sábado, 13 de agosto de 2016

El museo del horror




El museo del horror.
(El museo del horror)
(1964)

Director: Rafael Baledón
Guión   : José María Fernández Unsáin.

Julio Alemán.
Patricia Conde.
Joaquín Cordero.
López Moctezuma.


Se están cometiendo unos horribles asesinatos. Todas las víctimas son mujeres. Lo que nadie sabe es que una figura en la sombra es la responsable...



¡Saludos!

Hoy os traigo una peliculita mexicana de cuya existencia, debo ser sincero, no tenía ni idea. Me encontré con ella de casualidad y, como suele ocurrir, la debilidad me puede y tampoco es que me resista demasiado.

Muy bien, la he visto un par de veces y lo que sigue es lo que puedo decir.

Esta cinta sigue el canon principal que las películas de ciencia
ficción y terror de las de antes solían seguir: ir al grano desde el comienzo para atrapar al espectador. Y eso es lo que hace sin miramientos ninguno. Desde que vemos a esa chica caminando sola por la calle, a oscuras, con cierta bruma (gran punto a favor de la ambientación tétrica y terrorífica), asediada por cierta sombra siniestra con sombrero bien calado, el misterio está servido. Por eso, la historia que vamos a tener por delante es precisamente eso, una de misterio muy bien llevado cuyo principal objetivo va a ser el de despistar al espectador mientras nos presenta un argumento sencillo y directo, pero muy bien mostrado. Por eso, por un lado se podría decir que es una película de terror (elementos tiene de sobra, como comentaré dentro de un momento) pero, también, lo es de asesinatos en la más antigua tradición policial. No en vano, después de todo, la policía, que al principio es algo inútil y así se lo hacen saber todos, se pasa toda la peli investigando hasta que, al fin, se les enciende la bombillita y empiezan a atar cabos.

Otra cosa a tener en cuentas es que si bien la trama principal es la de las muertes variadas de las pobres y desgraciadas chicas, lo cierto es que la cinta se nutre de pequeñitas tramas que ayudan a contar la historia y, a su modo, contribuyen a que el espectador haga sus cábalas acerca de quién puede o no puede ser el asesino. Ahí tenemos al taxidermista, la relación entre Marta y Raúl o los experimentos de este cual doctor Frankenestein.


Pero, como ya he dicho, la imagen primordial que arroja esta película es la de peli de terror. Debo decir, y lo hago sorprendido de manera muy grata, que me ha dejado alucinado la mala baba que destila en determinados momentos y que, la verdad, llama la atención por lo bestia de dichas escenas. Por ejemplo, las muertes (esto es un spoiler pero lo tengo que decir) de todas y cada una de las chicas con cera líquida e hirviendo incluida me gustan pero que mucho (bien visto, leyendo esta frase en frío, me deja a la altura de lo desquiciado pero, qué le vamos a hacer) más que nada porque se muestran en gloriosos primeros planos. Si has visto cualquier peli donde haya asesinatos y museos de cera de por medio, sabrás que el proceso en sí no sale. Pues bien, aquí, lo ves con todo detalle: la chica gritando, la cera ardiendo y cayendo en la cara mientras ahoga los berridos (de nuevo, jope cómo suena eso). Cuando el bueno de Raúl saca una cabeza femenina (parece que la peli odia a las mujeres) de un tarro pasa igual: primer plano y zoom bestia. ¿Más? ¿Y si te digo que unos ladrones desentierran un cadáver (adivina. Sí, de una chica) y retiran la mortaja vemos perfectamente la cara con un buen rictus cadavérico de la chica. Todo ello, lo repito, bien mostrado y, sobre todo, recreándose en ello. No me deja de parecer cusiroso que, a fin de cuentas, estamos hablando de una peli de 1964.


Ahí queda eso.

Paso ahora a los personajes. Muy bien reflejados y, todos y cada uno de ellos se prestan a aumentar ese misterio y confundir al espectador. Además, no tienen desperdicio: Raúl está obsesionado con Marta y, a la vez, lleva una doble vida como doctor Frankenstein; Luis es el típico personaje amargado que puede ser más de lo que parece; Abramov es un machista, amargado, antipático y tipo morboso que se lo pasa pipa disecando animales. Marta, por su parte, adora a los hombre mayores y tullidos. Vamos, que no tienen desperdicio.


Y esto me lleva a los actores. Joaquín Cordero queda muy bien como Luis, lo mismo que Julio Alemán haciendo de Raúl, que pasa de encantador a chiflado por amor en un segundo. Patricia Conde cumple como Marta y Carlos López Moctezuma lo borda en su papelito de Abramov. En conjunto, todos muy creíbles.








Y ahora le toca el turno a lo que no me ha gustado tanto, que alguna cosita hay. Lo principal, y se te va a hacer evidente si ves la peli, es lo predecible que, a fin de cuentas, resulta. Sí, hay misterio, confusión y giros en la trama que te pueden hacer dudar pero, a fin de cuentas, no creo que haga falta ser un lince para averiguar quién narices es el malo. Si has visto Los crímenes del museo de cera en cualquiera de sus versiones (y si no lo has hecho, hazlo nada más terminar la parrafada que te estoy soltando), sabrás de lo que te hablo. Luego hay pequeños detallitos que no es que me hayan molestado pero que ahí quedan. Sí, el malo recuerda a El fantasma de la ópera que da gusto pero ni se nos dice cómo se las apaña para conectar un cementerio con un teatro (¡huy, que se me escapa!) Raúl tiene un trasfondo morboso porque contrata a asesinos para que roben cadáveres pero no se nos dice para qué. Y, ya puestos, fijaos en la escena final: dos personajes dándose de palos (no voy a decir quiénes) y, ¿qué hace la poli? Observa desde el piso de abajo. Total, durante todo el metraje no hacen nada...

Bueno, pues esto ha sido todo. Detallitos sin importancia aparte, debo decir que ha sido toda una sorpresa y me ha gustado. En general, muy bien llevada, interpretada y, sobre todo, muy entretenida. Si tienes un ratito, búscala y dale una oportunidad; yo lo he hecho y no me he arrepentido durante los setenta y seis minutos que dura.


Vigilad el cielo.






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