sábado, 27 de febrero de 2016

Hundra





Hundra
(Hundra)
(1983)

Director: Matt Cimber.
Guión  : John F. Goff, Matt Cimber, 

Laurene Landon.
Ramiro Oliveros.
Cihangir Gaffari.
Luis Lorenzo.
María Casal.

Hundra es la única superviviente de una tribu de mujeres. Deberá buscar un hombre para perpetuar su especie...


¡Hola!


Hoy os traigo una película ochentera como ella sola y que, seguro, si rondáis los treinta y mucho o cuarenta y poco, recordaréis en forma de cinta VHS en alguna estantería de algún vídeo club de los ochenta (qué tiempos) 

Por supuesto, esta peli es uno de los muchos frutos que se derivaron de Conan, el bárbaro que tiene como aliciente el hecho de que cambiamos el sexo del prota y le convertimos en una rubia explosiva y maciza que maneja la espada de manera alucinante.


Pues muy bien, estro es lo que os puedo decir...


La cinta empieza de manera directa, mostrándonos un poblado muy especial. Más que nada, porque todas son mujeres. Una voz en off muy metida en situación nos dice que se independizaron de los hombres porque, a modo general, pasan de ellos y no quieren depender del rol masculino... salvo para una cosa, que supongo ya sabes. Y es que se puede ser bárbara, feminista e independiente pero, la vida es la vida y necesitan a los hombres para procrear. No hay problema: los fuerzan a ello y listos (y, digo yo, que ellos tan felices de la vida) Eso sí, si el fruto de este pacto sexual es niña, se la quedan; si es niño, lo regalan a lo tipos. Claro, todas están encantadas con este régimen porque, así, mantienen su independencia y perpetúan la especie. ¿Todas? ¡No! Hay una guerrera más rubia, más peleona y más maciza que se niega a catar varón alguno (o que ninguno la cate a ella). ¿Lo adivinas? Sí, Hundra, que, según dice, prefiere ir a cazar y tener a un caballo entre las piernas (...)

El ambiente feminista-independiente dura poco cuando llegan
unos bárbaros, es decir, unos hombres, muy barbudos, muy sucios y muy guerreros, que masacran el poblado en una escena calcada de la de Conan, el bárbaro. Hasta con coros en la banda sonora. Cosa curiosa, ellas, que son guerreras, los ven venir y nos se mueven del sitio, muy quietecitas. Incluso contemplan, anonadadas, cómo un bárbaro arremete contra unos patos y se cae del caballo. Al fin, reaccionan pero no sirve de nada: caen como  moscas. Lo malo es que, como todo es a cámara lenta, la cosa se hace algo pesada. Tanto, que una guerrera rubia, después de que la hieran, tarda toda la secuencia en caer.



La cosa sigue cuando Hundra llega, ve el panorama y se produce una escena surrealista: los bárbaros la persiguen a caballo y nunca la cogen. De hecho, se quedan a escasos metros mientras vemos los títulos de crédito acompañados de una música que no me pega ni con cola. ¿Cómo es posible que los caballos de los malos corran solo hasta diez metros por detrás de Hundra? A saber. El caso es que, al final, ella les hace frente y los liquida porque, los muy idiotas, atacan de uno en uno. Eso sí, lo mejor son los diálogos: a gritos. Y aquí asistimos a la escena que demuestra que Hundra es una mezcla entre Harry, el sucio, Wonder Woman y Conan: el último malo va a tirarle una roca a la cabeza y ella, CON UNA MANO, la sujeta mientras, CON LA OTRA, come un muslo de carne. La fuerza de la gravedad hace el resto y la piedra cae en el cabezón del malo. Fin.








La peli avanza porque, si te preguntas qué hará ahora Hundra, no eres el único. Esta claro: ir a ver a una especia de maestra que parió a todas las mujeres de su tribu. Es anciana, gesticula que no veas y se retuerce en su trono al hablar. Y, o mi vista se confunde, o mi imaginación está realmente mal, o esa mujer lleva una especie de esparadrapo en el bigote. El caso es que le dice que se puede ser muy Hundra pero que necesita varón para que la especie no se vaya a freír gárgaras. Las comparaciones del guión, propias de Shakespeare, no tienen desperdicio: hay que hacer uso de los hombres para que la penetren no con la espada, pero sí con el cuerpo. Pura poesía bárbara. Luego, le informa que va a morirse pronto. Ahí queda eso.

A partir de aquí, la peli se va a centrar en la búsqueda por parte de Hundra de un hombre que la penetre por cauces normales con medios más terrenales aún. No obstante, la cosa no es fácil. La primera opción es un enano con la cara pintada a lo Braveheart que, cuando se lanza sobre ella, calcula mal y se estampa contra el suelo (con el que rebota CASI fuera de cuadro) La cosa parece de Mortadelo y Filemón pero, en cuestiones de mujeres bárbaras, hay que ser muy serio y no partirse el pecho al de la risa. Menos mal que, en la escena siguiente, la amiga se desnuda y monta a caballo como su madre la trajo al mundo en plan Bo Derek. Y es que, en una peli de bárbaros y bárbaras, si no hay un toque erótico festivo, el conjunto no luce. 

Pero el mundo está lleno de hombres. Por eso, el segundo intento es una mala bestia que bebe y eructa como un cerdo al cual Hundra camela de manera muy sexual comiendo un trozo de pan. Si estás borracho y ves venir a una rubia en ese plan y no haces nada, o eres idiota o te terminas de emborrachar. Las caras del maromo no tienen precio pero, lo mejor, la pelea que viene a continuación.

Pero, para escena de acción, la que viene luego, ya que hay un
sumo sacerdote que recolecta mujeres y, claro, se fija en Hundra, más que nada, porque parece ser la única rubia del planeta. La persecución de los soldados, que son inútiles a más no poder, no tiene parangón y las caras de Hundra al pelear u ocultarse tampoco. La música saltarina no ayuda mucho pero ahí queda. La cuestión es que, después de hacer lo más difícil, Hundra pierde el equilibrio y cae en la casa de un guaperas que, además, es médico y se llama Pateray. Y olvida su condición bárbara, flipa en colores y se lo suelta  "Aparéate conmigo y hazme un niño" "A un hombre no se le puede forzar a hacer el amor", responde el morenazo. ¿Qué se puede hacer entonces? Ir al templo del sumo sacerdote a ponerse guapa: tratamiento de barro, aprender a pintarse los labios, peinarse...

Llegados a este momento de la peli puede que te preguntes por las espadas, la sangre y demás cosas de bárbaros. A mí me pasó igual pero, ya picado por la curiosidad, decidí continuar. Por eso, no te sorprenderá si te digo que Hundra, que está que bebe los vientos por Pateray, vuelve a verle. Y él, que es guapo y médico, pero no tonto, lo alucina al ver a la rubiaza. "Ya eres una mujer", le suelta. ¿Acaso creía que era un rinoceronte? El caso es que hacen el amor y Hundra descubre que, semejante acto mundano, puede repetirse las veces que uno quiera. Puntería fina, Hundra se queda embarazada. Ole por Pateray. Lo malo es que aquí te das cuenta de que la peli se ha convertido en un drama. ¿Cómo es posible? Mejor no te lo preguntes.

La cosa se pone más dramática aún cuando, tiempo después, la hijita de Hundra es secuestrada por el sumo sacerdote. Menos mal que Hundra es mucha Hundra y, con coros de fondo, mucha cámara lenta y mucha pose, se arma con su espada y la peli nos da algo de acción (menos mal) El final lo dejo para que tú mismo lo descubras pero, vamos, no creo que te sorprenda mucho.

Paso a otros detallitos. Esta peli, como toda cinta de bárbaros de la época a la sombra de Conan, no creo que tuviera un gran presupuesto y eso se nota en el cartón piedra y en la abundancia de escenarios naturales. Bueno, a mí no me parece nada mal y, por lo menos, le da ese toque ochentero que exhala desde el primer segundo de proyección.

Los personajes no pueden ser más típicos. Hundra es la bárbara que, poco a poco, a fuerza de diversas circunstancias, va cambiando y no ofrece sorpresas. Vamos, que se le ve venir. Tracima es la amiga de la protagonista y compañera que toda heroína debe tener. Pateray es el complemento masculino que ni pincha ni corta (salvo para procrear) y Nepakin el malo espiritual de turno al que le gusta la carne femenina que no veas.




Paso a los actores. Historia a parte, guión de lado y frases lapidarias
olvidadas, creo que son el gran talón de Aquiles de la peli porque, al menos a mí, me parecen muy flojitos y acartonados. ¿La más débil? Laurene Landon. Vale, la chica es mona (aunque a mí tampoco me parece para tirar cohetes) y tiene un cuerpazo. Lo malo es que dicen que eso no es suficiente para quedar bien en una peli. Las caras, gestos, gritos y supuestas poses de tipa dura me resultan muy forzadas y hasta artificiales. Eso sí, la rubia será lo poquito que recuerdes de la cinta. Ramiro Oliveros como Pateray luce hombría y poco más. Lo mismo digo de Cihangir Gaffari haciendo de Nepakin. María Casal como Tracima parece que se ahoga al hablar. A Luis Lorenzo le veo y no puedo quitármelo de la cabeza en ciertas pelis de Esteso y Pajares pero, ojo, que no digo que no me guste.







En resumen, una peliculita de aventuras muy, pero que muy cogidita con pinzas que, como ya he mencionado, quiso aprovecharse de un producto mucho más superior y que, para más inri, trató de aprovechar el hecho de usar una mujer para atraer a más gente a las salas. Es la típica peli del VHS que siempre rondaba las estanterías de los vídeo clubs de la época cuyo mayor reclamo para ser alquilada era la utilización de una portada alucinante (algo propio de estas cintas en aquellos años. Qué cosas) Por lo demás, me ha parecido muy desaprovechada. Le falta acción, aventura y mucha emoción. Y es que no todo puede ser imitar a algo que ha tenido mucho éxito porque hay una cosa inimitable: la chispa y la gracia del producto imitado. Por eso, como curiosidad, sí la recomiendo porque es un tipo de cine que ya no se hace ni creo que se haga nunca más. Quién sabe...

Vigilad el cielo.





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