domingo, 18 de septiembre de 2011

Robot monster


Robot monster (Robot monster)
(1953)
Director: Phil Tucker
Guión   : Wyott Ordung
George Nader
Claudia Barrett
Selena Royle
John Mylong
Gregory Moffett
Pamela Paulson
George Barrows





 
Bien, vamos allá con una de esas películas que casi todos consideran de culto, unos por unas razones y otros por otras. “Robot monster” en un auténtico despropósito desde que empieza hasta que acaba. Se trata de uno de esos productos en los que se dan un cúmulo de cosas cada una de las cuales es más estrambótica que la anterior, una mezcla de cine de catástrofes, alienígenas, invasiones extraterrestres y supervivencia pero todo mezclado, agitado, confundido y cualquier palabra similar que queramos usar.
 
Comencemos por la historia, que no tiene desperdicio: la Tierra se ve asolada por la llegada de un extraterrestre llamado Ro-Man con aspecto de mono que se carga todo lo que ve y más PERO no lo hace usando naves, maquinaria o robots asesinos que no piensan. Nada de eso. Él no sabe a quién se lleva por delante, pero calcula (de hecho, se pasa haciendo cálculos toda la película) cuántas personas hay aquí o allí, usa un rayo que le manda en jefe desde su planeta natal y listo. Después de todo eso, quedan cinco personas como únicos supervivientes, una familia  compuesta por el padre, la madre y tres hijos, una de ellas la guapa de turno.  ¿Por qué? Nada más fácil para el guionista: el padre de la familia inventó un suero que cura TODAS las enfermedades. Por eso, el rayo del mono del espacio no les hace daño, porque están inmunizados contra toda enfermedad (eso quiere decir, bajo esta lógica, que si cosen a tiros a la familia superviviente tampoco se mueren porque están inmunizados)
 
 
 A todo esto, llega el novio de la chica (también inmunizado) y ayuda a la familia. No obstante, en mitad del caos que tienen encima, con el extraterrestre calculando y venga a  calcular, los tortolitos deciden casarse. Muy bien, el padre de la chica hace de pastor y todos felices. No obstante, el extraterrestre recibe la gran bronca de su jefe (se comunican en inglés, por cierto) porque no termina de rematar a los supervivientes a pesar de tanto cálculo. Al final, el mono espacial se harta y mata a la hija más pequeña, al recién estrenado yerno y encima descubre que posee sentimientos humanos. Y tanto es así, porque le mola la recién casada-viuda y se la lleva a su cueva para, supongo, descubrir los entresijos de la anatomía femenina. Aquí, el jefe del susodicho se cabrea del todo, se lo carga y destruye la Tierra. PERO hay una sorpresa final que no contaré porque ya he destripado bastante.
 
Con semejante sinopsis, el espectáculo está asegurado. Ya desde el principio, cuando unos dinosaurios de pega aparecen porque sí en la película, uno se da cuenta de que la cosa va a traer tralla. Todo el metraje (una hora más o menos) es una sucesión de secuencias alucinantes: cómo lloran a la niña asesinada y el pobre yerno se muere al lado de la tumba y no le hacen ni caso porque han inventado un plan para salvarse; los susodichos dinosaurios y su explicación al final de la peli, las pompitas de jabón que rodean a los extraterrestres porque sí a modo de efecto espacial tope guay...
 Pero, mención especial aparte merece el aspecto de Ro-Man: un traje de mono descarado y cutre que hace que el pobre hombre que estuviera dentro de pena sólo por el calor que debió pasar. Pero ahí no queda eso: para darle un toque intelectual, de ciencia ficción, le colocan un casco mega-cutre de astronauta en la cabeza, estrecho y pequeño a más no poder, que hace que, a veces se intuya la cara del actor y a veces no, más que nada por aquello del vaho. No pasa nada; al jefe de Ro-Man le pasa igual (¿Sería el mismo actor? Gran misterio...)
Lo más alucinante (por decirlo de algú
n modo en una serie de secuencias alucinantes y alucinógenas) es la portada de la peli. Si la veis, el alienígena peludo tiene un rostro a lo Skeletor que tumba y presenta un dinosaurio en primer plano que no se lo salta un galgo.
 
Como curiosidad, no tiene precio. Si os hacéis con ella, permitid un consejo: abrid la mente, la bolsa de palomitas y la lata de coca cola (os hará falta cuando la garganta se os seque de reír)
 
¡A disfrutar y... vigilad el cielo !

 
 
 

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