Esta es la secuela de una película que parecía imposible que tuviera una pero que así ha sido y que, además, funciona de principio a fin. Me refiero, claro, a esa pequeña joya llamada X y cuya reseña puedes leer en este blog.
Después de la (literal) masacre que vimos en X lo que vamos a ver aquí es la vida de la protagonista, Maxine, en su afán por dejar el porno para dedicarse al cine comercial. A ello, la trama suma otra de fondo: un asesino llamado Acosador Nocturno se está cargando chicas relacionadas con el lado oscuro de Hollywood. Y así, de esta forma tan simple, tenemos el argumento de la película porque, claro está, el Acosador va a ir a por Maxine.
Y es que este es, quizás, el gancho más convincente de la cinta: lo simple que es y lo que recuerda a las películas ochenteras de terror (no hay que olvidar que está situada en 1985, otro grandísimo acierto del guión) No hay subtramas retorcidas ni una introspección muy profunda porque, de lo que se trata aquí es que te olvides durante una hora y cuarenta y cuatro minutos de tu monótona vida y te lo pases bien. Y lo consigue porque es una película directa pero muy bien escrita, mejor interpretada y muy acertada en cómo se muestran las cosas. Quizás resulta más convencional que la primera, cuya trama me pareció una genialidad pero, justo por eso, no intenta ser un pastiche de la anterior y aporta algo nuevo. Además, cuenta con una sorpresa que le viene muy bien y que no se sabe hasta más o menos el final.
Los actores están muy bien pero yo destaco a dos. Claro está, Mia Goth lo borda porque parece hecha para el papel, cosa que ya vimos en la anterior película. Y aquí debo destacar a otro, un actor que me encanta y que siempre he creído que ha merecido mucha mejor suerte: Kevin Bacon haciendo de Labat. Lo clava. Es un papel pequeñito pero los minutos que sale son oro puro y así hay que decirlo las veces que haga falta.
¿Es tan bestia como la anterior? No. Aquí no hay dos viejos asquerosos que hagan las delicias del personal pero la cinta tiene el toque sangriento adecuado en forma de cadáveres marcados, cabezas que vuelan o desgraciados en un coche bajo una plancha lista para aplastar. Es otro de los detalles que la diferencia de la anterior y evita ese efecto eco en el que muchas películas caen. Sí tengo que decir que la escena del sucedáneo salido de Buster Keaton parece un poco puesta porque sí pero, bueno, ahí queda...
Pues no más por hoy. Me resulta muy curioso que, por encima de la trama principal reine ese afán de mostrar lo satánico y cruel que puede ser Hollywood, dando a entender el cliché que todos sabemos: por fuera, es todo brillo pero, por dentro, puede a estar bastante podrido. Como dice el refrán «Cuando el río suena...»
Y si una secuela parecía imposible, atención, que hay una tercera parte llamada Pearl. En breve, se dejará caer por aquí.

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