lunes, 29 de junio de 2015

Vampyr. La bruja vampiro


Vampyr. La bruja vampiro. (Vampyr)
(1932)

Director: Carl Theodor Dreyer
Guión : Christen Jul, Carl Theodor Dreyer

Julian West.
Maurice Schutz.
Sybille Schmitz.
Rena Mandel.
Jan Hieronimko.
Henriette Gérard.





Allan Gray, experto en ocultismo, acaba en una posada donde, extraños acontecimientos, harán que se mezcle con una antigua leyenda vampírica...

¡Saludos!


Hoy os traigo una película rara.


Para empezar, es curioso que la intenté ver en múltiples ocasiones pero siempre pasaba algo que me impedía hacerlo. El título, desde luego, es muy apetecible y viendo la época en la que se hizo, más aún. Además, el hecho de ser alemana la hacía aún más atractiva porque ya sabemos que, en lo que se refiere a las cintas de terror muy antiguas, los alemanes sabían dar un toque macabro muy característico que las hace aún más interesante. Cosa más curiosa aún, había leído por ahí que la peliculita era muda y resulta que no. Es sí, los diálogos se cuentan con los dedos de una mano y no es que sean muy largos, precisamente. De hecho, sin que te des cuenta, cuando los personajes hablan te resulta raro porque, de veras, parece que estás viendo una peli muda.


Pero todo llega y, al fin, he podido verla. Muy bien, estas son mis impresiones...


Para empezar, me gusta la mucho la trama por varias razones. Primero, porque va al grano desde que aparecen los primeros textos explicativos (referencia, otra vez, a las cintas mudas) Segundo, porque la historia que te plantea comienza pero muy bien: un tipo llamado Allan Grey, aficionado a estudiar demonología y vampirismo, va a una especie de fonda donde, inmediatamente, comienzan a pasar cosas raras. Tercero, porque lo que sucede a lo largo de toda la peli, de puro extraño y surrealista a veces, hace que no despegues los ojos de la pantalla y te preguntes qué narices va a pasar a continuación y, sobre todo, de qué va todo esto.


Pero si hay una cosa que caracterice a la cinta, es el toque onírico, misterioso y, de nuevo, raro, que impera a lo largo de la misma, bien sea por los personajes o por las situaciones extrañas que tienen que vivir. El toque fantasioso macabro está asegurado a través de las vivencias del pobre Allan y debo decir que está pero que muy bien llevado. Por eso, desde que que el tipo (que tiene una cara de sieso que tumba, pero eso ya lo comentaré mas adelante) comienza a ver cosas raras, la trama se pone muy interesante y te empiezas a involucrar en ella. Digan lo que digan, si un anciano entra en tu habitación con cara de zombi y te suelta una frase lapidaria tipo "Ella no debe morir", como poco, te interesas por saber de dónde sale. O eso o sales tú por piernas y, como quien dice, no tienes campo para correr y ni te planteas mirar a atrás. Si a eso le añadimos sombras que se reflejan en el suelo allí donde no hay nadie, muertes varias, mordiscos a señoritas hermosas y leyendas de una anciana con muy mala baba que no tiene otra cosa que hacer que ser vampiro y merendarse al personal, tenemos una premisa pero que muy interesante en una peli, al menos para mí, muy valiente para la época en la que se hizo. 



Como puedes imaginar por el título, el eje principal de la película es el vampirismo. Y esto es una de las cosas que más me han gustado. El monstruo que vemos aquí es el vampiro primigenio, el feo, malo, asqueroso y retorcidamente  asesino. Ahora cámbiale el género porque se trata de una vampira. Pero no la típica guapita, devora hombres y buenorra a la que estamos acostumbrados. Nada de eso. Aquí, de lo que se trata, es de mostrar la maldad y lo macabro del personaje. Por eso, la susodicha vampira es una anciana decrépita, con cara de muerta total y andares traqueteantes. Tanto que hasta usa bastón (se puede ser vampiro pero la edad y la espalda no perdonan) Esto hace que ese sentimiento de terror que ya no existe en las pelis de hoy en día se multiplique por mil y quede muy bien en el conjunto. Es un personaje repulsivo que está justo para provocar eso: asco y aversión. Y bien que queda.


Yo veo esto y dejo a Flash a
la altura del betún...


Otra de las cosas muy destacables de la cinta es el uso o, mejor dicho, explicación que se da al fenómeno vampírico en sí. Aquí se va más allá del mito de morder el cuello y adiós muy buenas. Resulta que el vampiro se apodera de los ejecutados, de todos aquellos que venden el alma al Diablo  e invita al suicidio para que, de este modo, se cierre para las víctimas  la puerta del Reino de los Cielos. Es decir, el monstruo es un ...azo de cuidado que hace lo que se supone que siempre han hecho los vampiros: maltratar al humano corriente de a pie. Como poco, me parece para quitarse el sombrero y decir eso de "Chapeau" Y digo yo, ¿por qué, con el paso de los años, todas esas premisas se perdieron en las pelis que se han hecho de vampiros? Si a los responsables de esta cinta le enseñas a los colegas de Crepúsculo o Crónicas vampíricas, tan guapos, tan cachas y bien peinados, lo mismo se vuelven vampiros para masacrarnos... o, quizás no. 


Como puedes imaginar en una cinta del treinta y dos los efectos brillaban por su ausencia pero eso no quiere decir que no hay golpes de efecto. Aquí hay varios pero me quedo con dos. El primero, la cara de Léone mientras se transmuta a vampiro (sí, es un spoiler pero, de lo contrario, no se puede hablar de nada) Fijáos como sin maquillaje ni efectos ni zarandajas se entiende y se siente a la perfección lo que está ocurriendo; la expresión de la actriz lo dice todo. El segundo, la escena en la que Allan ve su propio cuerpo muerto. Hay más detallitos, como las sombras en el suelo y la presencia de la anciana vampiro pero eso es mejor verlo.



Antes.

Después.



Los actores ahí quedan y resultan tan inquietantes como los personajes que interpretan. Julian West haciendo de Allan puede quedar un poco inexpresivo y tiene una cara de alelado considerable pero, en su faceta cadáver lo hace muy bien y, digo yo, si ves las cosas que él ve, pones esa cara... o peores.  Jan Hieronimko está muy bien, una mezcla entre Einstein y cualquier personaje chiflado de historia de terror. Rena Mandel y Sybille Schmitz como Gisèle y Léone respectivamente ponen la parte femenina a la historia y si bien la primera no es que se luzca mucho, la segunda hace muy bien de poseída. Henriette Gérard haciendo de anciana lo borda. Sale poco pero cumple.






¿Aspectos que no me han gustado? Bueno, solo un par. ¿Cómo es posible que nadie se pregunte qué narices hace Allan en el castillo? El tipo es un desconocido y entra y sale como Pedro por su casa... Y, sí, la escena de la visión subjetiva del ataúd de Allan se me ha hecho muy larga.





Esto es todo. Al fin la he podido ver y, la verdad, no me arrepiento. Si podéis, dadle una oportunidad porque es un tipo de cine muy, muy lejano pero, sobre todo, es un modo de tratar el vampirismo que hoy parece haberse olvidado, es decir, el de mostrar seres monstruosos e inmundos cuyo objetivo es hacer el mal. Cosa curiosa, la peli fue un fracaso tal en su momento que su director estuvo un porrón de años sin dedicarse al cine. Ahora, cosas de la vida, es un clásico. Ver para creer...

Vigilad el cielo.




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