sábado, 28 de enero de 2012

Pesadilla en Elm Street. El comienzo.

Pesadilla en Elm Street. El comienzo
2010
Director: Samuel Bayer
Guión     : Wesley Strick, Eric Heiserer
Jackie Earle Haley   
Rooney Mara
Kyle Gallner
Katie Cassidy
Thomas Dekker
Clancy Brown 





Unos chicos comienzan a tener pesadillas. En todas ellas, aparece el mismo y enigmático personaje ataviado con sombrero y mortíferas cuchillas en sus manos…

         Vamos allá con otro remake. Y es que sabido es por todos que Hollywood debe de andar un poquito escaso de ideas porque entre adaptaciones, remakes y precuelas parece que la cosa en cuestión de imaginación anda algo parada o, lo que es peor, está empezando a secarse.
            Todo remake es un riesgo, más aún si se trata de una película famosa. Hoy nos ocupa nada menos que una revisión de todo un clásico de los ochenta: Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) que, además, es una película de culto. Pocos, si no nadie, serán los que no hayan oído hablar de Freddy Krueger y sus dichosas cuchillas. El personaje ya forma parte de la cultura popular y eso hace que revisarle  pueda llegar a ser muy, pero que muy peligroso y que el riesgo de estrellarse sea demasiado alto. Claro que esto a Hollywood, visto lo visto, le trae al fresco a juzgar por el panorama que últimamente ronda por las pantallas. Con todo, los pobres vecinos de Elm street no son especiales y no se iban a librar de ser sometidos a un remake. De hecho, durante años, se habló de hacer una nueva versión de este clásico. Pues bien, ya la tenemos aquí. Veamos:
             A favor destaco que la película va al grano desde el principio, con esa escena inicial del chico (uno de los vampiros Cullen, por cierto) en la cafetería. A partir de aquí la cosa se pone fea y, sueño, va, pesadilla viene, vemos como Freddy hace de las suyas.
Freddy antes de pasarse al
lado oscuro (y chamuscado)
de los conserjes
Pero si hay una cosa en la que destaca esta versión, diferenciándose de la anterior, es que hay un empeño más que evidente en contarnos la razón de todo y asistimos al origen del asesino de los sueños. Es más, tenemos opción de ver el aspecto del amigo Krueger sin sombrero ni quemaduras de por medio, cosa que no deja de ser curiosa y, desde luego, original, ya que no se limita a calcar la versión anterior. Bien por este detalle.
Por lo demás, los efectos están correctos, si bien no son muy espectaculares. No al menos para el nivel que se está consiguiendo hoy día. Algún que otro Freddy por ordenador puede verse en forma de pared que cobra vida y las muertes (como la de Kris o la madre de Nancy) están bien logradas. No menos, pero tampoco más. 
            ¿Cosas mejorables? Pues muchas.
            Para empezar, hay que preguntarse si era necesario hacer un remake de una película que, como dije, ya forma parte de la cultura popular y que tiene por protagonista a todo un icono del cine. La respuesta, para mí, está clara: no. Y a partir de aquí, se pueden sacar los peros que uno quiera.
            Lo primero que me llamó la atención fueron algunos actores. Y es que se supone que aquí el personal tiene 16 ó 17 años (edad de instituto) El chico, Kyle Gallner, da el pego con su cara de amargue absoluto pero tratar que Katie Cassidy (Kris)  o Rooney Mara (Nancy) los aparenten es ridículo (sobre todo la primera)
El nuevo Freddy
El original. La expresión hecha
terror.
Y de aquí pasamos al gran “pero”. Y este es Freddy. Vamos a ver, ¿el actor Jackie Earle Haley (Rorscharch en Watchmen) lo hace bien? Bueno, yo creo que sí, dentro de los márgenes bajo los que está escrito el personaje en esta versión. Que este sea el Freddy de la película de los ochenta, es decir, el que todos conocemos, ya otra cosa muy distinta. Para empezar, no me gusta la máscara que le han colocado, que tiene aspecto de careta. Sí, da a entender que al tipo lo quemaron pero, con esos ojos chiquitines y la poca expresión que da al actor, uno no puede evitar recordar lo expresivo que era Robert Englund (¡ya tanto que lo era!) en la cinta de Wes Craven. Y del aspecto pasamos a las actitudes. Y es que, para mí, el mayor error de la cinta no está en los efectos, la sangre o que sea un guión mejorable en mayor o menor medida. Lo peor es que se han cargado toda la gracia de Freddy Krueger. El personaje original, a pesar de ser un asesino y un tío despreciable, estuvo descrito, dirigido e interpretado del tal forma que caía bien. Mataba, pero caía simpático. A diferencia de otros monstruos de tipo Drácula, Nosferatu o Leatherface, Freddy provocaba repulsión y simpatías a partes iguales hasta tal punto que el espectador de la época pasaba de los chicos actores y recordaban a Robert Englund por encima de todo y, desde luego, hoy se le sigue recordando igual. Pues bien, en esta nueva entrega, las bromas, los chistes, las caras de disfrute, el humor y la mala baba en general que irradiaba el Freddy original desaparecen. Una pena porque, al menos así me sucedió a mí, fui a ver la película sólo por ver qué habían hecho con el monstruo casi treinta años después. A todo eso hay que señalar que, en general, Freddy Krueger aquí se luce poco. Sale, claro (si no vaya plan) pero tienen más pesos los “chicos” (lo de las comillas va por el comentario anterior) que él.  Se extraña verle masacrando al personal como antaño. Aquí mata, pero sin esa chispa que todos los que han visto la cinta de Craven recuerdan. Y encima, lo poco que sale, envuelto en sombras que hacen que uno lo disfrute menos aún.
Lo admito. Un buen golpe de efecto.
¿Y la espectacularidad? Vale, estamos en el siglo XXI y este tipo de cosas se suponen ya chupadas para el cine. La cuestión es que la Pesadilla de Wes Craven ya era espectacular de por sí, más aún teniendo en cuenta la época en la que se filmó. Sí, ahora tenemos tomas CGI (como el ya nombrado Freddy que surge de la pared) pero yo, personalmente, sigo echando en falta ese teléfono al que le crece una lengua, la cascada inversa de sangre que surge de la cama y lo empapa todo (¡qué buena escena esa!) o la secuencia de la bañera de la cual surge la garra de Freddy y se lleva a la chica al fondo de quién sabe qué (por cierto, esa escena aquí la cortan. Una pena)
¿Dormido? ¿Pasmado?
En fin, una película que, como ya apunté antes, me parece totalmente innecesaria. Y es que en Hollywood se deberían plantear que, en lugar de hacer remakes sin ton ni son (vale, hay algunos que merecen la pena, como el King Kong de Peter Jackson pero este, al menos, añadió cosas hicieron el producto más atractivo e interesante) lo que deberían hacer es exprimir un poco más a los guionistas o, mejor aún, que los productores y magnates de los estudios se expriman a sí mismos para buscar ideas nuevas y, de paso, buenas. Decir que esta nueva Pesadilla es mala creo que es pasarse pero buena, desde luego no creo que sea. Es más, desde mi opinión, se quedaría muy justa en el escalón de regularcita. Le falta empuje, ideas y, sobre todo, chispa. Y es que, en mi humilde opinión, los causantes de pesadillas en Elm street serán por siempre Wes Craven, Robert Englund y la pandilla que les acompañó en un montón de películas. Las comparaciones son siempre odiosas pero si versionas algo, es un riesgo que debes asumir.
            Am, he oído que en Hollywood  están dispuestos a seguir adelante con las secuelas de turno.  Como alguien dijo: “¿Qué será, será…? 

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