viernes, 26 de junio de 2020

El increíble hombre menguante


El increíble hombre menguante.
The incredible shrinking man.
1957
Director: Jack Arnold.
Guión: Richard Matheson.

Grant Williams.
Randy Stuart.
Paul Langton.


Un hombre nota que su tamaño y peso decrecen tras verse expuesto a una nube tóxica...


Hoy le toca el turno a un clásico por méritos propios por varios motivos. En primer lugar, no se trata de una cinta de presupuesto desorbitado plagada de estrellas. De hecho, no es que sean muy conocidos. Segundo, explotaron lo máximo posible el tema de los decorados y los efectos especiales con lo que había en la época. Y tercero, se centraron de manera evidente en contar una historia de la manera más impactante posible. El resultado, como es evidente, habla por sí solo...

Carteles Cine Ciencia Ficción (106) The Incredible Shrinking Man ...


Empezamos por la historia. Está basada en el libro de Richad Matheson, el autor, entre otros, de Soy leyenda o La casa infernal. Vamos, que es un tipo que no defrauda. Es curioso cómo, cuando se habla de esta peli se recuerda el tema del tipo haciendose cada vez más pequeño pero, por encima de todo, queda algo más: el sentimiento de angustia que se respira a lo largo de todo el metraje. A todo ello, hay que destacar varios aspectos.


La película se divide en tres partes muy bien llevadas que hacen que pegues los ojos a la pantalla sin que te des cuenta. Vamos por partes.

La primera es muy cortita; es simplemente, la escena inicial. Como siempre ocurre con las pelis (buenas o malas) de ciencia ficción de la época, aquí no se pierde el tiempo en escenas largas o estúpidas. Desde la primera escena se nos presenta el problema en forma de nube rara en mitad del mar. Si Scott, el prota, no hubiera sido tan vago y gañán, todo por no levantarse a coger una cerveza (...) no hubiera pasado lo que viene  continuación. Curioso pensar esto. Por una cerveza...

The Incredible Shrinking Man | Life Vs Film
Scott, vete a por la cerveza...



La segunda es una parte más o menos larga pero, ojo, no por ello aburrida. Como es obvio, la nubecita ha hecho la gracieta y la cosa, sin prisa, pero sin pausa se va viendo. Así, Scott ve que los pantalones y las camisas le quedan anchos y grandes. Sí, la solución de Louise, su mujercita, mola: hincharle a bollos y pasteles. Pero, nada, que la cosa va a peor y es evidente que el tipo mengua. Y a pasos AGIGANTADOS... Y, para dejar constancia del hecho, en el minuto dieciséis venos que Scott ha menguado hasta tamaño infantil. La escena, con una música de golpe, está muy, pero que muy conseguida.

Esta segunda parte es la más larga porque, como es evidente, el guión va preparando al espectador para lo que viene luego (que tiene muchos quilates) y se recrea de manera excepcional en la desesperación del pobre Socott. Por un lado, los médicos son unos inútiles que no dan pie con bola. Por otro, Socott se ha vuelto famoso con el acoso mediático que ello implica. Fijáos como el guión, de manera muy natural, sin espectacularidades, muestra esto a través de la prensa, la tele o los fans pesados. A esto hay que añadirle un detalle muy bueno que enriquece mucho el guión: la inclusión del circo y la enana Clarice.


The Incredible Shrinking Man - Film | Park Circus

Y la tercera parte es la más espectacular. Y es donde se produce las escenas de mayor tensión y el despliegue de efectos especiales hace que esta peli sea deliciosa. Y es que Scott, ya del tamaño de un Lego, tiene que enfrentarse al infierno que supone su propio hogar... después de vivir en una casa de muñecas.  Y esto da a escenas espectaculares para la Historia. Ahí quedan las de la mala bestia del gato, que es el que lo complica todo, la de la trampa para ratas o todo lo que sucede con la araña. Aquí no solo los efectos especiales siguen pareciendo espectaculares; también hay que tener en cuenta los detallitos. Por ejemplo, fijaos en cómo, cuando huye del gato corriendo por la alfombra, cuando esta termina, el prota da un saltito al correr. Mirad la maravilla del momento cuando prende la cerilla o convierte una aguja en una espada para jugarse la vida por un trozo de bollo. Y lo mejor es que, durante todas estas escenas, casi no hay diálogo... pero da igual. Sublime.

Y esto lleva al final. Cualquiera, casi con toda probabilidad, hubiera añadido la presencia de una cura o algo que solucione el problema. Lo que vemos aquí es más sencillo y mucho más efectivo: no pasa nada. Scott mengua, mengua y menguará hasta el infinito...


The Incredible Shrinking Man


El increíble hombre menguante



Paso a los actores.  No son estrellas pero cumplen bien. Y una prueba de que no hubo mucho presupuesto es que no salen muchos. Sin duda, la estrella es Grant Williams. El tipo, al principio, parece un poco inexpresivo; y repeinado que aparece en esas secuencias. Poco a poco, va mostrando muy bien esa desesperación hasta que, en las escenas finales, el tipo está hecho un guiñapo. Y , sí, muy despeinado. Randy Stuart como Louise, su mujer, sale poquito y cumple. Lo mismo que Paul Langton en el papel de Charlie, el hermano de Scott.

Por supuesto, mención a parte merecen dos cosas. Por un lado, los efectos especiales. Por otro, los espectaculares decorados. Los primeros, para la época, debieron ser tremendos y, al menos para mí, siguen impactando. Sí, ahora sería una araña por ordenador pero con menos gracia ya que, la que vemos en la peli, es muy real. En cuanto a los decorados, simplemente, hacen que te creas que Scott es diminuto; desde un sofá hasta la dichosa tela de araña, pasando por la trampa para ratas, el trozo de bollo o las tijeras.

The Incredible Shrinking Man


The Incredible Shrinking Man (1957)



El increíble hombre menguante es un clásico maravilloso que hay que ver y revisitar las veces que haga falta. La película es una sucesión de escenas memorables que hacen que el conjunto sea una gozada de ver, una cinta por la que no pasa el tiempo porque, la veas cuando la veas, la vas a disfrutar. Me parece milagroso que, a fecha de hoy, ningún espabilado haya hecho un remake. Esperemos que la cosa siga sí...

Ah, y repito: todo por no levantarse a coger una cerveza...


Vigilad el cielo.


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