sábado, 25 de febrero de 2017

El hombre que cambió su mente.



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El hombre que cambió su mente.
(The man who changed his mind)
1936
Director: Robert Stevenson.
Guión: John L. Balderston, Sidney Gilliat, L. Du Garde Peach

Boris Karloff.
Anna Lee.
Frank Cellier.
John Loder.


Un científico ha descubierto cómo intercambiar cerebros, pero sus colegas no le tomarán en serio...



¡Saludos!


Hoy os traigo una de esas peliculitas que, lo admito, me encantan y que, como siempre digo, ya no se hacen. El hombre que cambió su mente es un fiel reflejo del cine de terror/fantasía de la época y que, además cuenta con una estrella que no necesita presentación en un papel que le viene como anillo al dedo: Boris Karloff.


¿Listos? Muy bien, ahí voy.


Resultado de imagen de the man who changed his mindPara empezar, lo que más me ha gustado es la historia, por supuesto. No puede ser más sencilla y, a su modo, ingenua pero, desde luego, es lo que te podías encontrar en una peli de Karloff. Resulta que un científico, que tiene todas las papeletas para ser el chiflado de turno (no hay más que mirarle a la cara) ha encontrado un modo para hacer algo alucinante: intercambiar los cerebros de las personas. Y, todo esto, ¿para qué? Ahí viene otra de las perogrulladas de la peli y que, en su contexto, queda tan natural: si eres mayor o estás enfermo, tu mente se pone en un cuerpo sano o joven y santas pascuas. Increíble, ¿verdad?  Pues, a pesar de lo alucinante del argumento, ahí va otra de las cosas que me encantan de estas pelis: te presentan la premisa del modo más natural del mundo, como si dicha idea fuera lo mismo que beber cuando se tiene sed. Y, además, como mandan los cánones de la época, no se da ni un detalle, ni una explicación ni dato científico que valga. ¡Y ni falta que hace! Aquí ves a un científico con ojos de loco en bata en un laboratorio en una mansión alejada de la civilización y que todos evitan como la peste y muchas lucecitas, aparatos y sonidos tipo ziummm, ziummm y te lo crees. A pies juntillas. Y es que, como siempre digo, este es el gran encanto de estas cintas que, por desgracia, tendemos a olvidar: lo inocente e ingenuas que eran. Hoy cualquier cinta fantástica te satura a base de datos científicos para darle un realismo que nadie ha pedido (ahí están Jurassic Park, Al filo del mañana y muchas otras) En esta que os traigo hoy no se da explicación de nada... ni falta que hace. Te crees que un tío puede cambiar los cerebros y punto pelota.


Otra cosa que me parece muy acertada (soy muy pesado, pero es propio de la época) es lo directa que la peli va al grano. Primero conocemos a la prota, Clare y, desde ya, sabemos que va a dejar su puesto de trabajo actual para irse con cierto doctor con fama de chiflado, que su novio es un petardo de tío, cansino y tostón, y que el doctor Laurience es, como poco, tétrico. Y, todo esto, en apenas seis o siete minutos. Eso hace que la hora y poco que dura esté bien condensada, se deje de florituras y tonterías y vaya al grano manteniendo la atención del espectador de principio a fin. Porque, y aquí va otro punto a favor, sabes perfectamente cuál va a ser el desenlace pero, a mí por lo menos, me ha dado igual y la he devorado hasta las migajas.



Resultado de imagen de the man who changed his mindLos personajes no pueden ser más arquetípicos y, como tales, cumplen. Clare es la cara bonita de la peli pero, a su modo, la heroína de turno. Laurience es el perfecto científico chiflado con ganas de venganza que ha descubierto un secreto que nadie comprende y, por ello, decide volverse malo y siga el lema de "que le den por ...ulo a todo" Dick, el típico enamorado guaperas que está porque tiene que estar y que, repito, me atraganta. Me ha gustado mucho el personaje de Lord Haslewood por el juego que da y el cambio al que se somete a lo largo de la trama.





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Lo actores me parecen muy correctos pero, como puedes imaginar, aquí hay uno que resalta y en torno al que gira toda la peli: Boris Karloff. Aún así, Ann Lee como Clare está muy convincente y, cosa rara para aquellos años, es un personaje femenino pero muy valiente y arrojado hasta el punto en que no duda en enfrentarse al malo. Frank Cellier como lord Haslewood hace una interpretación bastante potente porque, con un mismo personaje, desarrolla dos personalidades. Y, si quieres saber qué significa esto, ves la peli y listos. John Loder como Dick me parece el más simple porque su personaje me cae mal.


Resultado de imagen de the man who changed his mindY, por supuesto, el mejor, la estrella, para el final. Decir que Boris Karloff lo borda es quedarse corto. El papel, sin duda, es perfecto para él. El tipo se mueve como pez en el agua y ofrece el científico chiflado, loco y rencoroso que todos conocemos y hemos visto alguna vez. Eso sí, hay que admitir que el colega tiene algo de razón; a fin de cuentas, si toda la comunidad científica se burla de ti, como poco, te mosqueas. Karloff representa a la perfección ese sentimiento, mostrándose muy natural y afable al principio para, después, convertirse en un majadero integral. Cosa curiosa, este papel me ha recordado un poquito a lo que hace en El rayo invisible. Y es que, antes, los científicos locos, estaban todos cortados por el mismo patrón, pobrecillos. Con todo, Karloff en su estado más puro y, sin duda, reclamo de la cinta. Sin él, claro está, no hubiera sido lo mismo.


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En cuanto a las cosas que no me hacen mucha gracia, creo que voy a decir dos. La primera, lo predecible que es la peli. Ya lo dije antes pero no entiendo que, por lo menos alguna vez, ganen los malos. ¡Siempre acaban mal las criaturitas! Por otro lado, lo que me ha gustado menos, es el personaje de Dick. El tipo, sobre todo al principio, resulta pesado, cargante, ridículo y hortera con ganas, preguntando de manera constante a Clare que si se quiere casar con ella y vigilándola y siguiéndola a todos lados. Esta, desde luego, es mi humilde opinión.



Esto ha sido todo. A mí, como podéis deducir, me ha gustado y considero que es una peliculita que, desde luego, entretiene de principio a fin. Desde el comienzo sabes cómo va a acabar pero no por ello deja de ser divertida y entretenida como ella sola. Es, como siempre digo, un tipo de cine con una gracia que las pelis de hoy no tienen. Y, además, sale Boris Karloff. Con eso os digo todo.


Vigilad el cielo.



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2 comentarios:

  1. ¡Habrá que verla! Acabo de reseñar una versión más moderna de esta peli. Ya te contaré. No dejes de vigilar... ;)

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    Respuestas
    1. ¡Anpor ello!
      Es curioso cómo muchas pelis modernas se basan en clásicos (por desgracia) olvidados. Menos mal que siempre hay quién vigila los cielos jejejeje...

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