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domingo, 12 de marzo de 2017

Batman (1966)



Batman
(Batman. The movie)
(1966)
Director: Leslie H. Martinson
Guión   : Lorenzo Semple Jr.

Adam West.
Burt Ward.
Lee Meriwether.
César Romero.
Burgess Meredith.
Frank Gorshin.



La ciudad de Gotham sufre por el acoso de cuatro súpercriminales. Batman y Robin acudirán al rescate…


Hubo un tiempo en el que Batman era divertido. Y colorido. Y dinámico. Y, si me apuráis, hasta optimista. Decir esto hoy día puede rozar la blasfemia, ya que la visión del personaje es lo contrario: amargado, chiflado, obsesivo y, en definitiva, carne de psiquiátrico; un tipo que no termina de asumir una desgracia personal y que se cree en el derecho de vengarse de un modo estrambótico y siniestro a la vez. Sí, amigos, sí, en un pasado, no sé si remoto, podías asociar a Batman a un tipo de diversión simple, efectiva y alegre... y esta peli es una buena prueba de ello.

Pues bien, vamos a ello...


Delirante.



Esta es la única palabra que se me ocurre para referirme a cualquier cosa relacionada con el Batman interpretado por Adam West, ya sea hablando de la serie o, como en este caso, la película. Puro delirio, sí pero, también, pura diversión. Atentos al aviso con el que da comienzo la cinta. Después, durante todos los créditos, vemos a un tío corriendo que no sé quién se supone que es:

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No era broma: el tipo corriendo.


Este es el primer largometraje del personaje después del rotundo éxito que tuvo la primera temporada de la serie. El cruzado de la capa y su joven ayudante Robin (Burt Ward) se enfrentan no a uno, sino a cuatro super-villanos: el Pingüino (Burguess Meredith), el Arlequín (César Romero), Acertijos (Frank Gorshin) y la Mujer Gata (Lee Meriwether), todos ellos unos frikis del mal, a cual más extraño y, desde luego, retorcido, como debe ser. Y divertidos, muy importante este detalle.


Imagen relacionadaA lo largo de un poco más de hora y media, veremos a los dos héroes enfrentarse a TODA clase de peligros para hacer que el bien prevalezca. Y cuando escribo la palabra en mayúsculas es porque, efectivamente, no hay nada contra lo que el dúo dinámico no pueda enfrentarse: desde tiburones asesinos (¡Menuda sardina!, todo una escena clásica en esta peli que, seguro, jamás olvidarás), pasando por bombas que tardan lo suyo en explotar, mujeres fatales, secuestros, paraguas voladores gigantescos y un largo etcétera. Pero hablamos de Batman, que tiene bat-de todo: batspray contra tiburones, batcóptero, batescalera, bat-spray para barracudas o mantas raya, batbalas súpercegadoras... Un buen bat-arsenal, vamos. Y lo usan. ¡Ya lo creo que lo usan! Porque aquí, no lo olvides, el cruzado de la capa y su prodigioso pupilo quieren que lo pases bat-estupendamente y, créeme, no se escatiman bat-recursos. Todo, por supuesto, para evitar que el grupo de villanos se apodere del mundo. ¿Para qué? La verdad es que no lo dicen ni una sola vez a lo largo del metraje pero, la verdad, tampoco es que importe un comino.

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Pero lo importante es cómo se desarrolla la trama y, sobre todo, cómo los héroes se las ingenian (y cómo) para enfrentarse a lo que se enfrentan. Como ya dieron fe en la serie, 

todo lo que ocurre en Gotham es un puro despiporre que los personajes afrontan de un modo tan brutalmente serio que la primera impresión que uno tiene es no saber si te están tomando el pelo y partirte el pecho de la risa o, en efecto, la cosa es grave. ¿Qué se puede pensar al ver a Adam West enfundado en sus mallas apoyando los dedos índice sobre los hombros para meditar, a Robin dando golpecitos sobre la palma de su mano mientras suelta exclamaciones alucinantes o al grupo de policías que ve el bat-cóptero y se quitan las gorras para llevarlas al corazón y saludar? Y esto son solo meros ejemplos. La peli está plagada de situaciones así que hay que ver y sufrir en las propias carnes como espectador.


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Hay días en los que uno no sabe cómo deshacerse
de una bomba.
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¿Es mi imaginación o el muñeco del tiburón está sujeto a la escalera?

Pero si hay algo que caracterice a la película y a la serie, eso que hace que cuando las ves se ten queden en tu memoria atornilladas con bat-fuerza, es la enorme (¡y alucinante!) capacidad de deducción que tienen los héroes, ya que son capaces de encontrar una pista en una leve sílaba. Ejemplos que no puedo evitar reproducir (por favor, leedlos en voz alta y muy serios. Sí, son spoilers pero es que no puedo evitar compartirlos). Imaginad la situación, que es muy seria: después de que un tiburón mordiera la pierna de Batman, este y Robin se reúnen con el inspector Gordon y el jefe de policía para meditar. Y meditan. Atentos:


—Menudo pescadito el que me cogió la pierna en la bat-escalera. (Batman. Lo dice como el que se rasca la nariz, esto es, como algo normal que ocurre todos los días)


—¡Donde hay un pescado puede haber un pingüino! (Gordon. Fijaos en la asociación de ideas: pescado-pingüino)


—¡Espera! ¡Ocurrió en el mar! ¡Mar! “M”, de Mujer Gata. (Robin. Y la cara de "tengo un pálpito" no tiene precio. La de los demás, en plan "qué portento de chaval" también es algo a destacar)


—Y ese tiburón explosivo fue una broma pesada. (Batman)



—¡El arlequín! (Gordon)

—Todo esto es como un acertijo! (cara de asombro) ¡El acertijos! (O’hará) 


¿Cómo se os ha quedado el cuerpo? Repito: todo esto del modo más serio que os podáis imaginar. ¿Alguien podría haber llegado a esas conclusiones salvo ellos? NO.

A ver este otro. Esto es un mero ejemplo de la capacidad deductiva de dos personas que se disfrazan para combatir el mal.


—¿Qué hace un pavo cuando vuela boca abajo? (Admítelo: esto te lo has preguntado alguna vez, lo mismo que todos los mortales. Cuando lo pregunta Batman, el mundo se detiene.)

—Engulle con avidez. (Robin, mientras se golpea una mano. En este momento, es cuando te dan ganas de golpearte la cabeza contra la pared. Sí, algún guionista escribió esto de manera consciente, algún productor lo aprobó y un director lo rodó)

—¿Qué pesa dieciséis onzas, se posa en un árbol y es muy peligroso?

—Un gorrión con una metralleta (Robin de nuevo. Este tío es la bat-leche. Reconócelo: ni Einstein, ni Stephen Hawing ni Sheldon Cooper juntos hubieran llegado a esta bar-deducción. Ni nadie cuerdo tampoco pero él lo dice con cara de "lo tengo, no hay otra explicación y soy guay")

—¿Qué criatura engulliría con avidez a un pájaro en un árbol?

—¡Un gato! (Todos, para referirse a la Mujer Gata)


Uno más. Este es de terapia:


—¿Qué es lo que tiene la piel amarilla y escribe? (Batman. Serio, como debe ser. Aquí todo es serio)

—Un plátano-bolígrafo (Robin. Sin comentarios.) 

—¿A qué personas asocias con un determinado color? (Batman, emocionado ante el despliegue de creatividad de su joven pupilo. No en vano en una escena, Gordon se refiere a Robin como “Pequeño prodigio”) 

—Los rusos (Sí, Robin. Otra vez) 

—¿Qué crees que esto significa? 

—¡Algún ruso va a resbalar con una piel de plátano y se va a romper el cuello! (Robin. Sherlock Holmes, a su lado, un bat-tonto de baba)

Si a semejante despliegue literario e imaginativo (reconozcámoslo: hay que echarle imaginación y valor para escribir esto y que un actor lo lea interpretándolo) le añadimos unas situaciones que rozan la paranoia, la cosa puede ser de psiquiatra. Los malos tienen unos armarios identificativos (bromas, comida de gato, acertijos, comida de pingüino... que son privados de cada uno) Un comodoro al que se le engaña con un dibujo y un tío oculto tocando un silbato. Una mujer gato que ronronea mientras mira por un periscopio o un marinero que al recibir una bofetada se le despega la barba... Todo es un deliro brutal, sesentero y, desde mi punto de vista, divertidísimo que, si te tomas en serio, corres el peligro de acabar lobotomizado.


¿Cutradas procedente de la serie? ¡A patadas! Sí, a César Romero se le nota el bigote debajo del
maquillaje. La batcuerda para escalar edificios sale ya que es una marca de fábrica. El submarino de los malos es de juguete y Burguess Meredith dice “¡Cuak!” cada vez que termina una frase. Pero esto es Batman y para seriedad, amargura y rollo gótico ya están las versiones más recientes del personaje. Y es que eso es otra característica de la película: aquí hay colorido, música alegre, bat-gadgets, valores morales y mucha, mucha aventura. Y si los héroes están en peligro, no hay que buscarle tres pies al gato (¡o mujer gata!): unos delfines se cruzan en su camino y chocan con unos torpedos mortales. Eso sí, todo al son de esas notas estridentes cuando los ¡PAW! ¡BOOUM! ¡CRAAAAK! atraviesan la pantalla.


Los actores lo clavan y, si decir esto me hace un friki del tamaño de la Estrella de la Muerte, lo soy. Adam West es el perfecto Bruce Wayne, serio, centrado, razonable y ligón. Burt Ward es, para este servidor, el mejor Robin que ha dado la pantalla, pequeña o grande, y el tipo lo clava con respecto al cómic, amén de que su aspecto es una fotocopia del Robin impreso. Burgess Meredith es un magnífico Pingüino, lo mismo que Frank Gorshin lo borda como Acertijos (y al que Jim Carrey copió de manera descarada). Lee Meriwether destila encanto y sexualidad felina. Y, siempre lo he dicho, César Romero ha sido y será para mí la mejor interpretación del Joker. La suya y la de Jack Nicholson, claro.

Y aquí toca una pequeña reflexión, una pregunta que siempre me ronda por la cabeza cada vez que veo la peli o reviso algún capítulo de la serie: ¿cómo es posible que nadie responsable del estudio tuviera un mínimo de sentido común para mandar a Adam West a un gimnasio? No digo que marcase bat-abdominales, pero un poquito de forma no viene mal a nadie, ya seas un man del montón o todo un bat-man. Quizás no era lo habitual en la época (a George Reeves le hicieron llevar una especie de faja debajo del traje de Superman); puede que lo hicieran a propósito. Quién sabe...

Por cierto, atentos al excelente doblaje que vamos a escuchar en esta película. Un dato curioso: Constantino Romero dobla a Batman, Salvador Vidal a Robin, María Luisa Solá a La Mujer Gata, Míguel Angel Valdivieso al Acertijos, Luis Posada a El Pingüino, José Luis Sansalvador y Joaquín Díaz a O’hara. Todos ellos, menos el último, participaron en el doblaje de los episodios cuatro al seis de La guerra de las galaxias (Darth Vader, Luke, Leia, C3-PO, Obi-Wan, y gobernador Tarkin) Joaquín Díaz hizo de conde Dooku en los episodios dos y tres.

¿Queréis pasar un buen rato? ¿Os apetece marcaros unas buenas risas que desemboquen en carcajadas? Ved esta película. Os puedo asegurar que, guste o no, no la olvidaréis jamás. Yo, al menos no creo que lo haga. Eso sí, me lo paso pipa cada vez que la veo porque, no hay que olvidarlo, hubo un tiempo en el que Batman era divertido. Y colorido. Y dinámico.



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Lo dije: aquí todo tiene cartelitos.



Y, como siempre digo, hay cosas que escritas impactan; vistas te llegan a lo más hondo. Por eso, os dejo los vídeos de los diálogos anteriores. Fijaos en la seriedad de los actores: bat-tremendo.










           

Un par de curiosidades:



-Lee Meriwether no salía en la serie como Mujer Gata, sino Julie Newmar. Con todo, ambas son consideradas por muchos las mejores Mujer Gata hasta la fecha, por interpretación y por físico, convirtiéndose en una especie de mitos eróticos entre los fans de la serie. Y es que el que esté libre de brindar arrumacos y unas buenas caricias, que tire la primera bat-piedra. 


-Aunque parezca imposible, la dictadura franquista censuró la película y no la pudimos disfrutar hasta 1979. Según cuentan muchos, fue debido a que el embajador español es parodiado como miembro de las Naciones Unidas (pero... ¿qué no es una parodia en esta película?) En fin, ver para creer... 


-Sabido es que Adam West (confirmado por Burt Ward y él mismo) no sólo era un Batman metido hasta las orejas (puntiagudas) en su papel, sino que, además, era una máquina sexual, cosa que le contagió al joven Ward. De hecho, entre los dos, se lo pasaron pero que muy bien con las bellezas que pasaban por la serie o con el personal femenino del estudio. Tanto es así que Ward escribiría años después un libro sólo para contar las anécdotas sexuales durante el rodaje, admitiendo que las señoritas comenzaban a desfilar desde casi primera hora de la mañana y, entre toma y toma (o incluso durante el rodaje), la bat-libido estaba pero que muy alta. De hecho, el actor se ganó a pulso eso de “El joven maravilla” 


-Joel Schumacher intentó dar a sus Batman Forever y Batman y Robin cierto toque de la serie de los sesenta y de esta película, con encuadres propios de las viñetas pero, lo que en la serie original hizo gracia, en las de Schumacher provocó iras. 


-El batmóvil se ha convertido en todo un icono. 

- Si uno se pone en plan crítico, hay que admitir que esta es de las pocas películas (si no la única) en la que, al final, los héroes, que se supone deben salvar el mundo, meten la pata hasta el fondo. Por eso se van a hurtadillas. 

Resultado de imagen de batman año uno comic-El dibujante David Mazzucchelli, autor de Batman, año Uno opina que “la serie de Adam West era una adaptación fiel de un cómic hecha realidad. Coged cualquier cómic de Batman de los años sesenta y leedlo en voz alta. Entenderás lo que quiero decir” Y este humilde servidor le da la razón: si un hombre se pusiera mallas (cachas o no), se aproximaría mucho a Adam West. 


-Si alguien sabe qué significa el tío corriendo de los títulos de crédito iniciales, que lo diga. 



¡Bat-saludos y... vigilad el cielo! (¡¡¡CuuuUUuuuuuaaAAAAaaAAAAkkk!!!)









sábado, 29 de marzo de 2014

La invasión de los hombres del espacio


La invasión de los hombres del espacio (Invasion of the saucer men)
(1957)

Ditrector: Edward L. Cahn.
Guión     : Robert J. Gurney Jr, Al Martin. 

Steven Terrel
Gloria Castillo
Frank Gorshin
Lyn Osborn








Un hombre, mientras conduce, ve aterrizar un ovni…

Que la ciencia ficción en el cine tuvo su punto álgido en las películas americanas de los años cincuenta está fuera de toda duda. Que, por ello mismo, en la época hubo un aluvión de títulos, algunos de ellos más que discutibles, también. Por ello mismo hay obras muy buenas como otras (muchas, a patadas) que tiran a lo cutre por varias razones: argumentos surrealistas, protagonistas extraños, monstruos cantosos, duración más que corta… Pues bien, este título, si bien entra dentro de los denominados clásicos, también es cierto que pertenece al segundo grupo.

El argumento no puede estar más sobado y, por esa misma razón, es típico de la época: unos personajes del típico pueblo americano ven un ovni y, por ello, se ven enfrentados a los tripulantes del mismo que, por supuesto, son feos, malos y quieren conquistar y matar al personal. Muy bien. Lo que pasa es que, nada más empezar la peli, a uno le saltan las alarmas. Servidor ha visto muchas cintas de este tipo (y las que espero ver porque, lo admito, me encanta perderme en las ralladas mentales de estos productos) y sé que muchas suelen coincidir en los puntos anteriormente dichos pero aquí, ya en los títulos de crédito, advertimos algo: humor. Raro pero, a fin de cuentas, humor. Así, asistimos a unos títulos de crédito en los que se nos muestran unos dibujos poco serios al estilo de los cómics y una música menos seria aún. Si a ello le añadimos que hay narrador (algo muy típico de estas historias) que parece igual de poco serio y es de los que se toma confianzas con el espectador (“…Tétrico, ¿ehhh?...”) ya la cosa hace que te pongas en guardia.

Pero esto es  una historia de ciencia ficción cincuentera y eso implica dos cosas: naves y extraterrestres. ¿Aquí los hay? Sí, claro. Y los dos bien cutrecillos, como debe ser. Por eso, la nave tiene dos faros que recuerdan que tumban a los de un coche y los aliens de turno son cabezones, con cara de mala leche, ojos malvados y venas salientes de la frente. Y, encima, de sus manos salen agujas que (atentos) inyectan alcohol al quienes se las clavan. Como lo habéis oído. Aquí no devoran a nadie, ni se transmutan, ni plantan semillas en el estómago de cualquier desgraciado, ni nada por el estilo. No señor; estos emborrachan al personal. Pero, ojo que aquí viene lo importante: si has bebido antes, el efecto te mata; si no, sólo coges un pedal de campeonato o, si lo prefieres, de proporciones cósmicas (por aquello de los marcianos, se entiende) Vamos, que original sí que es. Desde luego, entre que te metan la típica sonda anal y que te inviten a una borrachera intergaláctica, la elección está clara. Se podría decir que es un modo de abducción más divertido que el típico.

 Y como ya dije, al suceder la acción en un pueblo, hay muchos personajes. Demasiados quizás. Por eso, la película tarda un poquito en arrancar deteniéndose demasiado en muchos jovencitos besuqueándose en los coches (algo que, por otra parte, como todos sabemos, es tan obligatorio en el género durante aquellos años como las mallas en una peli de Shakespeare).  Y digo esto porque uno no sabe muy bien quién o quiénes pueden llevar el título de protagonistas: ¿John y Joan? Puede, porque son los jóvenes que se estaban dando el lote (salvo que un toro les interrumpa. De nuevo, sí, habéis leído bien) y se encuentran con los marcianitos. ¿Joe Gruen y Artie Burns? Quizás, ya que la película empieza y acaba con ellos. ¿Los militares? (Nota: ¿qué hace un teniente del ejército uniformado en la taberna del pueblo al principio de la peli? Aquí el tema del alcohol alcanza cotas preocupantes. Parece que hay una especie de intención subliminal para que el personal pille una buena curda) A esos, con mantener conversaciones ridículas y no hacer nada (salvo llamar a los extraterrestres con megáfono. ¿Repito lo de “Sí, habéis leído bien”?) los dejamos un poco a parte… Y esto lo digo como elemento mejorable: quizás se podían haber definido algo más a quienes llevan la acción principal pero, repito, eso es opinión mía…
 
 

Por supuesto, además de todo lo dicho hasta ahora, no hay película de esta naturaleza que no tenga sus buenos golpes de efecto, sean cuales sean las posibilidades de las mismas. Así, aquí asistimos a ataques extraterrestres a toros indefensos, atropellos a alienígenas que salen a la carretera o, lo que es mejor, una mano extraterrestre en la parte de atrás de un coche que puede liarla a base de bien. Memos mal que la luz acaba con ellos y esto, a fin de cuentas, no es un efecto muy difícil de conseguir (por cierto, toda la película transcurre de noche. Qué cosas…)
 
 
 

En fin, todo un producto típico de la época, un claro ejemplo de esa ciencia ficción de serie B, con escaso presupuesto, actores desconocidos y un modo de mostrar y solucionar situaciones, cuanto menos, curioso y, si te pilla de buen humor, hasta te hace soltar un par de carcajadas de las sanas. Está, desde luego, muy por debajo de la altura de algunas de las buenas pero se puede ver como curiosidad para pasar un ratito divertido y, si vas con la mente abierta, pero que mucho, te lo puedes pasar pipa.

Ah, y sí, uno de los protas, el desgraciado que tiene la mala suerte de beber antes de ser atacado por los marcianos, es Frank Gorshin. Si no has visto la serie de Batman de los sesenta, lo que acabo de escribir te dejará frío. Si has visto algún capítulo, le reconocerás como Enigma.
 
 

Por cierto, si después de verla (o durante, eso va en gustos), te tomas un par de copas, lo mismo la peli es muy digna de ser tenida en cuenta.

Pues hala, ¡a vigilar el cielo!