sábado, 26 de octubre de 2013

Conan, el bárbaro: Theology/Civilization


¡Muy buenas a todos!
 
Aquí os traigo una nueva entrega de CINE PARA ESCUCHAR.
 
Esta vez le toca el turno a Basil Poledouris y la espectacular banda sonora que escribió para Conan, el bárbaro (cuya reseña puedes leer aquí) que protagonizó el amigo Arnold Schwarzenegger en la, para mí, mejor interpretación del personaje en la pantalla (con la venia de Jason Momoa... reseña aquí)
 
Decir que la música que suena a lo largo de toda la peli es tremenda es, como poco, quedarse muy, pero que muy corto. Aquí hay para todos los gustos en un festín de lo más variado, desde temas poderosos y trepidantes como Riddle of Steel/Anvil of doom (que tiene unos coros impresionantes) o Batlle of the mounds a los más románticos y tranquilos que se pueden escuchar en Love theme o The search. Hay muchos más, claro y, todos ellos, igual de recomendables. Y, lo que me resulta muy curioso, todos ellos perfectamente tarareables sin los típicos momentos de "sonidos" que podemos escuchar en muchas bandas sonoras.
 
De todos, os voy a dejar el que, quizás, es mi tema favorito. Se trata de Theology/Civilization, una melodía preciosa y pegadiza que acompaña los momentos en los que Conan, junto con Subotai, se dedica a patear las tierras bárbaras en busca del malvado y reptiliano Thulsa Doom. Este tema me parece soberbio, una melodía que, para nada, esperas encontrar, en un primer contacto, en una peli de esta naturaleza, un tema que raya lo romántico y que, cuando se escucha, se te queda grabado sin dificultad.

Si os gusta, os comento que, en 2010, se lanzó una edición especial llamada Conan, the barbarian: Prometheus Edition, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Praga, en la que se incluyen temas que no aparecieron en la edición oficial. Si podéis, haceros con ella ya que se incluyen arreglos distintos y diferentes interpretaciones de las que oímos en la bnda sonora original. 
 
Espero que os guste.
 
Vigilad el cielo.

sábado, 19 de octubre de 2013

Las brujas de Zugarramurdi

Las brujas de Zugarramurdi
(2013)
Director: Alex de la Iglesia

Guión   : Jorge Guerricaechevarría, Alex de la Iglesia 

Hugo Silva
Mario Casas
Jaime Ordóñez
Carmen Maura
Carolina Bang
Terele Pávez 




Unos atracadores, al huir, acaban de cabeza en un pueblo lleno de brujas… 

Vamos allá con un estreno recientito y que, según parece, está cosechando bastante éxito en las salas de cine.
Si soy sincero, en un principio, la peli me importaba una gaita y ni siquiera sabía que era de Alex de la Iglesia. Esto no es que me llamara mucho porque, lo admito, no es que sea muy admirador del director. Tampoco soy detractor, no vayáis a pensar mal. He visto algunas de sus pelis y, bueno, la verdad es que ni me apasionan ni me repatean.
Muy bien, tomada la decisión, llegué vi y, ahora, escribo. Vamos allá…

Hay una cosa que va a hacer que recuerdes esta peli y que es la marca de fábrica de todo el metraje que tienes por delante: el humor. O, mejor dicho, el cachondeo. Y es que, cuando comencé a oír hablar de esta peli, supongo que por aquello de llevar en el título la palabra “brujas”, creí que sería el típico producto que, de algún u otro modo, con mayor o menor fortuna, trata de imitar los bombazos de terror que nos vienen de fuera. Pues bien, nada más comenzar, con la escena inicial del atraco, ya sabes por dónde van a ir los tiros: lo que te espera es una historia de cachondeo con toques fantásticos donde las situaciones alucinantes e histriónicas van a ir de la mano. Todo ello aderezadas, de vez en cuando (muy de vez en cuando) por el toque sobrenatural de turno. Por eso, en cuanto somos testigos de la escenita en plena Puerta del Sol, con Jesucristo, un clon de soldadito de juguete de esos verdes y un niño incluido, la cosa queda clara: los protas son una banda de desquiciados, desesperados y algo desgraciados que, por unas o por otras, van a guiarnos a través de una aventura tan alucinante como hilarante a través de, repito, situaciones absurdas, diálogos muchas veces surrealistas y, en definitiva, momentos que, a veces más y otras menos, harán que te rías.
Humor a parte, la trama no puede ser más predecible y comienza desde la primera escena, esa en la que vemos a las brujas decir una serie de palabras que van a ser claves en la peli: oro, brujas, elegido. Ni más, ni menos. Me gusta el giro que adquiere todo en los momentos después del atraco, cuando llegan al famoso pueblo y las cosas se comienzan a torcer. Como he dicho un poco más arriba, no puede ser más predecible pero me parece que el modo en que lo han hecho está muy bien llevado, sin virguerías raras ni trucos que no vienen a cuento. Desde el principio sabes que esos tres desgraciados (cuatro, si metemos al niño) van a acabar de cabeza en el pueblo. ¿Se veía venir? Sí. ¿Es eso lo que esperas desde el momento en el que todos se montan en el taxi? También. Pues muy bien, ahí queda…
Sigo. Me gusta que se usen las brujas del modo en que se usan, léase malas, feas, viejas y asquerosas. Después de unos cuanto años viendo seres sobrenaturales guapos, cachitas y con cara de atormentados sin despeinarse un pelo, es todo un gustazo ver a estas señoras del mal a la antigua usanza, es decir, con ojeras, piojosas, largas uñas y dientes asquerosos. Y todas ellas, que aquí hay muchas, haciendo el mal, como tiene que ser. Cosa curiosa, me gusta mucho el hecho de que el estandarte de las mismas sea el hecho de que Dios, la Madre, es mujer.
Como puedes imaginar, en una película que lleva este título, viniendo de quien viene, el toque fantástico está asegurado. Los efectos especiales me parecen muy bien conseguidos y aquí se pueden disfrutar de dos tipos. Por un lado están los digitales, esos que hacen que las brujas caminen por el techo (cosa que me encanta), que sean tan rápidas o que incluyen el monstruo del final. Por otro, lo más artesanales y típicamente gore que, al menos a mí, me han recordado a El día de la bestia. Me refiero a las escenas sangrientas, los miembros amputados o, la para mí escena más cruel de toda la película, esa en la que al pobre hombre que se dirige a Badajoz le arrancan una muela con tenazas a lo vivo. Lo admito: puedo aguantar cualquier cosa en el cine, hasta ver a Nicolas Cage con la peor de las pelucas, pero todo lo que implica sacar muelas, lo llevo fatal.
Pero si hay algo sobre lo que se sustenta esta película, historia, efectos y cachondeo a parte, son los actores. Debo rendirme a la evidencia y llamar a las cosas por su nombre: todos ellos y todas ellas de bandera. Si alguien me dice que voy a ir a ver una peli de Mario Casas por mi propia voluntad y me va a gustar, posiblemente tomaría por borracho a quien sea. No obstante, en esta, debo reconocer que todos me gustan y son la piedra angular de una cinta y, en definitiva, una historia de lo más predecibles pero que hacen que te olvides de esos detalles. Hugo Silva como Jose lo clava y, de todos, es el más “normal”, si se puede llamar así a un tío que atraca una tienda de compra venta de oro vestido de Jesucristo y con su hijo llevando un par de pistolas. El papel de cínico y serio del grupo de viene que ni pintado. Y, allí donde hay un Filemón, tiene que haber un Mortadelo. Y este es Mario Casas. Como Tony, es el perfecto idiota, el tonto del grupo que cae bien y que tiene la frase absurda perfecta para cada momento. Sin duda, el guión se ha currado mucho este papel porque, también es cierto, es el que puede dar más juego. Creo que no me equivoco si te digo que, de todos, es el que más risas arrancó a la sala (y los demás se lucen lo suyo, ¿eh?) Jaime Ordóñez como Manuel ha sido, al menos para mí, toda una revelación. Al tipo ya le había visto en varios gags con Cruz y Raya y me partía de la risa cuando, en Aquí no hay quien viva, soltaba esas parrafadas a toda velocidad sin mover un músculo de la cara mientras lucía mirada de loco. Aquí es Manuel, el (al menos al principio) sufrido taxista que el destino pone en medio de Jose y Tony y que, unido a ello, resulta ser tan friki, pringado, alucinado o, como lo quieras llamar, como todos ellos. Atentos a la escena del retrete del bar. Macarena Gómez como Silvia queda muy bien porque me parece que esta mujer tiene una cara de histriónica que le viene de perlas a la peli. Carolina Bang es, quizás, la más simple y aporta lo que uno se espera nada más sale en pantalla: ojazos y cuerpazo. Y, si no, que se lo pregunten a la escoba (ve la peli y me entenderás) Carmen Maura y Terele Pávez como brujas sangrientas y repulsivas aportan unas tablas apabullantes. Vamos, que otras no lo hubieran hecho mejor.
¿Escenas que me han gustado? Un montón. La del atraco es perfecta para precalentar. Todo lo que ocurre en el taxi me parece buenísimo. La paradita en el bar, con el susodicho momento wáter es muy graciosa. La de la cena o, mejor dicho, la preparación de la misma, está muy bien ya que pone el momento gore adecuado. Luego, a todo eso, tengo que añadir toooodas y cada una de las estupideces que los tres protas cometen a lo largo de la peli. 
¿Cosas que no me han gustado? Pues unas cuantas también.
Como ya he repetido un par de veces (a posta) habrás podido adivinar que la historia no es que sea muy original. Esto no lo digo como fallo pero sí como detallito que, quizás, podrían haberse currado un pelín más. Y, sí, el planteamiento me ha recordado de manera bastante sospechosa a Abierto hasta el amanecer (que comparte las situaciones y humor bestia) Fijaos: atraco-huida-encerrados en un sitio-elemento sobrenatural. Quizás sean frikadas mías pero me ha dado esa impresión.
Creo que la película tiene dos partes: antes de llegar al pueblo y después. Me ha resultado que la primera está mejor llevada que la segunda y en esta se pierde un poquito (muy poco) de gracia. Esto, por supuesto, es una opinión mía. Me ha parecido que la primera mitad es más ágil, más dinámica, mientras que la segunda se hace un poquito más lenta. Y aquí debo hacer referencia a una de las cosas que menos me ha gustado: el final. Me parece demasiado largo, lento y muy destinado al lucimiento de los efectos especiales.
Y esto me lleva al siguiente punto: la aparición de la señora gorda, tetuda, sucia y todo lo que tú quieras, me sobra. Creo que se ha puesto por poner o, quizás, por lucir un presupuesto más o menos (raramente) holgado en una peli española donde se usan efectos especiales. ¿Queda mal? No; está muy bien hecha y, a su modo, resulta impresionante pero, lo digo de nuevo, creo que ni pincha ni corta.
¿Más? Sí. En determinados momentos, me ha mareado un poco tanto movimiento de cámara en plan documental y tanto primer plano. Un poquito no está mal; casi toda la peli con la cámara pegada a la cara de los actores cansa. De hecho, en las escenas finales, donde hay más acción, incluso me ha costado distinguir bien qué es lo que se supone que estaba viendo.
Y luego algún que otro detallito que entra, por supuesto, en los gustos personales de cada cual. A mí no me gusta mucho que Silvia acabe siendo quien acaba siendo (si te parece que doy rodeos al escribir, no es que sea así de pedante; es que no quiero destriparte más de lo que he hecho hasta ahora). El momento bruja con canción incluida no me ha gustado por lo que he dicho antes: se me hace largo. Y, si me pongo en plan toca narices, me ha dado la impresión de que la canción está desincronizada con los labios de Carmen Maura. En fin; eso, detallitos…
Por cierto, debo reconocer que, quizás, en primera instancia, pueda resultar que el guión resulte un pelín machista y se cebe demasiado (en contra) de la figura de las mujeres. Yo esto me lo tomé a broma y creo que es de esto de lo que se trata. También te digo que fui a verla con dos chicas y las dos me comentaron que se las ha ido un poco la mano con tanto comentario en contra de las féminas…
Pues esto ha sido todo. Casualidades de la vida, mientras escribo estas líneas, han puesto un especial de la cinta donde Alex de la Iglesia ha dicho que el objetivo de la peli es “hacer reír” Muy bien, por lo menos yo, digo que objetivo conseguido con creces. Por eso, te recomiendo verla; para pasar un buen rato, divertido y sin pretensiones raras, la peli ideal para comprarte chuches o palomitas y dejarte llevar. Fíjate que yo dije que ni loco iría a verla pero dicen por ahí que corregir es de sabios. No sé si yo seré sabio pero lo que sí te puedo decir es que me lo he pasado muy bien viéndola.
Vigilad el cielo.

domingo, 6 de octubre de 2013

Los Goonies

Los Goonies (The Goonies)
(1985)
Director: Richard Donner
Guión    : Steven Spielberg, Chris Columbus
Sean Astin
Josh Brolin
Jeff Cohen
Corey Feldman
Kerri Green
Martha Plimpton
Ke Huy Quan
Robert Davi

Joe Pantoliano
Anne Ramsey
John Matuszak

Un grupo de amigos, Los Goonies, se embarcan en una aventura para recuperar un tesoro pirata…

Los Goonies es una de esas películas que todos (o casi todos) vimos en nuestra infancia dorada allá por los años ochenta y que, al igual que Los cazafantasmas, Los Gremlins y unas cuantas más, marcaron nuestros años más tiernos. Todos estos títulos (y solo he puesto unos cuantos) se grabaron a fuego en nuestra memoria y nos calaron tan hondo que es inevitable comparar lo que hoy se nos ofrece con los productos que disfrutábamos aquellos días.
La película es una oda a las aventuras de toda la vida, esas en las que pasaban muchas cosas, había tensión, los buenos eran muy buenos y los malos, malísimos. Pero, también fue un producto muy bien planeado y perfectamente elaborado por algunos de los nombres más respetados, influyentes y de más calidad de Hollywood. No hay que olvidar que, tras esta cinta, están Steven Spielberg (por entonces disfrutando de eso de “el rey Midas de Hollywood” en todo su esplendor), Richard Donner dirigiendo (que ya nos había regalado Superman o La Profecía), Chris Columbus y otros socios de Spielberg muy habituales como Kathleenn Kennedy, Frank Marshall o Michael Kahn. Con semejantes elementos en funcionamiento y perfecta coordinación y armonía no se podía fallar. Y, claro está, no lo hicieron.


La película tiene muchas cosas buenas a favor. Para empezar, ya, desde la primera escena, nos presenta a los malos. No a los chicos, que sería lo más lógico y tentador, no: a los malos. Y ya sabemos que forman un terceto de lo más curioso: una madre con cara de psicópata y dos hijos más o menos obedientes. Lo bueno es la escena que viene a continuación, muy bien planteada y mejor ejecutada, en la que, mientras los criminales huyen, se nos introduce a los Goonies en sí, cada uno de ellos haciendo algo que le defina: la chica es la cara mona, Data y sus inventos, Gordi (sin duda el que más promete; atentos a su súper meneo), Bocazas en plan chulo y Brandon y Mickey. El primero el machote fortachón y el segundo el debilucho y, por ende, el más normal del grupo. Y ya, de paso, nos cuenta la trama secundaria que les obligará a actuar: van a echarlos del pueblo por problemas paternos de dinero.
A partir de este momento, una vez que sabemos quién es quién y el rol que va a tener en la peli, nos adentramos en la trama en sí, es decir, la aventura pura y dura. Y esta viene dada en forma de mapa del tesoro de cierto pirata llamado Will el Tuerto. A lo largo de todo el metraje que sigue, las aventuras se suceden unas tras otras sin parar. Y tiene de todo: su toquecito justo de humor, situaciones peligrosas, algún que otro muerto, un buen toque de misterio y su aderezo justo de romance juvenil. Y, por encima de todo, aventuras, muchas aventuras. Y de las buenas, además. Los chicos se enfrascan en situaciones cada vez más difíciles que incluyen rutas subterráneas, aguas o trampas en forma de órgano. Y si a todo ello le ponemos un barco pirata de tamaño natural, rematamos una faena digan de pasar por la más grande de las puertas grandes del cine de aventuras.
Los actores me parecen pero que muy bien. Todos ellos. Y no distingo entre adultos o niños porque cada uno está metido hasta las cejas en su papel. Y esto es otra de las cosas buenas de la peli: los personajes están tan bien definidos que nadie espera que ninguno de ellos salga por derroteros extraños. Y si de niños hablamos, otro gran punto a favor: caen bien. Para mí, el gran talón de Aquiles que suelen tener las películas con niños como protagonistas (sean humanos o creados en un ordenador) es que, en la mayoría de los casos, salvo algún que otro Anakin Skywalker, Harry Potter, Hermione o Ron, suelen acabar cayendo gordos. Pues bien, al menos para mí, esto no sucede aquí a pesar de que llevan prácticamente todo el protagonismo sobre sus espaldas. Por eso, Josh Brolin (Brand) está muy bien de hermano mayor y maduro del grupo. Corey Feldman lo borda como el bocazas que es. Ke Huy Quan (sí, Tapón en Indiana Jones y el Templo maldito) es el Data perfecto: flipado, alucinado y original. Kerri Green hace muy bien de Andy sin llegar a resultar estúpida y lo mismo le sucede a Martha Plimpton como Stef. Sean Astin, el más soso para mí, ya que el personaje está escrito para que sea la voz de la razón del grupo, cumple como Mikey (pero yo le veo y no puedo evitar imaginármelo diciendo eso de “¡Señor Frodo, señor Frodo!”) Y, para este que escribe, el último y el mejor: Jeff Cohen como Gordi. Admitámoslo, desde que sale la primera vez estampado contra un cristal, echándose encima el batido y enlazar con el súper meneo, lo clava. Fijaos a las expresiones que pone cuando grita o está asustado, por no hablar de sus momentos con Sloth, el hermano deforme de los malos. Y, cómo no, destacar el momento estrella de la peli: su confesión ante los malvados. Vamos, que ni pintado.

Los adultos me parecen muy bien también.  Anne Ramsey como mama Fratelli da el punto adecuado de furia y aguante con esos dos hijos que viene muy bien al personaje y siempre me ha recordado a cualquier madre malvada y cascarrabias de dibujo animado. Robert Davi como Jake también muy bien recibiendo bofetadas de su madre o cantando en italiano. Lo mismo le ocurre a Joe Pantoliano, solo que este no recibe bofetones pero si intentos de estrangulamiento de su hermano. Y aquí debo mencionar otra de las cosas que me gusta mucho de esta cinta: los malos son muy infantiles; malvados a más no poder, pero se pelean por un trozo de pizza a punta de pistola. Y, claro está, tenemos a John Matuszak como Sloth que se defiende muy bien bajo ese maquillaje.




Hay que decir que el director, Richard Donner, se mueve como pez en el agua con la peli. Se muestra ágil, dinámico y saca el máximo partido de situaciones y actores. No en vano, como dije antes, este señor sabe mucho de cómo hacer que un producto comercial sea bueno y llegue a cuantos más mejor. No en vano en su haber están las antes mencionadas Superman, La profecía o la saga de Arma Letal. Pero no hay que olvidar quién está detrás de todo el proyecto, el alma de todo el cotarro y cuya mano se ve y se huele a la legua. Me refiero, cómo  no, al señor Spielberg. Y es que, como suya es la historia y producción, evidente es su influencia. Aquí hay de todo lo que le gusta al amigo: niños, adultos ridiculizados por niños, aventuras a patadas, piratas (su obsesión siempre fue Peter pan, cosa que se nota aquí ya que, piratas a parte, los Goonies tienen mucho de niños perdidos) y el toque esencial en este hombre a saber: la idea de “qué bonito es ser papá” que empaña casi todos sus proyectos. Fijaos en la escena final cuando los padres se reúnen con sus hijos y lo que le suelta el padre de Data: “Tú eres mi mejor invención” Ahí queda.

¿Aspectos mejorables? Alguno, pero no muchos. Las reflexiones de Mikey en voz alta hablando con Willy el Tuerto como si este le oyera siempre me parecieron un poquito horteras. El chico se pone tan serio que parece que corta un poco el rollo al espíritu de la peli. Por no hablar de su momento agorero (y prota) cuando están bajo tierra y hay un cubo salvador en un pozo: “La próxima vez que veáis el cielo será en otra ciudad. Las próxima vez  que hagáis un examen, será en otro colegio” Hijo, qué madurez…
Por cierto, a modo de anécdota, la escena del principio en la que Bocazas interpreta al italiano lo que le da la real gana en versión original no es tal: en realidad, hablan en español. Misterios del doblaje…
¿Fue un éxito? Sí. Y también, a día de hoy, un clásico. En mi opinión, un equilibrio perfecto de todos los elementos que el buen cine familiar debe tener: aventuras, personajes divertidos, emociones, humor y poca ñoñería. Una pena que hoy día no se hagan películas como esta. Así que ya sabéis: si la visteis allá por vuestra infancia, siempre está bien recordar los buenos momentos. Si no es el caso, te recomiendo que la veas; es la escusa ideal para pasar un rato divertido de los buenos.

Vigilad el cielo.