jueves, 25 de enero de 2024

La monja 2





Estaba claro que La monja que apareció en las saga de Expediente Warren era un filón considerable. Así después de una primera película en solitario, estaba cantado que, a juzgar por su final, habría una segunda.

Esta nueva peli conecta directamente con la anterior y nos deja bien claro que, en realidad, el demonio Valak en forma de monja nauseabunda no murió: simplemente se transmutó a otro cuerpo, el del pobre chico para todo Maurice, más conocido como el Franchute. 

La acción, en lugar de en una abadía tenebrosa, se sitúa en otro sitio más tenebroso aún: un colegio de monjas exclusivamente de niñas donde el desgraciado de Maurice trabaja. La película va directa al grano y esto des de agradecer porque, en cuento la iglesia sabe que las cosas se comienzan a torcer, manda a la joven monja Irene, más sola que la una, a investigar el problema y acabar con él. La razón me parece un poco blanda pero es así: como acabó con el demonio en el primer encuentro, que haga lo mismo en este segundo. Vamos, una simple regla de tres.

Lo que tenemos a continuación es una trama donde se mezcla investigación detectivesca, terror muy básico e implicaciones bíblicas, ya que meten a la mismísima Santa Lucía y los ojos que la arrancaron a la pobre antes de intentar quemarla. Y esto me lleva al quid de la cuestión de Valak: resulta que el amigo demonio fue antaño un ángel y quiere recuperar los ojos de la santa. Curioso y, también, un pelín cogido por los pelos.

En cuanto al terror, me han parecido situaciones inquietantes más que sustos propiamente dichos. Como ya dije en la reseña de La monja, la serie Warren y us derivados fueron de más a muy poco en el tema del terror. Y lo mismo le ocurre a la de la monja. La primera contenía sustitos. Esta, sustitos aún más pequeños. Creo que en un entorno lleno de niñas repipis los sustos (y muertes) de muchas de estas hubieran sido una especie de festín pero optan por ir a lo sencillo y no apretar las tuercas al personal. Una pena porque creo que había posibilidades.

Y ya sabéis: si queréis acabar con un demonio que, cosa curiosa, no quiere morirse, convertid docenas de barriles de vino en sangre de cristo y reventádselos en la cabeza. Como se suele decir, directo y efectivo y viene a recordar que, digan lo que digan, el alcohol es la respuesta a muchos de nuestros problemas.

En resumidas cuentas, la peli no es el colmo del terror. De hecho, creo que ya han estirado demasiado el chicle de la monja asquerosa y, o se estrujan los sesos un poquito más o, en mi opinión, esto debería acabar aquí. ¿Entretiene? Claro que sí. Y yo me quedo con eso.


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