Ahora empiezan los gritos (And now the screaming starts)
(1973)
Director: Roy Ward Baker
Guión : Roger
Marshall
Stephanie Beacham
Ian Ogilvy
Geoffrey Whitehead
Peter Cushing
Herbert Lom
Patrick Magee
Guy Rolfe
Catherine
y Charles acaban de casarse. Muy pronto, ella comienza a tener horribles
visiones. No sabe que, sobre la casa, hay una terrible maldición…
Esta
película es otro ejemplo del cine de terror gótico que nos brindó la productora
Amicus allá por los sesenta y parte de los setenta. Si no te suena demasiado,
da un vistazo a títulos más famosos como Doctor Terror y la casa de los Horrores o Labestia debe morir (ambas reseñadas en este blog). Si has visto cualquiera de estas, sabrás que la factura de esta
productora recordaba de manera bastante evidente a la reina del género, la
inglesa Hammer. Pues bien, nada más leer el título tan sugerente quise caer de
cabeza en la tentación de darle un vistazo y compartirla con vosotros ya que,
admitámoslo, uno lo ve y los ojos se te quedan clavados en él. Pues, preparados
para gritar y allá vamos.
La
película comienza muy idílica, con unos enamorados que se quieren pero que
mucho (se van a casar en plan tortolitos totales) al son de una música más bien
romántica que uno no asocia a este tipo de historias. Vale, si crees que te has
equivocado de peli no te culpo. Sólo un consejo: la cuestión es tener
paciencia, que los gritos están por venir. Eso sí, desde ya, vas a comprobar
que está ambientada en el año mil setecientos y pico y eso parece reflejarse en
una ambientación más que notable que se ve en vestidos, carruajes o mansiones
gigantescas que me resultan muy bien hechos.
Pero
esto es una peli de terror, ¿verdad? Muy bien, pues nada de andarse con rodeos.
El primer susto, y muy bueno además, viene de la mano de un cuadro tétrico (en
una colección de cuadros a cual más tétrico) en forma de una mano ensangrentada
que lo atraviesa de golpe. Y aquí, servidor de ustedes se frotó las suyas. Si
esto es el comienzo, la cosa promete. Si a eso le añadimos que inmediatamente
después una mano cortada se va a arrastrando por los pasillos como Pedro por su
casa, el terror está servido. ¿Por qué? La peli está empezando; demos tiempo y
disfrutemos de lo que tenemos por delante.
La
cinta tiene un aroma a peli de las de antes más que evidente y se sirve del
tipo de detalles que podemos considerar de “terror de toda la vida”: aquí, pasillos
hay a patadas y son de los oscuros, de esos que no sabes qué te puedes
encontrar al final; las ventanas se abren solas y hay cerraduras que se cierran porque
sí. ¿Es todo? Por suerte para nosotros no porque el recién estrenado maridito,
como la cosa más normal del mundo, tiene el cementerio familiar en el jardín.
Así, como quien no quiere la cosa. Hay quien posee un huertecito, una cuadra o
un gallinero; pues él, todo un camposanto. Y, además, rodeado de bruma, como
debe ser… Eso aporta un aire de cuento gótico bastante evidente y, sobre todo,
efectivo. Con todo, la rapidez parece seguir estando presente cuando se produce
el primer ataque de verdad: a los nueve minutos. Y sí, con la mano fastidiosa
que se va arrastrando por la casa y que, de manera milagrosa, nadie ve. ¿Es
todo? Hay cuadros que dan miedo por feos, las susodichas manos que pululan por
ahí y puertas que se cierran. ¿Qué falta? Pues la cara de un tío sin ojos que
se ríe y cuyo reflejo vemos a través de una ventana o saliendo de uno de los
cuadros odiosos. ¿Quién es? Alguien tuvo que pensar que mejor guardarse los
secretos y seguir adelante. El caso, digo yo, era fastidiar la luna de miel de
los pobre recién casados. Y lo hacen, claro está. Y es que puedes estar muy
enamorado o enamorada pero si ves cualquiera de las cosas que te acabo de
escribir, se te cortaría el buen rollo de golpe.
Y
es esa es una de las características más notables, amén de los gritos que
suelta la pobre prota, de esta cinta: el misterio. Uno no sabe si lo que
Catherine ve lo hace de verdad o se lo imagina. Por eso, la incertidumbre
aumenta con la inclusión de varios personajes. Hay uno en concreto que destaca:
el tal Silas. Si a eso le sumamos al abogado (Maitland) o que todo el mundo
(hasta la criada) parece saber algo de lo que no suelta prenda (para
desesperación de la chica y alborozo de este que escribe) el resultado es, como
dije antes, un misterio bastante bien llevado (“Por amor de Dios”, dice un personaje al prota. “¡Debes decírselo!”)
¿Es
todo? No. Para rizar más el rizo, para complicar más las cosas y para hacer que
Catherine sufra un poquito más, la chica se queda embarazada. Ahí es nada.
Pero,
repito, esto es una cinta de terror. En ellas suele haber monstruos, misterios
varios… Sí, todo eso está muy bien pero falta algo. ¿El qué? Pues hombre, sus
buenas raciones de muertes variadas. Y aquí, tras las alucinaciones, los
gritos, las manos podridas y los arrendados misteriosos, el guión nos sirve en
todo su esplendor unas sucesiones de muertes que vuelven a reforzar el
misterio. Más que nada porque se producen justo cuando los pobres desgraciados
van a hablar: ahí tenemos al abogado, al médico, la tía de la chica o la
criada. Era lo que faltaba, ¿no? Nada, a morirse y punto en boca.
Y
cuando uno cree que todos son culpables o, mejor aún están chiflados, aparece
un personaje que viene a dar estabilidad al conjunto y que es mi favorito. Cómo
no, me refiero a Peter Cushing. Una peli de miedo de esta época sin Cushing es
como un buen café sin crema. El personaje aporta cierta sobriedad y estabilidad
en una casa de locos y trata de arrojar luz sobre todo lo que pasa.
Y, de paso, gozamos de la presencia y el porte que este hombre destilaba por
los cuatro costados. Cosa curiosa, el actor también participó en las dos
películas de Amicus que he mencionado antes: El doctor terror y la casa de los horrores y La bestia debe morir (ambas,
altamente recomendables por este vigilante del cielo)
Y
es entonces cuando el guión ofrece una explicación a lo que sucede. Y esta
viene en forma de flash-back. Ahí entendemos qué demonios sucedió. Y todo viene
de la mano de un terrateniente despótico, vicioso y salido, un pobre criado que
comete la tontería de casarse con una mujer guapa y un hacha que corta una mano
para dar muestras de obediencias. Sí, no hay que ser catedrático para sumar dos
más dos y atar cabos: hacha, mano, venganzas…La explicación... |
Pero en una peli así, las cosas no pueden terminar bien. Y esta, terminar, termina, pero con un final algo escabroso que, al menos a mí, me gusta. Y es que la sombra de nuestros antepasados es alargada (por desgracia para muchos. Pobre chica)
Los
actores me parecen correctos. Stephanie Beachman como Catherine creo que lleva
muy bien la locura que le toca vivir y sus caras de susto me parecen adecuadas.
Su marido, Ian Ogilvy, me resulta el más simple, ya que da la impresión de gesticular
poquito (salvo cuando hace la visita el cementerio en mitad de la lluvia)
Herbert Lom como Henry Fengriffen sale poco pero se luce lo suyo en plan
personaje malo, despótico y, en definitiva, asqueroso. Geoffrey Whitehead
cumple como Silas. Y Cushing, como siempre, aporta su naturalidad habitual,
haciendo que te creas de verdad que es médico.
Ogilvy y Beachman |
¿Aspectos
mejorables? Bueno, como ya he dicho, el misterio está bastante bien llevado
pero, a lo mejor, los sustos podrían haberse hecho un poquito más impactantes.
No digo que estén mal, en absoluto, pero, quizás, podrían haberse explayado un
poquito más, algo más de mala baba. Y hay ciertos momentos que podríamos llamar
“cantosos”, como el de la mano cortada de Silas donde se ve claramente el brazo
cortado del actor o, fijaos en el ataque del perro a Catherine: cuando Silas le
coge por detrás el animal están tan tranquilo y feliz sacando la lengua sin
parecer muy fiero. Y una cosa: ¿por qué cierto antepasado de Silas no tiene
ojos?
Por cierto, si te animas a verla (y después de la charla que acabo de soltarte, espero que, al menos, te haya picado la curiosidad), ¿qué crees que significa el final, cuando Cushing vuelve el cuerpo de Silas? Ahí queda…
Pues eso es todo. Una peliculita que entretiene en su justa medida. No la considero una obra maestra dentro del género pero sí creo que merece la pena verse, aunque sólo sea por aquello de la curiosidad (y porque sale Peter Cushing)
No
dejéis de gritar ni de vigilar el cielo.
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