viernes, 4 de marzo de 2022

Refugio Macabro



Refugio macabro.

Asylum.

1972.

Director: Roy Ward baker.

Guión: Robert Bloch.


Robert Powell.

Richard Todd.

Barbara Parkins.

Peter Cushing.

Charlotte Rampling.

Britt Ekland.

Herbert Lom.


Un doctor es retado a averiguar quién de los pacientes de un manicomio es el director del mismo que ha enloquecido...


Esta película es producto de la factoría Amicus, que fue lo que podríamos llamar una rival de la legendaria Hammer en lo que a pelis de terror se refiere. Y debo decir personalmente que tiene títulos que me encantan como La bestia debe morir o, una de las más famosas, Doctor terror y la casa de los horrores.

La cinta está estructurada en ese formato que hoy parece olvidado que consistía en contar historias cortas a modo de episodios relacionados con una trama general. La historia me parece buenísima y el colmo de la originalidad: un psiquiatra novato llega a un manicomio y le dicen que el director del mismo se ha vuelto loco y es uno de los pacientes. Para demostrar su valía, el recién llegado debe entrevistarse con dichos pacientes y averiguar cuál de ellos es el susodicho director. Esto es una muestra de cómo los guionistas de ante se devanaban los sesos en busca de un guión original.

Simple y llanamente alucinante. Me parece increíble que una cinta de 1977 sea mucho más original en su planteamiento que la mayoría de las películas que ha parido en cine de terror actual en las últimas dos décadas. De este modo se consiguen dos cosas. La primera, que el interés en el espectador se despierte de manera automática. La segunda, que le haga partícipe de la investigación del nuevo doctor para saber quién es el loco. Cosa curiosa, esta técnica ya la llevo a cabo la productora en la excelente La bestia debe morir, donde se propone (literalmente, hasta marca los tiempos y detiene la película) al espectador que averigüe cuál de un grupo de personajes es un hombre lobo. 

Otro de los puntos a favor es que, si bien las historias son distintas entre sí y no son más que flash-backs, todo ocurre en  las paredes del manicomio, dando al conjunto un todo bastante agobiante porque, de algún modo, te planeas qué o quién va a tener la posibilidad de salir de allí. 

En cuanto al terror es elegante y muy diverso ya que, en cuatro episodios, pueden explayarse. Aquí vamos desde lo macabro, al monstruo de turno o a lo irreal sin ningún tipo de problemas. Todo ello, como era propio de la época, se ve de manera clara en la pantalla y no se oculta nada al espectador.

En cuanto a los actores, aquí hay unos cuantos y creo que cumplen muy bien. ¿Te suena el protagonista? Es lógico que, con estas pintas, si eres de la generación, sobre todo, de los ochenta, te resulte muy familiar, más aún, si te recuerdas a ti mismo devorando una torrija casera mientras veías la tele en la sobremesa durante la Semana Santa.




Sí, es Robert Powell, alias Jesús de Nazaret. Hay más, desde luego. Ahí está Herbert Lom construyendo muñecos a lo loco, el grandísimo Peter Cushing o una muy joven Charlotte Rampling. 

En cuanto a los episodios, esto puedo decir:


Frozen fear

Es el que más me ha gustado porque es el que más mala baba tiene. Los momentos el ataque de los miembros de la desgraciada esposa me parecen muy acertados pero, sin duda, lo mejor es esa escena en la que el marido oye un ruido (nada de música, gran acierto) y ve aparecer una cabeza (cortada) envuelta en papel. Sabes que algo va a subir desde el sótano pero no deja de ser impactante. 





The weird taylor

También muy bueno. No solo por lo impactante de la historia, sino porque todo tiene un aire de cuento de terror considerable. A fin de cuentas, estamos hablando de un traje que revive a los muertos. Además, sale Peter Cushing y con eso os lo digo todo. 



Lucy comes to stay

El más flojito porque, desde el comienzo, es un caso de doble personalidad al que ves venir desde la primera escena. Quizás algo más trabajado, con un tono de terror más directo, hubiera quedado mejor. Y, con más misterio, también.



Mannikins of horror

El más simpático. No porque sea cómico, que no tiene nada de ello. Es porque la historia es muy de cómic: un tipo que fabrica muñecos que, supuestamente, encierran órganos humanos y les da vida con la mente. Tiene la gracia de que los robots diminutos son muñecos algo cantosos. Hoy estarían hechos con ordenador pero, señores, era lo que había. Además, me recuerda mucho a esa joya del cine que es Muñecos diabólicos (la de Barrymore, no una mexicana con el mismo nombre) 




¿Y, el final? Buenísimo. Ya se encarga el guión de que hagas tus cábalas para saber qué personaje es el famoso doctor venido a loco. Solo una cosita puedo añadir como punto dudoso: si el bueno y misterioso doctor está como una regadera (eso siendo bueno), ¿por qué el que recibe al doctor Martin le sigue el juego? Lo suyo hubiera sido que le hubiera avisado y ambos hubieran salido por piernas. 

Pues os animo a ver esta pequeña gozada. Es un tipo de cine que ya no se hace. No tiene los efectos de hoy en día pero sí una buena historia, muy original (esto es un tanto a favor enorme) y, encima, es entretenida como ella sola. Yo, por lo menos, no pido más.


Vigilad el cielo.




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