sábado, 11 de mayo de 2013

La gran sorpresa



La gran sorpresa (The first men in the moon)
(1964)

Director: Nathan Juran.
Guión   : Nigel Kneale, Jan Read.

Edward Judd.
Martha Hyer.
Lionel Jeffries.



Unos astronautas que pisan la luna por primera vez se encuentran con una sorpresa: hay una bandera inglesa que reclama el satélite para el Imperio Británico que data del siglo XIX…


Esta película está basada en la novela “Los primeros hombres en la Luna”, escrita por H. G. Wells allá por 1901 y todo un clásico de la literatura de ciencia ficción que juega con una idea que ahora puede parecer simple pero que, por entonces, era el no va más: los viajes a la misteriosa Luna. Y, como muestra magistral de creatividad, nada de cohetes, reactores o cañones. El producto que provoca el vuelo es una sustancia, la cavorita, que, extendida y enfriada sobre una superficie, hace que esta desafíe la gravedad. Vamos, para quitarse el sombrero.
La historia parte de una premisa inicial de lo más atractiva: alguien ha estado en la Luna antes que los astronautas de la época (está ambientada en 1964) A partir de aquí, se produce un flash-back que narra lo que de veras ocurrió un siglo atrás y nos adentra en la historia del libro en sí.
Como la mayoría de las cintas de fantasía de la época, en esta película hay de todo: maquetas, monstruos, alienígenas, viajes peligrosos y mucha, mucha aventura de la buena. Por suerte, siguiendo el estilo de Wells (muy propio de la época en que se escribió la novela), por encima de todo puede respirarse ese aire ingenuo que se centra en el hecho en sí (viajar a la Luna untando una cápsula con una sustancia llamada Cavorita que burla a la gravedad) y no en datos científicos o técnicos que justifiquen de dónde sale cada cosa. A fin de cuentas, uno ve una película así para divertirse y no para ser abrumado por ciencia real pura y dura (al estilo Julio Verne)
Destaco la ambientación que, como ya dije, está situada en su mayoría en el siglo XIX y que, precisamente por eso, le da un encanto especial a la cinta. Las maquetas de las naves espaciales están bien conseguidas a pesar de que, a veces, se nota el truco, pero ello no interfiere en el objetivo de la peli, que es entretener al cien por cien. Lo mismo ocurre con las tomas del paisaje lunar que, en mi opinión, están muy bien hechas.
Los actores están muy correctos, sobre todo Lionel Jeffries en el papel del profesor chiflado Cavor. Lomismo puedo decir de Edward Judd como Bedford o Martha Hyer haciendo de la enamorada Kate.  Los personajes que representan están muy bien definidos y, cada uno, cumple a la perfección con su rol: el protagonista aventurero y algo caradura, la novia del héroe a veces incordiante y el sabio/profesor tan inteligente como despistado. Tópico absoluto pero, como todos sabemos, las viejas fórmulas siempre funcionan. Y, por encima de todo, un detalle que hace que muchos lo señalen como un pequeño defecto en la cinta en general pero que a mí me gusta porque la diferencia de otras producciones de la época: el humor que impera a lo largo de toda la historia, bien sea en forma de comentarios (hacia los ingleses, por ejemplo) o de lo que hacen y dicen los personajes en sí, sobre todo el del profesor Cavor y sus excentricidades (véase el chiste de “¿No están casados? ¡Entonces salga de su habitación!”)
Y, como es obvio, en una película de fantasía como esta no pueden faltar los efectos especiales. Como ya señalé antes, las maquetas de las naves y los paisajes lunares están más que logrados. Pero si de efectos hablamos, tenemos que hacer mención especial al responsable de los monstruos que, en forma de gusanos gigantescos (mi favorito) o selenitas variados, aparecen aquí. Me refiero, cómo no, al maestro Ray Harryhausen, el responsable de títulos como Jasón y los argonautas, Simbad y la princesa o, dos años después de esta gran sorpresa, la espectacular Hace un millón de años. Increíble que todas estas cosas se realizaran con muñecos articulados animándolos fotograma a fotograma. Por cierto, a destacar el efecto de los rayos X cuando los selenitas examinan a la chica o las explosiones que Cavor y su cavorita provocan para desafiar a la gravedad.






¿Cosas mejorables? Muchos, como ya dije antes, han atacado esta cinta por los toques de humor que contiene. Bueno, cuestión de gustos. Sí es cierto que lo mismo que brilla en algunos detalles, también canta en otros, como por ejemplo, algunos selenitas que se notan que son personas disfrazadas o que el toque cartón piedra de algunos paisajes es más que evidente (por cierto, ¿los focos que se ven reflejados en las viseras de los astronautas al principio son los del rodaje? Ahí queda eso…) Y, si nos ponemos en plan científico, descubriremos que, aquí, la ausencia de la gravedad se la comen con patatas, al igual que los astronautas se levantan la visera de sus escafandras y respiran como Pedro por su casa. Sí. ¿Y? No creo que nadie vea una película de estas características para asistir a una lección de física o astronomía. Yo, desde luego, no. Es más, me llama más la atención el horrible peinado de la peluca de la prota que cualquiera de las cosas anteriores pero, repito, sobre gustos…



Pues bien, esto es todo. Si podéis, dadle una oportunidad. A mí me gusta mucho y, siempre que la veo, paso un rato entretenido, que es de lo que se trata. Es más, os animo a leer el libro sólo por comparar qué grado de adaptación hay en esta película. Vais a descubrir una aventura en toda regla donde al lector no se le da tregua.
Y, para terminar, comentaros que, como gran defensor del doblaje español que soy, esta película es toda una lección magistral en ese sentido.
Por cierto, lo de “La gran sorpresa” es un comentario que hace uno de los astronautas al principio de la peli y que alguien (esto siempre me ha parecido todo un misterio) decidió usar como título en nuestro idioma ya que el original, como puede verse, va por otros derroteros (Los primeros hombres en la Luna) y está sacado directamente del libro. En fin… Ah, y que quede claro, en la novela de Wells, no hay personaje femenino que valga ni, por supuesto, época actual alguna (es decir, el inicio en el que ven restos de otros visitantes en la Luna es cosecha propia de la peli y gran punto a favor). Además, las aventuras de Cavor y Bedford son algo distintas a las que vemos aquí pero te dejo que lo compruebes leyendo el libro.
¿Listos para viajar?
¡Pues preparad la cavorita y abrochaos los cinturones!
Vigilad el cielo.


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