domingo, 11 de febrero de 2024

Anabelle vuelve a casa




La saga de la muñeca infernal sigue su curso, estirando el chicle todo lo que puede e intentando asustar al personal. La cuestión es si es necesario seguir o no y eso es porque la película es flojita por varios motivos.

Para empezar, sabemos que los Warren tienen una hija que entra de pleno en el cliché de la niña mojigata, simple, rara (lleva en su mochila un crucifijo, ahí es nada) y triste porque, en semejante casa llena de artefactos demoníacos, nadie irá a su cumple. Pues claro. ¿Qué esperas? Ese sentimiento del cliché aumenta cuando conocemos a dos adolescentes repulsivas, una por listilla (Mary Ellen) y otra por estúpida integral (Daniella) Como esta perdió a su papi y tiene sentimientos de culpa, qué mejor modo de ir a casa de los Warren, donde la seguridad que guarda todos los cachivaches malignos es propia de la de un armario de colegio, y convocar el alma del susodicho padre. Como la muñeca Anabelle está por allí, ya tenemos el lío montado. Súmale de paso un par de fantasmas que pululan por el lugar para hinchar la trama y listos.

Una trama simple, lineal y muy predecible donde los sustos no son tales porque, en primer lugar, están forzados y, además, no asustan y se les ve venir de manera considerable. Se nota que las ganas son menores o, quizás, no han querido quebrarse mucho la cabeza porque la cinta promete terror pero lo que da son ganas de que te preguntes muchas cosas. ¿Cómo los Warren, que tienen la famosa habitación llena de cosas terroríficas, dejan a su hija sola un fin de semana con una canguro? ¿Por qué Daniella encuentra las llaves de la habitación de manera tan estúpida? ¿A qué viene la escena inicial del accidente y los fantasmas? ¿Por qué meter al hortera e indigesto noviete tocando la guitarra para ligarse a la rubia Mary Ellen? Bueno, vale, la escena del fantasma y las moneditas de los ojos está bien pero se hace muy larga porque parece que quieren rellenar minutos.

Pero, sin duda, lo que menos me ha gustado es ese tono de película adolescente que tiene. Uno no puede creerse que dos niñatas (con escena cutre de novio guitarrista escondiéndose en el gallinero huyendo de un hombre lobo incluida) monten la que montan. ¿A nadie se le ocurre llamar por teléfono a los Warren? 

Es (creo) la última película del universo Warren. Ojalá sea así. Una pena que esta saga empezó de manera excepcional pero ha ido derivando un un productos de ver y olvidar.

Y esa escena final donde todos acuden al cumple de Judy. Jo, qué bonito...



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