(2012)
Director: Andrew Stanton
Director: Andrew Stanton
Guión : Andrew
Stanton, Mark Andrews, Michael Chabon
Taylor Kitsch
Lynn Collins
Samantha Morton
Willem Dafoe
Thomas Haden Church
Mark Strong
Ciarán Hinds
Dominic West
El
capitán John Carter se ve traslado al planeta Marte donde tendrá que pasar
muchas aventuras…
John
Carter es un personaje curioso. Para todo aquel que no lo conozca, hay que
decir que es obra de la (prodigiosa) imaginación de Edgar Rice Burroughs (el
creador de Tarzán) cuya creación se remonta allá por los años veinte. Es un
héroe intergaláctico (al que muchos ven como una especie de antecedente de
Flash Gordon) que viaja a Marte cuando su cuerpo entra en un extraño trance.
Las historias de Burroughs son las más representativas del género pulp
mostrando a unos personajes arquetípicos en un universo lleno de monstruos, extraterrestres,
bellas princesas y mucha, mucha aventura. Digo lo de personaje curioso porque,
con semejante bagage, resulta muy extraño no tener varias interpretaciones del mismo en el cine ¿Motivos? Variados. Para empezar, es un
clásico de la space opera, muy venerado y respetado. Por otro, los medios para
traducir toda la fantasía nacida de la pluma del escritor has supuesto siempre una traba más que destacable. No obstante, allá por 1930, se intentó llevar al personaje al
cine en una versión animada de la mano de Bob Clampett que no llegó (por
desgracia) a materializarse. ¿La razón? Las historias del amigo Carter están
llenas de imaginación, sí, pero también violencia y cierto erotismo.
Todo hizo que los responsables creyeran que no era una buena opción de cara a
hacer una película. No obstante, fijaos en la calidad de la animación:
soberbia.
Destaco
que, ante todo, estamos ante una película de aventuras. Sí, hay monstruos,
seres raros, naves más raras aún y perritos alienígenas que dan ganas de
sacrificar de lo feos que son, pero aventuras a fin de cuentas. Y donde hoy día
se dice peli de aventuras situada en un planeta que no es el nuestro (léase Marte)
hay que hacer referencia obligada a los efectos especiales. Y aquí, sin duda,
están pero que muy bien hechos. Las naves, los decorados… todo da gusto verlo
pero, por encima de todo ello, destaco los marcianos que ya sean verdes o en forma
de simio blanco gigantesco, están tan bien creados e integrados en la cinta
junto con actores de carne y hueso que uno lo ve y ya no repara en que, en
realidad, son personajes creados por gráficos de ordenador. La ambientación
está muy conseguida, logrando captar lo que Burroughs quiso reflejar en sus
libros y, desde cierto punto de vista, se nota la influencia de las obras de los diferentes ilustradores
que se han atrevido con el personaje y su entorno, una hábil y curiosa mezcla
de guerreros antiguos con cierto toque de época, con esas capas, armaduras y espadas, mezclados con tecnología en forma de naves raras que surcan los cielos de Barsoom (léase, de nuevo, Marte)
Los
actores se manejan como pueden porque, todo hay que decirlo, esta no es una
película donde el despliegue interpretativo sea el quid de la cuestión ni el
elemento clave que salve la cinta y que te la haga recordar. Taylor Kitsch es
un John Carter correcto. Quizás, para mí, demasiado joven para el papel y con demasiados
músculos por delante. Hay quien dice que el muchacho es algo inexpresivo. Vale,
puede que tengan razón. Kitsch luce gesto de duro en casi todo el metraje salvo
cuando se le van los ojos detrás de alguna princesa de Marte o cuando casi se
le salen de las órbitas al ver el personal marciano que le rodea. Lynn Collins
es Dejah Thoris, la princesa del planeta rojo y futura soberana de los hombres
rojos de Marte y, cómo no, contrapunto femenino obligado en una historia así,
aportando belleza, curvas y poderío guerrero a partes iguales. No menos, pero tampoco más. El resto de los
actores, como Mark Strong, Ciarán Hinds o Dominic West hacen lo que pueden (o
deben): secundar a la pareja protagonista y (algunos, como West), lucir horas
de gimnasio. Por supuesto, hemos de tener en cuenta que las voces de los
marcianos son las de Willen Dafoe (Tars Tarkas) o Thomas Haden Church (Tal
Hajus)
En
cuanto a los aspectos que, desde mi opinión, podrían haberse trabajado un poco
más y mejor, tengo que destacar unos cuantos. En primer lugar está la historia.
Si te has leído el libro, ya nada más empezar te saltan las alarmas cuando oyes
esa historia de la guerra civil entre dos ciudades y esa
ciudad rara que parece que va conquistando todo. ¿Por qué? Porque la
historia en la que está basada,
Una
princesa de Marte, se centra sobre todo en las aventuras y desventuras por
las que tiene que pasar Carter para adaptarse (por las buenas o por las malas)
en un planeta nuevo del todo para él. El hecho de meter esta historia de las
dos ciudades enemigas hace que el empuje de esa historia original básica (pero
muy efectiva) se pierda y parece que se le vaya el fuelle por otros derroteros.
En el libro
hay disputas entre las ciudades de Helium y Zodanga, pero eso queda como una especie de argumento secundario que, sobre todo al final del libro, acaba afectando a los personajes. ¿Es esto todo lo que cambian? No. De hecho, si de cambios hablamos, no paramos. En la historia
impresa, Carter y Powell son amigos que buscan oro; aquí Powell es un miembro
del ejército que amarga al prota los primeros minutos del metraje. Los simios blancos
se lucen poco y muy rápido, siendo algo que yo, desde luego, deseaba ver con
muchas ganas en la pantalla sólo por comprobar cómo se las habían arreglado. Y
si nos metemos en los personajes, podemos hablar largo y tendido. Para empezar,
los de Sola y Sarkoja me han parecido un pelín desaprovechados, sobre todo el
último, que es una especie de arpía marciana con muy mala leche verde y que, en
el libro, no para de hacer la vida imposible a Carter. La historia de Sola, que
en la novela tiene una importancia destacable, aquí la descubre el amigo John
en un plis-plas. Debe ser que, cuando viajas con tu mente a otro planeta, amén
de dar saltos como un poseso, se te agudiza el ingenio y la percepción porque,
determinar la relación de su amiga con Tars Tarkas así porque sí, es digna de
hacerle la ola. Y si de saltos hablamos, vale, en el libro, Carter salta al principio por aquello de la gravedad
pero, poco a poco, se va adaptando. Aquí utiliza el recurso tanto que hasta me
recuerda a Superman en sus inicios. Otro personaje a tener en cuenta es la guapa
Dejah Thoris que, en el libro, hace gala a su nombre y rasgo por los cuatro
costados: es una princesa de Marte que derrocha sensualidad y sexualidad (ya
sea como esclava, princesa, cautiva o fugada) por los cuatro costados. Aquí me
recuerda a Xena, la princesa guerrera. Ah y, encima, profesora e intelectual.
Lo admito, esto me descolocó que dio gusto. Y eso de que Carter aprenda el idioma de Barsoom bebiendo un brebaje raro, o la presencia de Mark Satrong (Matai Shang) y sus amigos calvos acosando al protagonista y engañando a otros, vamos a dejarlo estar...
Mark Strong, añadido total de la peli... |
Esta SÍ es Dejah Thoris |
¿Eso
es todo? No. Tengo que señalar que, por encima de todo, la película ha pasado
por alto algo fundamental en las historias de John Carter: ese carácter pulp
que se asocia con ellas hasta tal punto que nombrar a una es referirse al otro.
La violencia (¿dónde han quedado los constantes desafíos que, en el libro, Carter tiene que afrontar para hacerse con las armas y armaduras de los desafiados (a veces, desafiantes) marcianos y así ganar prestigio?), el erotismo y la sensualidad aquí han sido sustituidos por un
espíritu de “peli para toda la familia” más que evidente. ¿Es una falta? Eso
depende de los gustos. Yo no me hubiera decantado ni por uno ni por otro
pero, quizás por aquello de una adaptación comercial, hubiera estado bien un término
intermedio. No obstante, debo admitir que, a pesar de tanto cambio, sí han
respetado detalles importantes, como la narración en forma de diario o la
historia del ataúd de Carter. Menos mal…
En
resumidas y marcianas cuentas, una película que, desde luego, me ha
entretenido. Yo la esperaba como agua de mayo porque, debo admitir, siempre he
sentido una inclinación especial hacia el personaje y sus aventuras, que,
desde luego, recomiendo leer y disfrutar. Quizás no sean el colmo de la
narrativa pero os aseguro que, entretener, entretienen lo suyo y lo que haga
falta. Con respecto a la cinta, me ha gustado. ¿Ha podido ser mejor? Sí, sin
duda. No en vano se comenta hasta la saciedad que ha sido uno de los batacazos más espectaculares de los últimos tiempos. Posiblemente, si la productora detrás de ella no hubiera sido la Disney, ahora estaríamos hablando de una película muy diferente. ¿Ha podido ser peor? Sí, mucho peor. Así que, sólo por aquello de mirar
al lado bueno de la vida, la recomiendo. Sea como fuere, para gustos, los
colores… ya sean los verdes o rojos del planeta Marte.
Como
curiosidades, deciros que, en 2009, se estrenó una versión de Una princesa de Marte… directamente al
mercado del vídeo. No la he visto pero, por Barsoom, que lo haré. Fue dirigida
por Mark Atkins.
Muchos
han sido los artistas que han visto en el mundo de Barsoom una fuente de inspiración.
De entre ellos, hay que destacar al genio de Fran Frazetta, un monstruo con los
pinceles que nos dejó maravillas como estas:
Lo admito: esta ilustración siempre ha sido de mis favoritas. |
Impresionante...
No hay comentarios:
Publicar un comentario