(1981)
Director: Oliver
Stone.
Guión : Oliver Stone.
Michael Caine
Andrea
Marcovicci
Annie McEnroe
Brian Ferguson
Mara Hobel
Un dibujante de cómics pierde su mano en un accidente de coche… o eso cree él.
Vamos
allá con una peliculita que, a pesar de los nombres que la respaldan (nada
menos que Michael Caine delante de la cámara y el mismísimo Oliver Stone tras
ella) suele pasar como un producto más o menos desapercibido dentro de los
cánones del género, algo así como una especie de plato de segunda categoría. Se
ve que después de dirigir su primer largometraje, Tango Macabro (1974), al
señor Stone le gustó eso del miedo y el suspense y se decidió por el tema de la
mano sobrenatural y asesina (nada nuevo, Las manos de Orlac pueden
atestiguarlo) Además, hay que decir que, después de firmar el guión de Conan el bárbaro (sí, la peli que dio fama a Arnold, dato que suele acabar eclipsado por
la presencia del actor), el director adquirió fama y prestigio. Yo la he visto
ya varias veces, así que aquí os traigo mis impresiones:
A
favor puedo destacar que, desde luego, la peli no pierde el tiempo, ni en los
personajes ni en la trama. Por eso, desde la primera escena, conocemos a los
protas que van a ser el eje de todo:
Jonathan Lansdale (Caine), su esposa Ann (Andrea Marcovicci) y la pequeña de
ambos, Lizzie (Mara Hobel) Si, desde ya, vemos que él se dedica a los cómics,
no hace falta ser un adivino para saber qué va a pasar. No obstante, el guión
se las apaña para dejarnos clara la situación familiar, ya que el matrimonio no
está muy bien que digamos y la posibilidad de comprar un apartamento en Nueva
York puede ser motivo para que todo se vaya al traste. A lo largo de toda la
peli, los personajes se van a desarrollar, cada uno a su modo, claro. Unos por
el derrotero loco/psicótico/criminal y otras por el de mujer independiente que
quiere empezar de nuevo. A lo largo de la cinta, los personajes se las apañan
para mostrarse todo lo humanos que pueden y debo decir que se alejan de los
tópicos del héroe/heroína de turno. Sí debo decir que el de Ann, la esposa de
John, no termina de caerme bien del todo ya que me da que no parece saber muy
bien qué quiere pero debo admitir que es una buena excusa para que muchas de
las cosas que vemos en la peli puedan suceder.
Los
secundarios, por su parte, léase Brian (Bruce McGill) y Stella (Annie McEnroe),
complementan, a su modo, el argumento que los principales ponen en bandeja. No
más, pero tampoco menos. Y es que hay que decir que esta no es una peli en la
que, precisamente, haya un elenco de personajes muy extenso (y, bien mirado,
algunos, hasta me sobran)


Sigo.
Me gustan las escena del susodicho miembro arrastrándose por el campo, podrido
y lleno de bichos, así como la “activación del mismo” cuando le proponen al
dibujante uno que le sustituya mientras el centollo, langosta o lo que sea que
tiene en el plato se mueve (cosa que, por cierto, a nadie importa un pimiento
porque no dicen nada) Y es que eso de que usen un sustituto no es, a veces,
buena idea. Si a esto le añadimos sueños extraños (en blanco y negro) o que los
dibujos que ha hecho tu sustituto han sido tachados de manera muy poco
artística, tenemos un complemento bastante bien llevado entre lo escatológico y
terrorífico con lo misterioso. Eso, por supuesto, con el toquecito de drama al
que he hecho mención antes.
Los
actores me parecen normalitos, si bien es cierto que todo el peso de esta peli
recae sobre Michael Caine y creo que, de no estar él, la cinta estaría en un
olvido más oscuro aún del que está habitualmente. Andrea Marcovicci, como Ann, me queda un
poquito simple y sosa y debo reconocer que el personaje me cae mal porque no sé
muy bien qué quiere: al principio dice que quiere hablar y quince minutos
después quiere poner tierra de por medio largándose a la ciudad. Bruce McGill
como Brian es un mero apoyo y una excusa perfecta para ser cadáver. Annie
McEnroe haciendo de Stella aporta un pelín de drama y tensión y es el personaje
ideal para que haya desnudo y sexo de por medio (eso sí, me gusta los ojos que
pone cuando la vemos en el maletero del coche) Y la chica es arrojada ya que se
queja a su profesor (un desconocido) que el chico que le mola no la mira el
culo y, segundos después, se queda en pelotas ante el primero. Misterios de la
docencia…
En
cuanto a Michael Caine, debo decir que sí me gusta y, repito, sin él, ya
veríamos dónde hubiera acabado la peli. Bien cierto es que, si buscas en
Internet, las opiniones acerca de su actuación en esta peli están divididas: unos
creen que lo hace muy bien y otros, si bien no es que digan que lo hace mal, sí
opinan que se pasa de histriónico y que, en definitiva, sobreactúa un pelín. Yo
creo que me pongo con los del primer grupo. Me gusta cómo lo hace y tengo que
mencionar de manera especial sus momentos de lunático entre los que incluyo ese
en el que se entera de que Stella se va (vaya cara de Lado Oscuro) y la escena
final con la doctora (que no sé de dónde sale) Eso sí, reconozco que en las dos
escenas en las que hace el amor, el amigo Caine peca un poquito de impasible y
cara de cartón (entiendo que tu mano sea artificial pero SOLO tu mano)

¿La
recomiendo? Para pasar un ratito curioso, sí. No es el colmo del terror (¡ni
mucho menos!) pero estoy seguro de que pasarás ciento y poco minutos más o
menos distraído. Eso sí, puede que la olvides rápido y, como mucho, se te quede
alguna escenita de con mano incluida, pero poco más.
Como
curiosidades os digo que:
-El
tema de la mano que hace de las suyas es cualquier cosa menos novedoso. Ahí
tenemos Las manos de Orlac, Ahora
empiezan los gritos (puedes leer la reseña aquí) o una de las historias de El doctor Terror y la casa de los horrores,
en concreto, el episodio del crítico de arte con Christopher Lee y Michael
Cough (reseña disponible aquí)
-Michael
Caine no fue la primera opción. Primero se pensó en Jon Voight, Christopher
Walken o Dustin Hoffman. Todos ellos rechazaron el papel.
-Caine
es un tipo sincero: aceptó hacer la peli para pagarse las obras de su nuevo garaje,
cosa que demuestra que el glamour de Hollywood, a veces, no lo es tal. Y al
amigo ha confesado que ha hecho algunas pelis para pagarse caprichos. Si yo pudiera,
haría lo mismo.
-Una
cosa que no me queda clara: cuando Stella va a ver a Jonathan, le entrega un
bloc de dibujo conde vemos el dibujo de una chica montada (sexualmente
hablando) en una mano. Luego se dice que el dibujo lo hizo él. A ver, ¿quién de
los dos hizo el dibujo?
-Al
final, ¿él está en un psiquiátrico? A mí me parece cualquier sala de
interrogatorios de Expediente X.
-Hablando
de esta escena, vaya seguridad cutre: un lunático a solas con una doctora.
-Como nota personal: ojalá se hubiera cargado a Ann y al profe de Yoga. Cuestión de gustos.
-Bien
mirado, el amigo dibujante escondía un lado oscuro y asesino considerable, ¿no?
-Como nota personal: ojalá se hubiera cargado a Ann y al profe de Yoga. Cuestión de gustos.
-El
borracho de la calle es Oliver Stone.
Vigilad
el cielo.
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