Esta serie es uno de esos casos en los que se intenta aprovechar el filón de una moda (el cine de superhéroes) para intentar explotarlo al máximo y llenarse los bolsillos. Por desgracia, no todo en el mundillo es oro y hay cosas que salen bien y otras que no.
Ojo, he dicho "salen", no que "sean" malas.
Agente Carter es un personaje que trata de aprovechar el tirón del Capitán América. La vimos en la peli y tenía dos cosas: importancia y carisma. Por eso lo intentaron en forma de serie con dos temporadas porque no triunfó.
La primera para mí es la más floja. Es una presentación de personajes, ambiente y la trama, si bien es interesante (roban los aparatos de Howard Stark), tiene el detalle de, otra vez, tener el apellido Stark por todos lados (que ya me cansa) y de tener un desarrollo muy simple. Buenos, malos y ya.
La segunda me ha gustado más. Hay una sustancia sobrenatural y los malvados son más atractivos, más de cómic, y nos olvidamos de los cansinos Stark. Me resulta más interesante y, en definitiva, divertida. Pero, aún así, le falta algo. Fuerza, gancho... Lo que gustéis.
Pero si hay algo que desataque, y que creo que se llevó mucho dinero, es la ambientación situada a finales de los años cuarenta. Coche, ropas, decorados. Muy bueno todo ello.
Y lo mismo puedo decir de los actores donde destaco a Hayley Atwell como Carter y a James D'Arcy haciendo de Jarvis.
Como dije, la serie ha durado solo dos temporadas porque no fue un éxito precisamente. Yo lo achaco a tres cosas. La primera es que, sin duda, fue una serie cara por lo que comenté antes. La segunda, le falta el empuje de una serie más adulta y seria porque tiene un tono muy light que recuerda a las series de los noventa. La tercera, que el personaje de Carter no está bien explotado porque, a fin de cuentas, es un apéndice del Capitán América y no han sabido darle ese tono serio y un carácter propio. La serie está bien y es entretenida pero veo que le ha hecho falta un tono más serio en cuanto acción, temática y personajes que le hubiera podido dar entidad propia, algo que la aleje de esa imagen de «tubérculo» con poca entidad propia que es lo que, quizás, peor le viene.
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