miércoles, 28 de marzo de 2012

El lobo humano

El lobo humano (Werewolf of London)
(1935)
Director: Stuart Walker
Guión   : John Colton
Henry Hull
Valerie Hobson
Warner Oland
Spring Byington
Lester Matthews
Ethel Griffies
Clark Williams




Un botánico viaja al Tíbet en busca de una extraña flor. Allí es atacado por una criatura extraña…

Cuando se habla de hombres lobo, mucha gente suele tener en mente la película de 1941, ya que es la más famosa y la que más rango de clásico tiene. Pues no, señores. Unos cuantos años antes de que Lon Chaney Jr. se pusiera a aullar a la luz de la luna, ya se hizo este lobo humano y fue el que en realidad abrió las puertas del cine a la licantropía tal y como la conocemos hasta la fecha presente.

Esto sólo es el comienzo...
La película abre con una expedición al Tíbet donde el protagonista, Henry Hull, es mordido por una criatura extraña que es la que provoca todo el conflicto y que, desde luego, es un hombre lobo. A partir de ahí, asistimos a la presentación de personajes y vemos cómo todo se va complicando hasta el clímax final donde todos sabemos lo que va a suceder.
La cinta, en su conjunto, tiene un aire tradicional y entrañable más que evidente pero no por ello se convierte en un producto menor. Resulta muy curioso  ver, con los medios tan limitados que se tenían en este género por aquel entonces, cómo eran capaces de resolver ciertas escenas y situaciones para salir airosos. Pero, por encima de todo, hay que dejar bien clara una cosa: aquí lo principal no es la casquería, el golpe de efecto o la espectacularidad. Todas estas cosas, en 1935, podían ser consideradas como problemas muy difíciles de evitar por, repito, los medios de la época, pero, a fin de cuentas, cuestiones a resolver de uno u otro modo. ¿Qué hicieron entonces? Pues las dos únicas cosas posibles. En primer lugar, se las apañaron para construír un maquillaje que, aún lobuno, recordase a todo el mundo que, debajo del monstruo, había un hombre. Lo segundo, centrarse (y muy bien, diría yo) en una cosa fundamental y que muchas producciones de hoy día parecen olvidar: contar la historia lo mejor que pudieron. Con maquillaje, transformaciones, un poquito de misterio, amores y celos pero, por encima de todo, contar la historia. Y eso es lo que, al menos para mí, destaca por encima de todo esta cinta: narra la historia de este botánico del modo más efectivo y dramático posible. Por supuesto, hay mucho más donde ahondar. Destaco las escenas en el Tíbet, cuyos decorados están bien logrados y resultan muy entrañables en lo que al aspecto se refiere. La ambientación de época, en general, está muy bien conseguida y resulta bastante creíble. Los personajes están muy bien descritos, dando al espectador la oportunidad de conocerlos de pies a cabeza, recreándose en cada uno de ellos (ojo, que esto es motivo de que muchos piensen que esta cinta peca de un poco lenta. Como siempre digo, cuestion de gustos.) 
Hull y Oland
En lo que se refiere a los actores, todos están muy bien. Cómo no, hay que destacar por encima de todo al hombre que lleva trabajo por partida doble: Henry Hull, el desgraciado que, de todo el Tíbet, se va a encontrar con un hombre lobo. Pero ahí no queda la cosa, ya que Hull está muy convincente en cada uno de sus roles, ya sea el de botánico serio y estudioso, el de hombre bien casado que teme que su mujer le ponga los toriles con cierto amigo de la infancia (puedes ser licátropo, pero no idiota) y, sobre todo, como hombre lobo. Warner Oland es Yogami, otro botánico que, nada má verlo, uno ya empieza a olerse (u olfatearse, por quello de los términos lobunos) que no es trigo limpio. La guapa Valerie Hobson es la esposa del doctor y aporta el toque femenino que toda buena historia debe tener.
Por suerte, no todo tiene que ser
hombres estirados. La guapísima Valerie Hobson
es una prueba de ello.
Pero, como uno puede suponer, esta es una peli de hombres lobo. Y, ¿qué se espera de una historia de licántropos? Transformaciones, claro. Pues bien, aquí las hay y muy curiosas, además. Eso sí, olvidaros de lo que habéis visto acerca del tema hasta ahora. La que nos toca aquí es muy sencilla, sí, pero lograda. Echad un vistazo a este video y lo comprenderéis:




Curiosa, ¿verdad? Me encantan esos preliminares en forma de gato que se enfurruña y que suele ser la antesala de que algo malo va a venir. Y, sí, el personaje va pasando por pilares cambiando, cada vez más. Por supuesto, en producciones posteriores, el truco se basaría en los típicos fundidos. Debo decir que, a pesar de que estamos ante una película de 1935, el maquillaje y el tránsito a hombre lobo me parecen pero que muy conseguidos y, sin duda, es un detalle que te hace recordar esta cinta. Curiosamente, a pesar de que, como dije antes, esta película fue algo así como la piedra angular del cine de licántropos, hay ataques, transformaciones y demás parafernalia propia de las historias que rodean a este personaje, pero no el recurso de las balas de plata. Se ve que eso vino después o, simplemente, aquí no lo pusieron porque no quisieron. Eso sí, utilizaron otro recurso que, desde luego, me aprece muy original: la herbología como posible cura de la maldición.

¿Aspectos a mejorar? Generalmente se dice que esta película, si bien está muy conseguida, tiene un punto flaco bastante gordo: lo largo y tedioso de algunas escenas. Lo admito, esto es verdad. Si bien la trama avanza, es cierto que, si prestamos atención, hay escenas que, o bien no dicen nada o, tan sólo, se podrían haber recortado y dar un poquito más de vida al conjunto. Prestad atención a la larga escena de la fiesta cuyo objetivo primordial está claro que es presentar a cuantos más personajes mejor y, para ello, recurre a que el espectador los observe hablar y hablar y hablar. Vale, la intención es buena pero la cosa se hace un poquito larga y te empiezan a entrar ganas de que la cosa acabe y comience la masacre de turno. También tenemos un diálogo entre el criado y ayudante del doctor que nos deja igual o las escenas de las caseras cotillas contándonos la vida. No es que queden mal, pero, repito, se hacen un poco largas. Y de aquí, y esto lo digo como apunte personal, paso al uno de los personajes en cuestión, el doctor Yogami. Veamos, me gustan los malos, lo admito. Por eso creo que quizás, se le podría haber sacado un poquito más de jugo, que eso con los villanos de turno nunca viene mal. Eso a parte de haber disimulado y reservado de mejor manera la sorpresa final que viene implícita con el personaje pero que, al ver la peli, la ves venir desde lejos.

¿Y el licántropo? Si esperas la imagen habitual babeante y sanguinaria que hoy todo el mundo conoce, quizás este te defraude un poquito. Aquí hay mucho lobo, pero también mucho hombre. Debo admitir que, por eso, a mí me gusta mucho, ya que se sale un poquito de la norma por su carácter primigenio y originalidad (todos sabemos que, a partir de Lon Chaney y el maquillaje de Jack Pierce, los hombres lobo fueron igulaes durante décadas) Y hablando de originalidades, sí, lo habéis visto bien: aquí el hombre lobo va vestido, se coloca bien la gorra (puedes ser lobo pero eso no implica que no seas coqueto, ¿no?) y, lo que más me gusta, tiene conciencia humana aún en su faceta de lobo. La escena final así lo demuestra. Y, por si fuera poco, aludiendo al comentario que hice antes de una posible cura, hay algo que no suele suceder en las películas posteriores: la licantropía es una infección que tiene remedio… en forma de flor tibetana. Ahí queda eso…

Como curiosidades:
Se la conoce como El lobo humano o El lobo humano de Londres.
Valerie Hobson no era la primera vez que se las veía con monstruos horrendos. Ese mismo año, antes que en esta peli, trabajó en La novia de Frankenstein como sufrida esposa de Henry Frankenstein, sustituyendo a Mae Clarke.
Boris Karloff rechazó el papel de licántropo.
Lo mismo hizo Bela Lugosi. El amigo, rechanzando, era tremendo, porque también rechazó ser el monstruo de Frankenstein.
Con respecto a la escena de las caseras hablando sin parar, hay quien ve cierto eco de El hombre invisible, cuanod el protagonista va en busca de soledad para curar su problemilla de invisibilidad.
Jack Pierce, famoso por el maquillaje de Frankenstein o El hombre lobo que interpretó Lon Chaney, hizo también lo propio en esta cinta. Hull, horrorizado ante las horas que supondría las sesiones, no quiso saber nada del tema y exigió algo más ligero y menos engorroso. Aquí os dejo un afoto de esa prueba. particularmente, prefiero el que vemos en la cinta. 

Lo dicho. Vedla y disfrutad, que los setenta y dos minutos de metraje están pero que muy bien justificados. Increíble que, en tan poquito tiempo, se digan tantas cosas.


1 comentario:

  1. Namaste, Vigilante; Esta peli no la he visto pero después de leer el artículo está la primera en la lista. Es lo que tienen las buenas reseñas, incitan a los lectores a ver el largometraje si todavía no lo han hecho. ¿Lobos en el Tibet? La verdad es que el cine te lleva a un mundo de fantasía...Sigue vigilando el cielo...

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