Director: Jonathan Liebesman
Guión : David
Mazeu, David Johnson, Greg Berlanti
Sam Worthington
Rosmaud Pike
Édgar Ramírez
Bill Nighy
Liam Neeson
Ralph Fiennes
Toby Kebbel
John Bell
Hades
y Ares han unido fuerzas para liberar a Cronos y destruir a Zeus…
Y
aquí tenemos la segunda parte de la historia de los titanes y su relación con
los humanos. Ya nada más estrenar Furia de titanes (2010) se dijo que iba a
haber una trilogía basada en la mitología griega y, por lo que se ve, los dioses
griegos y sus derivados siguen igual de enfadados (o más) que en la primera
parte.
Nada
más empezar, ya se nos mete en situación sabiendo que el amigo Hades ha
vuelto a hacer de las suyas. Bien porque siempre he dicho que, en este tipo de
películas, cuanto menos se tarde en presentar el meollo de la cuestión, mucho
mejor. Así, asistimos al hecho de que los dioses andan muy mal por el Olimpo y
que Zeus es traicionado al instante.
Pero
las novedades no acaban ahí. ¿Qué fue de Perseo? Ese héroe/semi-dios que en la
anterior entrega hace de todo (salva el reino de Argos, se carga a Medusa,
manda a paseo a su padre Zeus o se liga a una semidiosa, Io) Pues vemos que al
muchacho no es que le vaya muy bien. Es pescador, viudo, papi y se ha dejado
crecer el pelo. Vamos, más anti-héroe imposible. Pero, en cuanto se produce el
ataque de unas quimeras con ganas de masacrar al personal, Perseo saca la
espada (¿dónde quedó aquel sucedáneo de sable láser que, cuando lo portaba,
salía un filo divino?) y vuelve a demostrar que, quiera o no, pesque o no, es
hijo de Zeus.
De
este modo, la trama va un poquito más allá con respecto a la primera peli y nos
deja claro que aquí va a haber aventuras pero también un componente humano
fundamental: el amor entre padres e hijos, ya sean humanos o divinos. Supongo
que, con ello, los responsables han querido mostrar una faceta más ampliada del
héroe y no limitarse a hacer lo mismo: pelear, pelear y más pelear. Qué guste
esto o no depende del respetable.
Impresionante |
Nada
más entrar las quimeras en escena, vemos que si en la anterior los efectos eran
increíbles, aquí son, simple y llanamente apabullantes. Seamos realistas, si
los efectos digitales se hacen como los dioses mandan, están clavados y ni se
notan. Pues eso ocurre con esta entrega. Los monstruos voladores, los gigantes
y todo lo que se deriva de la parafernalia de personajes mitológicos están
perfectos. Hago mención especial a los gigantes de un solo ojo (que podrían
haber salido más, dicho sea de paso) o al mismísimo Cronos, espectacular por los
cuatro costados. Y si de criaturas digitales hablamos, no hay que olvidar los
decorados tan impresionantes de los que podemos gozar aquí, algunos de las
canarias o la Patagonia pero otros, creados por ordenador y espectaculares,
como el lugar donde Zeus está preso y Cronos decide despertar.
Pero
la principal diferencia, para mí, no radica en el avance del argumento, los
efectos o la concepción de los personajes, que, repito, van un poquito más allá
(Perseo parece más razonable, Zeus no resulta tan dictatorial y Hades… no sé
cómo calificarlo) Y es que esta segunda parte es mucho más oscura que la
anterior. Furia de titanes era, ante
todo, una peli de aventuras en su sentido más pleno. Aquí también las hay, sí,
pero con un tono mucho más siniestro que en la otra. El hogar de Hades es
oscuro, tétrico. El laberinto por el que tienen que cruzar los protagonistas,
además, es agobiante e incluso el colorido que impera a lo largo de la película
es oscuro, gris. Y lo digo como punto a favor ya que, de este modo, no se cae
en la repetición gratuita de logros anteriores.
La nueva Andrómeda |
Los
actores cumplen su cometido. Sam Worthington sigue estando bien
como Perseo y esta vez aporta cierta melancolía y tristeza al personaje debido
a las circunstancias que le rodean. Buen cambio porque, en la entrega anterior,
estaba algo desatado y tiraba más a Conan el bárbaro en su afán de llevarse a
cuantos más dioses por delante mejor (Como apunte, decir que muchos le atacaron
por su interpretación en la primera entrega y él prometió actuar mejor en la
segunda parte) Tenemos a una actriz nueva haciendo de Andrómeda, Rosmaud Pike,
que muestra una princesa más guerrera que la de la otra peli. Otros que se
suman al elenco son Toby Kebbel como Agenor, dando un toque de humor más o
menos graciosito, Bill Nighy como Hefestos, al cual creo que se le pudo haber
sacado más partido y Édgar Ramírez haciendo de Ares, malo de esta entrega que
dice poco pero suelta cada golpe que tiembla el Olimpo entero. Y me pasa lo que
con Hefestos: en este caso, para ser el malo, se le podría haber exprimido
mucho más. ¡Ays, esos malos desaprovechados, con lo divertidos que son! Y, por
encima de todos ellos, claro está, Ralph Fiennes sigue siendo Hades, no tan
malo como en la primera (y, para mí, un grave error) y mi favorito, Liam
Neeson, un Zeus perfecto, aunque aquí está algo debilitado.
¿Cosas
que me han parecido mejorables? Alguna que otra, claro. Para empezar, no
entiendo esa manía que se tiene en ciertas sagas de colocar un hijo en la
segunda entrega, cosa que me parece un lastre en la trama y en la situación del
protagonista. Y es que eso de poner progenie no suele dar buenos resultados. Preguntad
al señor O’Connell mientras persigue momias con mala leche egipcia o al
mismísimo King Kong. Aquí el vástago de Perseo, Heleo, se supone que aporta
madurez y apoyo emocional a su padre que le influirá en su relación con Zeus. A
mí me parece que la inclusión del niño, Heleo (John Bell)
ni pincha ni corta (y, menos mal que no han sido fieles a la mitología porque,
según esta, Perseo se casa con Andrómeda y tiene SIETE hijos, entre ellos,
Heleo) De hecho, sale muy poco pero, como dijo aquel, para gustos, los colores.
Otra
cosa que destaco es que el argumento me ha parecido mucho más simple que el de
al anterior peli (que, recordemos, estaba a su vez basado en una joyita de 1981
muy bien hecha y un guión de quitarse el sombrero… o el casco que te hace
invisible) En ella había que destruir al Kraken, sí, pero, antes, había que
cargarse a Medusa y antes había que ver a las brujas y, previos a eso, tenían
que armarse y, antes, conquistar a Pegaso, pasando por enfrentarse a
escorpiones gigantescos…. En esta, si bien el argumento me parece correcto,
creo que todo es más sencillo: narra un hecho puntual y se acabó: hay que
rescatar a Zeus y enfrentarse a Crono. Bueno, ahí queda.
Zeus y Hades codo con codo. |
¿Y
qué pasa con los otros dioses? Sí, aquí salen Hefestos o Poseidón (poco, pero
salen) pero… ¿y los demás? En Furia… salía Apolo, por ejemplo, amén de otros
más. Aquí el problema es que están desapareciendo, vale, pero me da la
sensación de que se los han quitado de encima de un plumazo y muy rápido
además. Además, debo reconocer que Hades me gustaba mucho más de malo,
traicionero, rencoroso y vengativo… como tienen que ser los malos. Aquí el
corazoncito se le ablanda un poco. Vale, supongo que, como dije antes, la
cuestión era no repetirse demasiado.
Y
ya, para terminar, sólo hacer un apunte personal: sigo sin entender la manía
que, a vecs, se tiene en Hollywood de acercar tanto la cámara cuando hay peleas
hasta tal punto que no ves casi nada. Que las peleas aquí son espectaculares
queda fuera de toda duda (fijaos en la de la quimera al principio de la cinta o
en la que mantiene Perseo con ese monstruo cornudo dentro del laberinto) Son
endiabladamente rápidas y el efecto digital ni se nota pero, la cámara se pone
tan cerca que, al menos yo, me pierdo y no sé dónde mirar. En fin, repito,
cuestión de gustos…
Pues
esto es todo. En general, para mí, una segunda parte digna de su sucesora.
Quizás el argumento se lo han currado un poquito menos pero, desde luego,
cumple su propósito sin ningún problema: entretenerte durante hora y media
larga y pasártelo pipa con estos dioses
(y humanos) llenos de ira y con muchas ganas de partir cabezas.
Aquí
no hay Kraken que liberar pero, ¡por los dioses, sentid la ira y a disfrutar!
Me encanta que sigas vigilando el cielo...
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