martes, 25 de diciembre de 2012

Blancanieves y los siete enanitos




Blancanieves y los siete enanitos (Snow White and the seven dwarfs)
(1937)
Director: Walt Disney
Guión   : Ted Sears, Richard Creedon, Otto Englander, Dick Rickard, Earl Hurd, Merrill De Maris, Dorothy Ann Blank, Webb Smith. 

Adriana Caselotti
Lucille La Verne
Harry Stockwell
Roy Atwell
Pinto Colvig









La malvada Reina, celosa por la belleza de Blancanieves, ordena matar a la princesa…



Vamos allá con una película que es especial por muchas y muy variadas razones. Por un lado, es un clásico tremendo, un cinta de la que todos hemos oído hablar y, casi con toda seguridad, raro es el que no la haya visto. Por otro, supuso un punto de inflexión de importancia colosal dentro del cine de animación porque, gracias a ella, los dibujos animados son lo que son hoy día y el concepto de “película para niños” es el que todos conocemos. Sin Blancanieves y los enanitos que la acompañan (además de otros personajes, claro) no hubiera habido nada en lo que se refiere al mundo de la  animación. Sí, antes de ella había cortos animados pero estaba claro que aquello no era suficiente y, como siempre suele suceder en todos los campos, era necesario un cambio radical que redefiniese el género para poder seguir adelante. Y, también, fue todo un riesgo que, de haber salido mal, hubiera supuesto un estropicio de proporciones considerables. Por suerte para todos, no sólo salió bien: lo clavaron.

Lo primero que llama la atención nada más comenzar la película, desde el primer segundo, es la banda sonora. La música instrumental, soberbia. Las canciones, increíbles. Si hay algo que las diferencia de las últimas producciones Disney es que las letras están cuidadas de manera absolutamente exquisita, mostrando unos contenidos románticos, poéticos (cuando la cosa se pone seria, claro) y dando al conjunto un aire absolutamente delicioso. Si bien todo el repertorio es impresionante, cómo no destacar el tema que Blancanieves canta cuando ve al príncipe, el de la fiesta con los enanitos o, cómo no, el Heigh-Ho de los enanos al salir de la mina, un tema universal donde los haya. Y si delicioso es oírlos, más lo es aún verlos combinados con esos dibujos tan bien hechos y esa animación tan exquisita.


Otra cosa que entra bien por los ojos nada más empezar la película, en ese plano a modo de zoom en el que vemos la imagen del castillo acercándose, es que los fondos, lo mismo que todo, en esta película está pintado a mano. Decir esto puede parecer una obviedad pero os sugiero que os fijéis bien en este aspecto. Los colores tienen unos matices suaves propios de la aplicación a base de mano y pincel que da a todo el conjunto un aire de cuento de hadas apabullante, en contra del aspecto artificial y plano de los colores que podemos ver en muchas películas de animación hoy día donde se ha (por desgracia, al menos para mí), sustituido el pincel y la tinta por el botón del ordenador.

Seguimos, que aún queda. La animación es, simplemente, espectacular. Los movimientos de la reina, del príncipe o de Blancanieves son tremendamente realistas y, al menos para mí, tremendos. Atentos al gesto de los personajes (como los de la reina o el del cazador en el momento de matar a Blancanieves. Mirad la expresión de su cara y sus ojos) o de las ropas, como cualquier escena en la que la reina, en todo su esplendor, mueve su capa. ¿Es todo? No, porque los movimientos de Blancanieves al bailar te hacen pensar que es una persona de carne u hueso la que está moviéndose. Y lo mismo sucede con el príncipe que, aunque sale poco, siempre me ha parecido muy bien animado y, al menos siempre lo pensé, se echa en falta cierto mayor protagonismo por parte del mismo (aspecto que más tarde ampliaré en el apartado de las curiosidades) Por supuesto, los animadores, bajo la guía de Disney, supieron muy bien compaginar la animación realista de los personajes serios (basada, a su vez, en modelos vivos) con la más tradicional y cómica de los enanitos.

Otro aspecto que siempre me ha parecido impresionante en esta película es el tema de los efectos especiales que contiene. Por eso, destaco el mago del espejo, con esa cara a modo de máscara, las sombras que los personajes proyectan en cualquier suelo o  pared (sombras que, por cierto, se mueven al son del cuerpo que los proyecta. Impresionante) o cualquiera de los fondos en forma de cielos, nubes o bosques. Y ahí quedan los brillos que emiten los diamantes de la mina de los enanitos o la bruja (¡cómo me gusta este personaje!) caminando entre la bruma. Por supuesto, debo destacar uno de mis momentos favoritos: el de la transformación de la reina en bruja. Y, lo digo de nuevo: todo esto hecho a mano, sin ordenador. Ni falta que les hacía.

Si hay algo que destace para este vigilante del cielo, es que, en esta película, todo es adorable. Las palomas son deliciosas y cantan al son de Blancanieves. Y, sí, se sonrojan porque el príncipe es muy moreno y  muy guapo. El pozo emite un eco que, también, canta con Blancanieves y los animalitos del bosque, en la más pura tradición Disney, afinan voces con la princesa y acatan órdenes para limpiar la casa de los enanitos. Y punto en boca. Ni hay que buscar explicaciones ni tampoco hay por qué darlas. Ah, y los enanitos se pirran por un beso de la princesa. Venga ya, ¿quién no lo haría? Y, si hablamos de adorable, Blancanieves está en el pico de la cima de las cosas más adorables del universo cinematográfico.

Si esto no es candor...


Reparto de besos...


Me gustaría destacar una cosa que, al menos a mí me lo parece, está perdida hoy día. Y me refiero a que esta película, aunque puede verse y, por supuesto, disfrutarse por adultos y, en definitiva, por cualquier persona de cualquier edad, está destinada de manera clara a los niños. Y esto no sólo se aprecia en personajes y situaciones (princesas, príncipes, brujas, enanitos…) sino también en algo que me parece muy interesante: los miedos infantiles. Por eso, hay un terror (suena muy fuerte utilizar esta palabra hablando de Blancanieves) muy básico e infantil en forma de sombras, un bosque espeso, troncos cuyos ojos y ramas en forma de manos resultan terroríficos, otros ojos que observan en la oscuridad, la bruja… Se trata del miedo más primigenio, ese al que todos hemos temido siempre y que todos los niños, por supuesto, evitan. Pero aquí se muestra de manera clara y, sobre todo, muy efectiva porque, a fin de cuentas, es crucial para la historia. Estoy seguro que las escenas del terror de Blancanieves en el bosque o determinados momentos de la bruja, como ese brazo del cadáver en busca de agua, no se incluirían hoy día en una película infantil por considerarse poco adecuado. Y es que esto, entre otras cosas, es prueba de que la diferencia que hay entre esta cinta y las de hoy día. Al menos, por supuesto, para mí.
Y si el terror es básico e infantil, lo mismo ocurre con la cara opuesta, esto es, el humor. Aquí los animales se caen dando trompicones por las escaleras, los ratones, enfadados, expulsan la suciedad de su casa o los enanitos se hacen nudos con las barbas para no estornudar. También las moscas entran y salen al roncar o los enanitos, en el silencio de la casa, hacen ruidos al caminar. ¿Queda bien? Para mí, de maravilla.


Y, como debe ser, la perfección, muchas veces, se logra con un perfecto equilibrio de las partes. Aquí hay humor, aventura, sentimientos y drama. Porque, desde que Blancanieves da el mordisco a esa deliciosa y suculenta manzana roja, todo es drama. Y de los gordos. Tanto es así, que es enterrada en un ataúd de cristal (recuerdo, peli para niños) y los enanitos la lloran día tras día. Pero, como se dice en cierta película, “Las lágrimas se derraman como preludio de felicidad” Y aquí la felicidad viene en forma de príncipe y beso capaz de devolver el color a las mejillas de la princesa por excelencia de las películas de animación.

Esto ha sido todo. Decir que recomiendo verla puede sonar raro porque, casi con toda probabilidad, ya lo habréis hecho, aunque sea hace mucho tiempo. Por eso, daré un pasito más allá y os diré que la revisitéis. En su hora y poco de metraje, están condensadas toda la magia y aventura que representan la infancia. Eso, aparte de ser, para mí, una excelente película.

Os dejo unas cuantas curiosidades:           

-Esta película fue un punto de inflexión: cambió todo el imperio Disney de cabo a rabo y, además,  todo lo que crearon después, se basó en su realización.

-Disney sabía que los cortos animados estaban bien pero se necesitaba algo más, un golpe de efecto apropiado para la industria: un largo. Cosa curiosa, lo mismo pensaba Chaplin y sus cortos mudos.

-Incluso de puertas del estudio para dentro, pocos, quizás nadie, salvo el propio Disney, pensaban que el proyecto fuera viable: “¿Quién quiere ver un largo de dibujos animados?”, le preguntaron a uno de los animadores gente del propio estudio.

-La animación era considerada para algo de siete u ocho minutos, no para hora y media.

-Por eso, muchos pensaron que los colores brillantes dañarían la vista y darían dolor de cabeza al espectador.

-La idea de hacer un largometraje hizo que todos tomaran a Disney por chiflado. Por eso, el proyecto fue bautizado como “La locura de Disney”

-La historia de Blancanieves obsesionaba a Disney desde que, siendo niño, vio una versión muda.

-Su idea: combinar humor y situaciones serias. Gran idea, añado yo.

-La estrategia de Disney fue elaborada y muy sutil: primero, contrató nuevos dibujantes (sobre todo de chicas bonitas). Luego, lanzó la bomba: estaban allí para hacer un largometraje.

-Una noche, invitó a los dibujantes  cenar a un bar cercano. Él no acudió; se estaba preparando para lo que sucedería cuando los primeros regresaran. Al volver al estudio, Walt les contó TODA la historia de Blancanieves tal y como la había pensado. Pero fue más allá: representó, a modo de teatro, todos y cada uno de los personajes, poniendo voces, movimientos y canciones. Tardó unas dos horas y media. Los dibujantes, alucinados.

-Disney no decidió el nombre de los enanitos hasta un año antes del estreno.

-Disney era visionario en cuanto a proyectos pero pasaba un poco de dineros y cifras. Calculó a ojo el  presupuesto: 250.000 dólares. Muy pronto, la cosa subió a 400.000.

-Eso hizo que su hermano Roy, encargado de finanzas, lo viera todo cada vez más difícil.

-Se tardó cuatro años y medio en rodarla. ¿Os parece mucho? Para La Bella durmiente fueron siete y medio…

-Para conseguir dinero, se optó por una opción muy común hoy día: mostrar la peli a los banqueros para convertirlos en inversores.

-Por eso, invitaron a un banquero a ver en lo que estaban trabajando. Muchos pensaron que aquello sería el tiro de gracia al proyecto y todo se cancelaría. Cuando terminó el pase, el mencionado banquero dijo: “Os vais a forrar con esto” Ahí, todos respiraron aliviados.

-Disney sabía que iba a necesitar más animadores. En 1928 trabajaban diez en el estudio. Se hizo una campaña para atraer a más. Para Blancanieves se convocaron unos trescientos más. Todo eso, en plena depresión. De hecho, el único que ofrecía trabajo era Disney.

-A los dibujantes no solo se les contrataba; también se les formaba para perfeccionar el estilo a través de clases nocturnas.

-Para incentivar el ánimo creativo de los dibujantes, Disney les daba un par de monedas si inventaban un buen chiste que encajara con la historia. La escena en la que los enanitos se asoman a la cama de blancanieves sacando sus narices no estaba en el guión; fue obra de uno de los animadores y cobró por ello.

-Al estreno acudieron estrellas como Carole Lombard o Clark Gable. De ese modo, Blancanieves se convirtió en un acontecimiento social, algo de lo que hablar y que, desde luego, había que ver.

-El éxito de Blancanieves fue el motor que inspiró la adaptación de El mago de Oz e inauguró el concepto de “película familiar”

-Los enanitos, Blancanieves o la bruja plantearon problemas normales y corriente desde el punto de la animación, algo con lo que se podía tratar. El príncipe fue harina de otro costal. La animación masculina siempre fue mucho más difícil que la del resto. En un principio, el personaje salía más pero alguien pensó que sus movimientos, poses y gestos quedaban muy afeminados. Por eso, su participación en el metraje se redujo a lo mínimo imprescindible: el comienzo y el final. Y nada de darle diálogo.


-Con respecto a esto, cuando años más tardes algún animador hartaba a Disney, este le castigaba mandándole animar al príncipe. Esto le ocurrió al animador que se responsabilizó del príncipe Felipe en La bella durmiente. Y, por si no lo habéis notado, ambos personajes tienen cierto parecido.

-Disney dio importancia fundamental al as voces de los personajes. Buscó actores especializados en estornudar o reír. Con respecto a los estornudos, hacía castings a actores haciéndoles única y exclusivamente estornudar. El actor que seleccionado tuvo que estornudar unas cinco veces ante el director.

-Siempre que se habla de Blancanieves sale el nombre de Disney a relucir, cosa obvia por otra parte. Pero, casi en todos los casos, se olvida uno fundamental cuya participación en la película y relación con el personaje principal fue crucial para que el proyecto fuera un éxito: Adriana Caselotti fue la voz de Blancanieves. Su padre, profesor de canto, recibió una llamada de los estudios Disney en busca de una voz para el personaje. Adriana escuchó todo y dijo “Papá, ¿qué tal yo?”

-Disney buscaba una voz con toque de cuento de hadas, que hablara y cantara como una niña y que tuviera cierto tono de parecer de otro mundo. Desde luego, dieron en el clavo.

-Lucille Verne fue la reina. Para ciertos momentos, se quitó la dentadura postiza y el resultado, al hablar, quedó genial.

-La voz de Gruñón era la misma que la de Goofy.

-Las expresiones, vestimentas y gracias de Mudito estaban basadas en Harpo Marx, el mudo de los hermanos Marx. También contrataron a un actor de variedades para copiar movimientos y gestos.

-La apariencia de la reina recuerda de manera más que sospechosa al personaje de She, la diosa de fuego. Mirad:




Feliz Navidad... y Vigilad el cielo.

6 comentarios:

  1. Blancanieves el día de Navidad...no podías haber elegido mejor, querido Vigilante. Como bien dices en tu artículo el personaje de Blancanieves es absolutamente delicioso, dulces movimientos, exquisito gusto en el diseño de vestido y zapatos, y el príncipe más guapísimo y apuesto que se pueda una imaginar pero en el aspecto pedagógico voy más allá.

    Disney refleja en sus clásicos el triunfo del bien sobre el mal, del amor y la honestidad sobre la envidia o avaricia de manera impactante, contundente y absoluta, a diferencia de las insulsas películas modernas y estúpidos cuentos para niños en los que no hay luchas ni enfrentamientos de personajes que encarnen oposiciones morales, y de los que se pueda extraer alguna enseñanza.

    Sigue vigilando el cielo y Feliz Navidad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Violeta:

      Con tu ayuda, es un placer vigilar el cielo.

      Gracias mil.

      Eliminar
  2. BLANCANIEVES ES MI PRINCESA FAVORITA!

    ResponderEliminar
  3. YO CONOZCO ESTAS BLANCANIEVES Y ESTAS MALVADAS MADRASTRAS DE BLANCANIEVES:
    DISNEY(1937).
    JETLAG PRODUCTIONS Y GOODTIMES ENTERTAINMENT(1995).
    LILY COLLINS Y JULIA ROBERTS(2012).
    KRISTEN STEWART Y CHARLIZE THERON(2012).
    TARYN DAVIS,MONICA KEENA Y SIGOURNEY WEAVER(1997).
    ELIZABETH MCGOVERN Y VANESSA REDGRAVE(1984).
    KRISTIN KREUK Y MIRANDA RICHARDSON(2001).
    DIANA RIGG,NICOLA STAPLETON Y SARAH PATTERSON(1987).

    ResponderEliminar
  4. La primera vez que la vi me la rentaron en un videoclub junto con otras, jeje. Era yo muy, muy pequeño, y recuerdo cómo me impresionó la mirada y voz del cazador, como también la bruja al llevarle la manzana. No por nada es de las emblemáticas. No mi favorita de las animadas de Disney, pero sí una de ellas.

    ResponderEliminar
  5. Para mí es la película de animación por excelencia. La expresión de los personajes (quizás, salvo la de la propia Blancanieves), es espectacular.

    ResponderEliminar