El caballero verde (Sword of the Valiant: The Legend
of Sir Gawain and the Green Knight)
(1984)
Director: Stephen Weeks
Guión :
Stephen Weeks, Howard C. Pen, Phillip M. Breen
Miles O’Keeffe
Cyrielle Clair
Sean Connery
Leigh Lawson
Peter Cushing
Trevor Howard
John Rhys-Davies
Antes
de nada, hay que hacer una advertencia. Y es que esta cinta es un vástago de la
productora Cannon. Quizás no os diga mucho con esto pero, para muchos aficionados del mundillo, dicha compañía era sinónimo de películas de poco
presupuesto, acción a raudales y, muchas veces, terminadas rápido y no muy
bien. Si queréis ejemplos, ahí están las cintas de Chuck Norris, Los Masters
del Universo o Superman IV (ojo, que en absoluto quiero juzgarlas porque,
servidor de ustedes, se lo pasa pipa con todas y cada una de ellas) No tenía ni
idea de que este caballero que viste de verde procediera de dicha productora
pero, una vez que he visto el resultado, no me extraña lo más mínimo que la
compañía tenga la (para muchos infame) fama que tiene. Pero vamos por partes…
Si
nos fijamos en el argumento (ya que si, desde el principio, te fijas en otras
cosas, puedes pensar de otro modo), la cosa no está mal: un rey (¿Arturo? A
saber, porque no se dice) está hasta la corona de que sus caballeros sean unos
vagos y el reino ya no reluzca como antes. Desde la primera escena conocemos al
extraño personaje de Connery, El caballero verde, y ya tenemos argumento: el
protagonista, Gawain, debe resolver un acertijo porque, de no ser así, perderá
la cabeza. Literalmente.
A
partir de aquí, acudimos a una serie de aventuras, algunas bastante ingenuas,
donde destaco ciertos decorados, sobre todo lo referido a los castillos, que
queda claro que muchos de ellos eran de verdad y se ve que los adecentaron para
determinadas escenas. Si no queires complicarte mucho la vida, lo único que puedes hacer es dejarte llevar (o tratar de dejarte llevar) por las aventuras, más o menos entretenidas que tenemos por delante.
Me
gustaría destacar más cosas a favor pero es imposible. Y es que esta película
no tiene muy buena fama y, depende de con quién se hable, incluso puede decir
que es mala con ganas. Por eso, la lista de “peros” que se puede poner puede
llegar a ser muy larga.
Empezamos
por los pequeños detalles que, no por ello, dejan de ser muy llamativos. Para
comenzar, nada más ver a Miles O’Keefe, futuro protagonista, con esa peluca
rubia platino las alarmas cantan. Le queda fatal, resulta hortera, hace el
efecto de una cabeza enorme y, para colmo, todo ello destaca mucho más por el
hecho de que el amigo O’Keefe tiene las cejas oscuras. Y es que el tema del
vestuario es un detalle que en esta cinta o bien no cuidaron, o pasaron de él,
o se las apañaron con lo único que tenían a mano y que el presupuesto podía
permitirse, es decir, algo del montón. Si ya la peluca del amigo canta a lo
bestia, mirad el modelito que luce durante todo el metraje: vestido de blanco
de pies a cabeza (salvo unas botas oscuras) con una camisa que tiene unas
hombreras más grandes y afiladas que cualquiera de las espadas. Y os perdáis el
vestuario del hijo de Fortimbrás: turbante y pieles. Alucinante…
Pero,
si de apariencias raras y horteras hablamos, no hay que perder de vista las
pintas de Sean Connery, que no tienen desperdicio: peluca tremenda y abultada,
rostro maquillado de un color extraño, armadura de tonos verdosos que deja al
aire el pecho peludo y unos cuernecitos tipo reno que resultan ridículos. Y,
por si fuera poco, pelo y rostro tienen una especie de… ¿purpurina? Tremendo…
El
guión, si bien parte de una idea que no está mal, ya que no deja de ser la
historia típica de superación del héroe, me ha parecido poco trabajado. Por
eso, la impresión que me ha dado es que salta de una cosa a otra, de una
aventura a otra sin estar hilvanado del todo.
Así, pasamos de la corte, al episodio de la bruja de la tienda. De ahí a
la pelea contra el guardián de Lionés o las aventuras en este pueblo que, por
cierto se me han hecho muy pesadas. Luego, los episodios con el monje, el enano
sabio, la historia de Linet… Vamos, un batiburrillo de cosas que, de algún
modo, hace que te olvides del propósito real del protagonista, que se supone
que es averiguar el significado del acertijo.
¿Es
todo? No. La película, como buen ejemplo de ese tipo de cine que se queda pero
que muy corto, tiene ciertos detallitos en el guión que, según te pillen, te pueden hacer reír o,
si tienes el día malo, coger el mando a distancia y darle al stop (cosa que, lo
admito, he estado a punto de hacer en un par de ocasiones) Por ejemplo, la
primera preocupación del recién nombrado caballero no es preparase para pelear
o aprender a usar una espada, no. Hay otro asunto más importante (y, desde cierto punto de vista, muy lógico): saber por dónde puede orinar con la
armadura puesta. No hay problema, su arma más poderosa será una especie de
abrelatas que, por cierto, también puede ser muy útil si te ligas a la prota de
turno y te vas a una alcoba con intimidad. Ah, y sabido es por todos que los
caballeros andantes se dejan guiar por la aventura y, como se dice en la peli,
“…cazan sus propias viandas…” Pues
bien, el amigo Gawain cree que eso es prepotencia pero el hambre le puede y al
tío no se le ocurre opta cosa que cazar un unicornio para zampárselo. No se
contenta con un conejo, un venado, un pájaro o una lagartija, no; un unicornio.
Y es que, cuando hay hambre, hay hambre. Si a todo ello le añadimos unas peleas
con espadas muy mal coreografiadas, unos efectos que se han quedado muy
antiguos y que ya en la época cantaban (me remito a la cabeza cortada de
Connery) , un rey malo (Fortimbrás) que juega con maquetas a gran escala como
un energúmeno y que todo está aderezado por una musiquita de sintetizador que
no pega ni con cola, el resultado es una película floja con tintes muy
chapuceros que, como dije antes, puede hacer que te den ganas de ponerte a hacer
cualquier cosa por poco interesante que sea. Que un pañuelo verde salve el
cuello del prota porque sí o que, después de todo, se quede sin la chica porque
esta se convierte en paloma, es algo que dejo al gusto del personal.
Los
actores los dejo para el final porque, de veras, no me han dejado de
sorprender. Miles O’Keeffe, por si te suena de algo la cara, fue el responsable
de poner rostro y músculos a Ator, aquel sucedáneo de Conan y que trató de
hacer sombra a Arnold Schwarzenegger en nada menos que dos entregas. También
fue Tarzan en esa adaptación pseudo erótica que tuvo a Bo Derek como Jane.
O’Keeffe, como en Ator, se muestra pelín impasible, de rostro duro y pose heroica
que tumba, pero poco más. Cyrielle Clair como Linet cumple sin más ni más, si bien
creo que le falta algo, quizás más protagonismo y carisma. Pero, sin duda,
quien más destaca, no por
interpretación, sino por su mera presencia en la película, es Sean Connery.
Está claro que le utilizaron como reclamo de la cinta (cosa lógica por otra
parte, claro) pero está lejos de ser un papel decente en su carrera. De veras,
no entiendo qué hace en esta película. Lo mismo me ocurre con la presencia de
Peter Cushing. Quizás, sobre el papel, la cosa pintaba de otra forma…
En
resumidas cuentas, amigos, una película, al menos para mí, irregular se mire por donde se mire.
Quizás la idea y las intenciones fueron buenas pero, por desgracia, el modo de
desarrollarla, dirigirla y, por qué no, interpretarla, dieron al traste con una
cinta que, un poquito más trabajada, hubiera podido ser otra cosa. Yo, después
de muchos años, he conseguido verla. ¿La recomiendo? Lo único que puedo decir es que, como curiosidad, ahí queda. El resto, lo dejo
a gusto del espectador.
Y
ya, de remate, comentar que todos sabemos que, muchas veces, una película se
define por sus diálogos. Os dejo uno que dice uno de los personajes, un fraile,
acerca de unos monjes que hacen voto de silencio:
“… Estos hermanos son muy
aburridos. Pasan los días y ni un solo eructo, ni un cuesco…”
Pues
eso…
Ánimo
y, con caballeros verdes o del color que sean, seguid vigilando el cielo.
Os dejo un pequeño montaje con algunos de los momentos de Gawain. Hay muchos más, claro pero te pueden serivir de aperitivo para abrir boca.
Os dejo un pequeño montaje con algunos de los momentos de Gawain. Hay muchos más, claro pero te pueden serivir de aperitivo para abrir boca.
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