El mundo en
peligro.
Island of terror.
1966
Director: Terence Fisher
Guión : Edward
Mann, Al Ramsen.
Peter Cushing.
Edward Judd.
Carole Gray.
Un
medico, para curar el cáncer, crea por accidente unas criaturas asesinas que se
alimentan de huesos de seres vivos…
Los
inventos de la ciencia no siempre dan buen resultado. Preguntad al doctor
Frankenstein o al pobre científico que fue lo bastante hábil para inventar unas
cámaras de teletransportación pero no vio que una mosca se colaba en una de
ellas. Pues bien, en esta peliculita de los años sesenta, volvemos de nuevo a conocer
otro caso de buenas intenciones científicas pero con nefastos resultados para
el ser humano. Eso a parte de una cinta muy bien llevada.
La película tiene dos partes muy
diferenciadas. En la primera, acudimos a una historia de intriga y misterio en
la que vamos descubriendo poco a poco que algo malo está sucediendo y lo que
parecía una muerte fortuita (con golpe de efecto en forma de cadáver deshuesado
incluido) puede llegar a ser algo más. La segunda, es la parte de ciencia
ficción propiamente dicha llena de monstruos con muy mala idea, isleños
acosados y doctores dispuestos a dar su mano izquierda (de manera literal) para
salvar al mundo.
La cinta cuenta con dos nombres
importantes dentro del género del terror: nada menos que el gran Peter Cushing
(haciendo, qué casualidad, de médico) y el no menos grande Terence Fisher, el
director tras las revisiones de Drácula
o Frankenstein que salieron de la Hammer, todo un artesano del cine de
terror que esta vez lleva muy bien las riendas de una historia que puede
parecer algo simple a primera vista, pero que no por eso deja de ser efectiva.
Edward Judd, por su parte, puedo ser visto en otra cinta de ciencia ficción con
categoría de clásico: La gran sorpresa
(1964)
No busquemos aquí efectos especiales
apabullantes porque no los vamos a encontrar ya que, como dije antes, hay una
intención más que clara en mantener la intriga en todo momento, incluso en los
instantes en que los científicos tratan de buscar una solución al problema. Las
criaturas en cuestión, llamadas aquí silicatos, no es que sean muy amenazantes
pero cumplen con su cometido a la hora de ponerse hasta el tentáculo de los
huesos de los pobres humanos que se ponen a su alcance. A destacar el efecto de
división de las mismas. Y, como solución a esta posible invasión, una más bien
bestia pero que resulta de lo más útil: contaminar a unas pobres vacas con
radiación y que los silicatos se las coman. Directo y al grano. Y, por
supuesto, de lo más efectivo, uno detalles en el guión que hoy en día ni siquiera podrían plantearse. Ay, qué tiempos...
Con todo, un buen ejemplo de ciencia
ficción de la buena, con un planteamiento original y una buena dosis de
misterio. Todo ello bien dirigido, interpretado y llevado en general. ¿Qué más
se puede pedir? ¡Qué tiempos tan maravilloso para el género!
Y, por favor, atentos al final…
Por cierto, también se la conoce
como La isla del terror, una
traducción más aproximada al título original.
¡Feliz visionado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario