas tomas (cuando está
quieto, por ejemplo), recuerda mucho a una figura o un muñeco. Y, cuando
camina, el traje puede cantar mucho (fijaos en las dobleces de las piernas)
Bueno, supongo que se puede decir que no dejan de ser cosas inevitables propias
del momento en que se filmó. De todos modos, lo repito: esta no es una película
de efectos especiales que sirve de excusa a que estos se luzcan y, lo digo de
nuevo, es una de sus muchas cualidades.
¿Más?
Bueno, si nos ponemos en plan detallista, creo que las tomas a cámara rápida
del público huyendo despavorido cuando aparece Gort se notan demasiado; son muy
cortitas pero lo cierto es que ahí están. También en lo que respecta al guión (en
la parte final), me parece un poco simple que los militares, que ya van a por
Klaatu para cargárselo, se fíen a pies juntillas de las indicaciones que les da
un niño para seguir al taxi en la que van los protagonistas. Ah, y sí, el
locutor encajado bajo ese sombrero tan bien colocado que nos narra el tema de
la nave, tiene el bigote mal cortado. Como dije antes, detallista que se pone
uno…
Pues
eso es todo. Para mí, una película que debe verse y revisitarse las veces que
haga falta, un buen ejemplo de ciencia-ficción cincuentera de la buena, esa que
se ha quedado intemporal y que, de algún modo, sirve de modelo para hablar de
los buenos casos dentro del género. Es cierto que hay quien dice (no sin cierta
razón) que la película, en conjunto, no ha envejecido muy bien y que se ha
quedado muy anclada en la época en la que se hizo. Bueno, opiniones debe de
haber de todo los tipos y para todos. Para mí, una joyita que demuestra que, en
el género en el que se mueve, no tiene necesariamente que haber explosiones,
monstruos malvados y comidas de cerebro que rocen lo surrealista.
Tuvo,
cómo no, un remake en 2008 con el rostro de Keanu Reeves haciendo de
extraterrestre y un Gort gigantesco a modo de Mazinger Z digital, por supuesto.
No estuvo mal pero me quedo con esta clásica.
Y,
como remate: esta película ha inspirado a muchos y muchas cintas, haciéndose
notar de un modo u otro. Por ejemplo, en El
retorno del Jedi, hay varios personajes secundarios en el palacio de Jabba
el Hutt que se llaman Klaatu, Barada y Nikto respectivamente. Y, sí, está claro
que dichas palabras inspiraron a Sam Raimi para que Ash las soltase en el
momento más delirante de El ejército de
las tinieblas, esa secuencia que todo el que ve la película (guste o no),
hace que la recuerdes.
Es
todo por hoy. Muchas gracias por el ratito y… ¡vigilad el cielo!
La voy a ver... Llevaba pensándolo un tiempo pero después de leer tu explicación la voy a ver sin duda...
ResponderEliminarCelebro que te animes, Iris. Espero que te guste tanto como a mí. Cuando la veas, intercambiamos opiniones.
ResponderEliminar¡Gracias por escribir y saludos varios!