domingo, 11 de diciembre de 2016

Muñecos infernales




Muñecos infernales (The devil-doll)
(1936)
Director: Tod Browning
Guión : Garret Fort, Guy Endore, Erich Von Stroheim, Tod Browning


Lionel Barrymore.
Rafaela Ottiano.
Pedro de Cordoba.
Robert Greig.
Arthur Hohl.
Maureen O’Sullivan.
Frank Lawton.
Henry B. Walthall.


Uno hombre, Lavond, se fuga de la cárcel junto con un compañero, Marcel. Este es un científico que guarda un secreto que ayudará a Lavond a llevar a cabo su venganza…



Si hay alguna palabra que pueda utilizar para calificar esta joyita de 1936 (ahí es nada) es una: originalidad. Y es que el argumento, el modo de llevarse a cabo y los personajes que incluye me resultan tan originales que debo decir, desde ya, que es uno de mis clásicos favoritos dentro del cine de fantasía (decir que es terror creo que es decir mucho) Con todo, creo que será mejor frenar e ir por partes.

Para empezar, hay que decir que el responsable de todo no es un
cualquiera. Nada de eso. El director de esta cinta es nada menos que Tod Browning, todo un maestro artesano que trabajó en varias ocasiones en su etapa muda con Lon Chaney (Garras humanas, London after midnight) y, además, cinco años antes, nos regaló la primera versión hablada de Dracula, con Bela Lugosi a la cabeza. Pues bien, Browning se mueve como pez en el agua ofreciéndonos una trama en la que se mezclan venganzas, fantasía y el toque dramático adecuado. Todo ello de manera perfectamente equilibrada haciendo que, el resultado final, pueda devorarse de principio a fin sin ningún tipo de parón o punto bajo destacable.

Una vez aclarado esto, a favor puedo destacar varias cosas.

La película empieza muy bien, en mitad de la acción, cuando vemos que la policía está persiguiendo a los fugitivos. El hecho de comenzar así hace que el espectador se meta de lleno en la trama. En estos primeros minutos no sabemos quiénes son, qué quieren pero da igual, les seguimos, precisamente, para averiguar todo eso. No obstante, entre los fugitivos, hay un diálogo que merece la pena señalarse:

“Tú no tienes más que odio en tu corazón. Mi trabajo ayudará al mundo a vivir” (Marcel) 

“Mi trabajo le costará la vida a tres hombres” (Lavond)

¿Por qué todo esto? No se dice pero, sin duda, hace que el espectador quiera saber más y quede enganchado a la peli. Y, si de diálogos efectivos hablamos, atentos a lo que Marcel dice a Malita (fijaos en el aspecto y ojos de esta mujer, una especie de mezcla entre bruja de cuento y chiflada sin remedio):

“Has fallado otra vez… El próximo tendrá un cerebro perfecto” 

¿De qué habla? Está claro que el amigo tiene un aspecto de científico loco que tumba pero, como no sabemos a qué se refiere, engancha más al espectador.

No obstante, otra de las cosas buenas que tiene esta película es que
no se para demasiado (nada) en cosas en las que no tiene por qué detenerse. Por eso, al poquito tiempo de empezar, cuando vemos a esos perritos en miniatura que, además, se mueven, ya no hay remedio: veremos la peli hasta el final. Y fijaos que, eso de no perder tiempo no lo digo por decir, ya que, al minuto seis, se nos ofrece la explicación de lo que ocurre y de quiénes son Marcel y malita. Y, como hay ciertas cosas que deben ser vistas, aquí os lo dejo:




¿Original, verdad? Pues, de este modo, en los primeros diez minutos, ya tenemos planteada la peli, la trama y los personajes. Y ya de paso, cuando vemos lo que le hacen a Lachna, la pobre criada (léase, es reducida y convertida en muñeca letal), comprendemos que, además de científicos, Marcel y Malita está chiflados. Como debe ser. Vamos, un diez. A partir de aquí, vamos a asistir a una trama muy bien llevada donde, como dije antes, se mezclan de manera soberbia la fantasía, los crímenes, las venganzas y el drama en forma de problemas padre/hija o madre/hijo. Todo ello, aderezado con ciertos momentos muy bien realizados en forma de muñequitos letales que se llevan por delante al personal.

Y esto nos lleva a otro detalle fundamental que debe tenerse en cuenta siempre que se habla de una película de corte fantástico: los efectos especiales. En este caso, vienen dados por el hecho de poder ver a seres humanos o animales reducidos al tamaño de un simple juguete. Si nos fijamos bien, puede notarse el truco ya que el borde de los mismos destaca sobre el fondo en el que se mueven pero debo decir que, al menos para mí, esto no es importante. Me parece un efecto bastante bien conseguido para la época (repito, mil novecientos treinta y seis) y creo que, en general, están muy bien llevados. Debo destacar la escena en la que Lachna, convertida en una muñeca en las manos de la hija de Coulvet, es revivida para poder encargarse de este. Es una secuencia más o menos larga pero, al menos a mí, me parece muy bien rodada y muy creíble, donde tengo que destacar los movimientos de la actriz (reducida) en un entorno lleno de camas, joyeros o puertas que, evidentemente, resultan enormes para ella. Creo que el modo de interactuar de la actriz con dicho entorno, como cuando escala por la cama o abre una puerta, está hecho de manera magistral. Os dejo un trocito de la escena:





Y pasamos a los actores. En mi opinión, muy bien todos ellos. Empecemos por los malos, es decir, los responsables de que Lavond acabara con sus huesos en la cárcel. Robert Greig (Coulvet), Pedro de Cordoba (Matin) y Arthur Hohl (Radin) son unos malos perfectos y por ademanes, riquezas y diálogos, resultan deliciosamente villanescos. Son malos, avariciosos y cobardes, que para eso mandaron a un inocente a la cárcel. Henry B. Walthall como Marcel se luce poco pero lo poco que sale muestra a la perfección el arquetipo de científico brillante y chiflado. Lo mismo le ocurre a su compañera, Malita, interpretada
por Rafaela Ottiano, que no me ha quedado claro nunca si es su mujer, su asistente o su amante. El caso es que el aspecto de esta mujer, con ese pelo surcado por una franja blanca (¿rememorando a la novia de Frankenstein?) y, sobre todo, la cara y miradas que luce no tienen precio. Nada más verla, uno sabe que, además de loca, no trae nada bueno. Maureen O’Sullivan (sí, Jane, la eterna novia de Tarzan) y Frank Lawton haciendo de Lorraine, hija de Lavond y Toto, su prometido, cumplen en su justa media ya que aportan la trama dramática o seria de la trama. Y el plato fuerte para el final: Lionel Barrymore haciendo de Paul Lavond… y de su alter ego femenino en forma de anciana. En ambos casos, tremendo. Como Lavond se muestra amargado, atormentado, cegado por el odio y el rencor. Y caracterizado como anciana está aún mejor. Sus además, la expresión, el movimiento corporal que muestra es, sencillamente, soberbio. Todo ello acompañado, claro está por una caracterización en forma de maquillaje, peluca y vestidos tremenda. Una gozada.








Esto me lleva a una pequeña reflexión. En toda historia siempre debe haber un bueno (o bueno) y su némesis malo (o malos) Pues bien, está claro que Lavond aquí es una pobre víctima pero, bien mirado, no deja de resultar curioso que su principal objetivo no sea restituirse (cosa que quiere como objetivo final, claro) sino llevarse de por medio a los tres que le traicionaron. De hecho, como ya habéis leído en el diálogo del principio, tiene muy claro que desea matarlos. Y eso hace, al menos con dos de ellos. Y sin miramientos. Esto, como ya digo, es una opinión personal pero siempre me ha parecido curioso que el personaje principal, el bueno, se dedique a masacrar de manera tan abierta y discriminada (por cierto, al principio, cuando ve lo que han hecho a Lachna, se sorprende pero luego, cuando Malita le hace ver cómo la pueden utilizar, no se corta un pelo en hacerlo)

¿Aspectos mejorables? Lo único que puedo decir es que eso de que Lavond controle mentalmente a las mini-criaturas no me ha quedado nunca claro, ya que no dicen la razón. Pero, bueno, esto es fantasía, ¿no? Además, sin este detallito, lo cierto es que no habría peli…

Pues esto ha sido todo. No es una película que podamos considerar como muy famosa (al menos eso creo) pero sí la recomiendo. Me parece una joyita dentro del género que no llega al estatus de un Dracula, un Frankenstein o un Hombre lobo pero, justo por eso, merece ser redescubierta y revisitada las veces que haga falta. Tenemos por delante una trama muy original, con su aportación fantástica adecuada y llevada mejor aún por un guión que no deja nada al azar y un director que se nota que sabía dedicarse a su oficio. Si le añadimos unos actores bastante creíbles tenemos un buen cóctel que hay que disfrutar y saborear despacito, como debe ser.

Y, como suele ocurrir, si se empieza bien y se continúa mejor, se debe acabar como una peli así se merece, con un buen diálogo:

“El sol casi se ha puesto”, dice Lavond a su hija, aunque esta no sepa quién es en realidad.

“Pero volverá a salir mañana”, le responde Toto, su futuro yerno.

Pues ahí queda eso.

Por cierto, hay una película mejicana de 1961 que lleva el mismo título. No os dejéis engañar; ni tiene que ver con esta ni es un remake. Eso sí, todo un espectáculo de esos raros que uno se encuentra de vez en cuando navegando por este género y que espero comentar pronto en este mismo blog. 


Vigilad el cielo.




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