Las brujas de
Zugarramurdi
(2013)
Director: Alex de la
Iglesia
Hugo Silva
Mario Casas
Jaime Ordóñez
Carmen Maura
Carolina Bang
Terele Pávez
Unos atracadores, al
huir, acaban de cabeza en un pueblo lleno de brujas…
Vamos
allá con un estreno recientito y que, según parece, está cosechando bastante
éxito en las salas de cine.
Si
soy sincero, en un principio, la peli me importaba una gaita y ni siquiera
sabía que era de Alex de la Iglesia. Esto no es que me llamara mucho porque, lo
admito, no es que sea muy admirador del director. Tampoco soy detractor, no
vayáis a pensar mal. He visto algunas de sus pelis y, bueno, la verdad es que
ni me apasionan ni me repatean.
Muy
bien, tomada la decisión, llegué vi y, ahora, escribo. Vamos allá…
Hay
una cosa que va a hacer que recuerdes esta peli y que es la marca de fábrica de
todo el metraje que tienes por delante: el humor. O, mejor dicho, el cachondeo.
Y es que, cuando comencé a oír hablar de esta peli, supongo que por aquello de
llevar en el título la palabra “brujas”, creí que sería el típico producto que,
de algún u otro modo, con mayor o menor fortuna, trata de imitar los bombazos
de terror que nos vienen de fuera. Pues bien, nada más comenzar, con la escena inicial
del atraco, ya sabes por dónde van a ir los tiros: lo que te espera es una
historia de cachondeo con toques fantásticos donde las situaciones alucinantes
e histriónicas van a ir de la mano. Todo ello aderezadas, de vez en cuando (muy
de vez en cuando) por el toque sobrenatural de turno. Por eso, en cuanto somos
testigos de la escenita en plena Puerta del Sol, con Jesucristo, un clon de
soldadito de juguete de esos verdes y un niño incluido, la cosa queda clara:
los protas son una banda de desquiciados, desesperados y algo desgraciados que,
por unas o por otras, van a guiarnos a través de una aventura tan alucinante
como hilarante a través de, repito, situaciones absurdas, diálogos muchas veces
surrealistas y, en definitiva, momentos que, a veces más y otras menos, harán
que te rías.

Humor
a parte, la trama no puede ser más predecible y comienza desde la primera
escena, esa en la que vemos a las brujas decir una serie de palabras que van a
ser claves en la peli: oro, brujas, elegido. Ni más, ni menos. Me gusta el giro
que adquiere todo en los momentos después del atraco, cuando llegan al famoso
pueblo y las cosas se comienzan a torcer. Como he dicho un poco más arriba, no
puede ser más predecible pero me parece que el modo en que lo han hecho está
muy bien llevado, sin virguerías raras ni trucos que no vienen a cuento. Desde
el principio sabes que esos tres desgraciados (cuatro, si metemos al niño) van
a acabar de cabeza en el pueblo. ¿Se veía venir? Sí. ¿Es eso lo que esperas
desde el momento en el que todos se montan en el taxi? También. Pues muy bien,
ahí queda…
Sigo.
Me gusta que se usen las brujas del modo en que se usan, léase malas, feas,
viejas y asquerosas. Después de unos cuanto años viendo seres sobrenaturales
guapos, cachitas y con cara de atormentados sin despeinarse un pelo, es todo un
gustazo ver a estas señoras del mal a la antigua usanza, es decir, con ojeras,
piojosas, largas uñas y dientes asquerosos. Y todas ellas, que aquí hay muchas,
haciendo el mal, como tiene que ser. Cosa curiosa, me gusta mucho el hecho de
que el estandarte de las mismas sea el hecho de que Dios, la Madre, es mujer.

Como
puedes imaginar, en una película que lleva este título, viniendo de quien
viene, el toque fantástico está asegurado. Los efectos especiales me parecen
muy bien conseguidos y aquí se pueden disfrutar de dos tipos. Por un lado están
los digitales, esos que hacen que las brujas caminen por el techo (cosa que me
encanta), que sean tan rápidas o que incluyen el monstruo del final. Por otro,
lo más artesanales y típicamente gore que, al menos a mí, me han recordado a El
día de la bestia. Me refiero a las escenas sangrientas, los miembros amputados
o, la para mí escena más cruel de toda la película, esa en la que al pobre
hombre que se dirige a Badajoz le arrancan una muela con tenazas a lo vivo. Lo
admito: puedo aguantar cualquier cosa en el cine, hasta ver a Nicolas Cage con
la peor de las pelucas, pero todo lo que implica sacar muelas, lo llevo fatal.
Pero
si hay algo sobre lo que se sustenta esta película, historia, efectos y
cachondeo a parte, son los actores. Debo rendirme a la evidencia y llamar a las
cosas por su nombre: todos ellos y todas ellas de bandera. Si alguien me dice
que voy a ir a ver una peli de Mario Casas por mi propia voluntad y me va a
gustar, posiblemente tomaría por borracho a quien sea. No obstante, en esta,
debo reconocer que todos me gustan y son la piedra angular de una cinta y, en
definitiva, una historia de lo más predecibles pero que hacen que te olvides de
esos detalles. Hugo Silva como Jose lo clava y, de todos, es el más “normal”,
si se puede llamar así a un tío que atraca una tienda de compra venta de oro
vestido de Jesucristo y con su hijo llevando un par de pistolas. El papel de
cínico y serio del grupo de viene que ni pintado. Y, allí donde hay un Filemón,
tiene que haber un Mortadelo. Y este es Mario Casas. Como Tony, es el perfecto
idiota, el tonto del grupo que cae bien y que tiene la frase absurda perfecta
para cada momento. Sin duda, el guión se ha currado mucho este papel porque,
también es cierto, es el que puede dar más juego. Creo que no me equivoco si te
digo que, de todos, es el que más risas arrancó a la sala (y los demás se lucen
lo suyo, ¿eh?) Jaime Ordóñez como Manuel ha sido, al menos para mí, toda una
revelación. Al tipo ya le había visto en varios gags con Cruz y Raya y me
partía de la risa cuando, en Aquí no hay quien viva, soltaba esas parrafadas a
toda velocidad sin mover un músculo de la cara mientras lucía mirada de loco.
Aquí es Manuel, el (al menos al principio) sufrido taxista que el destino pone
en medio de Jose y Tony y que, unido a ello, resulta ser tan friki, pringado,
alucinado o, como lo quieras llamar, como todos ellos. Atentos a la escena del
retrete del bar. Macarena Gómez como Silvia queda muy bien porque me parece que
esta mujer tiene una cara de histriónica que le viene de perlas a la peli. Carolina
Bang es, quizás, la más simple y aporta lo que uno se espera nada más sale en
pantalla: ojazos y cuerpazo. Y, si no, que se lo pregunten a la escoba (ve la
peli y me entenderás) Carmen Maura y Terele Pávez como brujas sangrientas y
repulsivas aportan unas tablas apabullantes. Vamos, que otras no lo hubieran
hecho mejor.

¿Escenas
que me han gustado? Un montón. La del atraco es perfecta para precalentar. Todo
lo que ocurre en el taxi me parece buenísimo. La paradita en el bar, con el
susodicho momento wáter es muy graciosa. La de la cena o, mejor dicho, la
preparación de la misma, está muy bien ya que pone el momento gore adecuado.
Luego, a todo eso, tengo que añadir toooodas y cada una de las estupideces que
los tres protas cometen a lo largo de la peli.
¿Cosas
que no me han gustado? Pues unas cuantas también.
Como
ya he repetido un par de veces (a posta) habrás podido adivinar que la historia
no es que sea muy original. Esto no lo digo como fallo pero sí como detallito
que, quizás, podrían haberse currado un pelín más. Y, sí, el planteamiento me
ha recordado de manera bastante sospechosa a Abierto hasta el amanecer (que comparte las situaciones y humor
bestia) Fijaos: atraco-huida-encerrados en un sitio-elemento sobrenatural.
Quizás sean frikadas mías pero me ha dado esa impresión.
Creo
que la película tiene dos partes: antes de llegar al pueblo y después. Me ha
resultado que la primera está mejor llevada que la segunda y en esta se pierde
un poquito (muy poco) de gracia. Esto, por supuesto, es una opinión mía. Me ha
parecido que la primera mitad es más ágil, más dinámica, mientras que la
segunda se hace un poquito más lenta. Y aquí debo hacer referencia a una de las
cosas que menos me ha gustado: el final. Me parece demasiado largo, lento y muy
destinado al lucimiento de los efectos especiales.
Y
esto me lleva al siguiente punto: la aparición de la señora gorda, tetuda,
sucia y todo lo que tú quieras, me sobra. Creo que se ha puesto por poner o,
quizás, por lucir un presupuesto más o menos (raramente) holgado en una peli
española donde se usan efectos especiales. ¿Queda mal? No; está muy bien hecha
y, a su modo, resulta impresionante pero, lo digo de nuevo, creo que ni pincha
ni corta.
¿Más?
Sí. En determinados momentos, me ha mareado un poco tanto movimiento de cámara
en plan documental y tanto primer plano. Un poquito no está mal; casi toda la
peli con la cámara pegada a la cara de los actores cansa. De hecho, en las
escenas finales, donde hay más acción, incluso me ha costado distinguir bien
qué es lo que se supone que estaba viendo.
Y
luego algún que otro detallito que entra, por supuesto, en los gustos personales
de cada cual. A mí no me gusta mucho que Silvia acabe siendo quien acaba siendo
(si te parece que doy rodeos al escribir, no es que sea así de pedante; es que
no quiero destriparte más de lo que he hecho hasta ahora). El momento bruja con
canción incluida no me ha gustado por lo que he dicho antes: se me hace largo.
Y, si me pongo en plan toca narices, me ha dado la impresión de que la canción
está desincronizada con los labios de Carmen Maura. En fin; eso, detallitos…
Por
cierto, debo reconocer que, quizás, en primera instancia, pueda resultar que el
guión resulte un pelín machista y se cebe demasiado (en contra) de la figura de
las mujeres. Yo esto me lo tomé a broma y creo que es de esto de lo que se
trata. También te digo que fui a verla con dos chicas y las dos me comentaron
que se las ha ido un poco la mano con tanto comentario en contra de las
féminas…
Pues
esto ha sido todo. Casualidades de la vida, mientras escribo estas líneas, han
puesto un especial de la cinta donde Alex de la Iglesia ha dicho que el
objetivo de la peli es “hacer reír” Muy bien, por lo menos yo, digo que
objetivo conseguido con creces. Por eso, te recomiendo verla; para pasar un
buen rato, divertido y sin pretensiones raras, la peli ideal para comprarte
chuches o palomitas y dejarte llevar. Fíjate que yo dije que ni loco iría a
verla pero dicen por ahí que corregir es de sabios. No sé si yo seré sabio pero
lo que sí te puedo decir es que me lo he pasado muy bien viéndola.
Vigilad
el cielo.