The wolf man.
1941.
Lon Chaney Jr.
Claude Rains.
Evelyn Ankers.
Ralph Bellamy.
Bela Lugosi.
Larry Talbot es mordido por un hombre lobo. Él será la siguiente bestia...
Hola.
Hoy va la cosa de clásicos. Es más, de uno con mayúsculas. Y es que decir hombre lobo es decir Larry Talbot y, pensar en este, es dibujar en nuestra mente a Lon Chaney Jr. en camiseta llenándose de pelo. Sí, ha habido muchos lobos tras él pero con esta cinta puede decirse que empezó el mito del hombre lobo en el cine (aunque, años antes, ya hizo sus pinitos la muy recomendable El lobo humano)
Lo primero es lo primero y todos sabemos que las pelis de entonces, sobre todo las de terror, no duraban mucho (horita larga), así que aquí hay que ir al grano y un libro nos mete en situación leyendo la definición de licantropía. Nótese que lo que se dice aquí es que es una enfermedad mental. Sí, sí... Vas tú apañado, como suele decirse.
¿Segundo paso? Pues presentar a los personajes en los primeros dos minutos de cinta. Así, conocemos a Larry y a su padre, John. El primero, alegre, cabeza loca y vividor. El segundo, la reencarnación de Torquemada y parece que le han metido un bastón, no sé si de plata o no, por el culo. Fíjate cómo en estos diálogos, ajustados al máximo, se nos dice de todo: que son millonarios, que se llevaban a patadas y que Larry perdió a un hermano que, por el cuadro, debía de ser gemelo. Repito, no han pasado ni cinco minutos de peli. Ah, y que no se me olvide, también se nos presenta a un secundario, Paul Montford, sabueso y amigo de Larry. ¿Repito? Vale: tres minutos y un segundo de peli.
Seguimos conociendo a los personajes. Larry y su papi tienen dinero y, en lugar de tener un hobby tipo beber cerveza, jugar a la lotería o gastarse la fortuna en mujeres de la vida, construyen telescopios gigantescos. Vamos, lo normal. De este modo, profundizamos más en ambos. Pero lo bueno de tener un telescopio espectacular es que lo enfocas a donde te da la gana en el pueblo. Y Larry, que no es tonto, lo enfoca a la habitación de una chica guapa que se pone unos pendientes. Lo curioso es que no piensas que el tipo sea un mirón, un salido, un voyeur o, simplemente, alguien con un trauma muy gordo de la infancia. Oye, ya que eres el hijo del tío más rico del condado, aprovéchalo y ponte las botas mirando.
Lo siguiente es una escena de ligoteo brutal entre Larry, que es un rompecorazones que demuestra que para ser ligón no tienes que estar cachas ni marcan abdómen, y Gwen, la chica de antes. Pero lo mejor es que es la excusa perfecta para comprar un bastón con el pomo de plata y la forma de un lobo. Ya empieza la cosa: se habla de una leyenda y una rima muy tétrica con el hombre lobo de prota. Aún así, Larry está que flipa con los ojos (y digo yo que con otras cosas más) de Gwen. Y es que se puede ser (futuro) hombre lobo pero no por ello idiota.
La historia, como se puede ver, avanza despacito pero hilvanando todo muy bien. Y es que los guiones de antes se permitían el lujo de ser concisos pero no dejar nada al azar. Benditos tiempos...
La peli sigue y Gwen, que tiene novio pero le importa un pito, queda con Larry para dar un paseo, junto con otra amiga, y van a una feria donde hay gitanos. Mira tú por donde se paran en uno que adivina el futuro y que tiene la cara de Bela Lugosi, el tipo que diez años antes fue Drácula. Aquí la cosa se acelera, porque Bela (se mataron buscando el nombre al gitano) ve algo en el futuro de la amiga de Gwen que corta el rollo a todo quisque. Es curioso cómo los aficionados piensan en Lugosi como vampiro, asesino, loco... pero nunca dicen que fue, también, un hombre lobo. Genial ese momento en que Bela, sabiendo que se va a convertir, hunde su rostro en sus manos y un caballo tras él se pone nervioso y parece gruñir. Un detalle muy importante en estas escenas: todo el pueblo está rodeado de un bosque lleno de niebla que es una de las cartas de presentación de la peli.
Y pasamos a un escena clave: Jenny, la amiga de Gwen, es atacada por un animal que parece un perro y Larry, en plan machote, se lo carga con el bastón de plata. Eso sí, ha quedado herido. Ya tenemos la peli planteada porque todos sabemos lo que va a ocurrir en lo que queda de metraje. Solo es cuestión de relajarse y disfrutar. Y si piensas como yo, que soy un poco retorcido, que esta escena hoy en día sería impensable por aquello del maltrato animal, creo que te puedo dar la razón.
A partir de este momento uno lo que quiere es ver a Larry convertirse en lobo, verle aullar y, sobre todo, matar. El guión, de nuevo, se toma su tiempo y decelera centrándose en el tema de las sospechas de asesinato en contra de Larry. Esto alivia tensiones pero propicia otras ya que, como he dicho, el espectador quiere ver el festín lobuno. Calma, disfruta de la peli. Desde luego considero un gran acierto cómo la cinta se centra ahora en personajes y situaciones, muy dramáticas todas ellas, en lugar de lanzarse a grilladas lobunas porque sí. Qué buenos tiempos para el cine de terror.
Pero, ¿y el hombre lobo? Justo después de estos momentos trágicos y peliagudos y tras una feria en la que Larry habla con la gitana madre de Bela. Cuando el pobre tipo se va, comienza la transformación que merece ser comentada. En primer lugar, hay que dejar clara una cosa: esta transformación no duele como en otras. Me viene a la memoria la de Un hombre lobo americano en Londres, donde el prota las pasa canutas cuando muta a lobo (¡pedazo de escena!) Pues la que vemos aquí más bien pica. Por eso, Larry, que debe notar algo por las partes bajas (aquí piensas mal, seguro), lo primero que hace es quitarse los zapatos y los calcetines para comprobar que le ha crecido el pelo. Curiosa la fijación por los pies porque la transformación no la vemos salvo en ellos.
Y aquí me paro para señalar algo muy curioso. Y, es que en aquellos tiempos, los hombres usaban camiseta interior blanca. Pero, por encima de todo, si un actor se quedaba en camiseta (interior), no hacía falta meterle en un gimnasio para mostrar biceps y pectorales en diez segundos de escena. Hoy día, solo por salir en manga corta, hay que lucir ese brazo fruto de horas de gimnasio. Pues bien, Larry tiene barriguita incipiente, es de físico blandito y está claro que no ha pisado un gimnasio en su vida pero no pasaba nada. ¡Qué tiempos!
Y es entonces cuando, por fin, vemos al hombre lobo más famoso de la historia del cine en todo su esplendor. Así, podemos comprobar el espectacular maquillaje que tuvo que soportar el actor y cómo se movía con bastante ligereza en esas calzas en forma de patas. Pero, sobre todo, apreciamos cierta humanidad, quizás, porque los ojos que vemos son los de Chaney, que nos recuerda que debajo de todo ese maquillaje hay un hombre actuando. Una gozada ver que eso no es ordenador, sino maquillaje y actuación. ¿Su primera víctima? Nadie mejor que un enterrador. Vamos, mejor golpe de efecto, imposible, Por cierto, ¿el monstruo muerde o estrangula? Sí, luego se dice que la pobre víctima tiene la yugular rajada pero, si uno se fija bien, parece que el hombre lobo, lo primero que hace, es usar sus manos en el cuello del desgraciado. Y, sí, también comprobamos que el hombre lobo, antes de salir a matar, se cambia de camisa y pantalones. Y es que el que es coqueto, lo es, sea licántropo o no.
De nuevo, la acción se detiene un poco porque no todo debe ser transformarse y matar. Y son en estos momentos cuando la tensión del guión se palpa en pantalla porque Larry los tiene de corbata ya que sabe que él es el responsable de todo mientras la operación policial intenta atar cabos. Destaco aquí la escena de la iglesia, llena de carga dramática y tensión, donde se demuestra lo cotilla y descarado que es el ser humano. Y falso.
Pasamos a la segunda transformación. Genial esos planos del hombre lobo cayendo en un cepo rodeado de niebla con el rostro que apenas se le ve entre luces y sombras. Y, cuando es recogido por Maleva, la madre de Bela, al fin vemos una transformación, aunque sea en humano, a la antigua usanza, es decir, utilizando fundidos. Y, sí, de nuevo, nos centramos en los pies. Que manía...
De este modo, la acción vuelve a precipitarse y se masca la tragedia en el ambiente, ya que Larry confiesa todo a Gwen y, entonces, ve la marca del hombre lobo ne la mano de ella, lo que quiere decir que es su próxima víctima. ¿Que se puede hacer en una situación así? Pues decírselo a tu padre, y eso es lo que Larry hace. Y, ¿qué mejor puede hacer un padre cuando su hijo le dice que es un hombre lobo? Pues lo más normal: atarle a una silla en luna llena mientras se va con los demás en una batida bestial para cazar al supuesto lobo.
Y, así, la película se precipita a su fin. Larry, hecho lobo, se enfrenta a su padre cuando se quiere merendar a Gwen y somos testigos de un momento soberbio en el que John se lía a palos con el lobo con el mismo bastón de plata de su hijo. Y, en solitario, ve que el hombre lobo se transforma en Larry, ya muerto. Justo para que ponga la excusa cuando llegan los demás: su hijo murió matando al lobo. ¡Y aquí sí vemos la transformación del hombre lobo en Larry! Y nada de pies: centrados en su rostro Y para rostro el de sir John. Espectacular.
De este modo termina este clásico tan maravilloso como bien llevado, una película que, como suele pasar con los buenos productos, gana con el paso de los años y es capaz de sacar los colores a las nuevas producciones. Un guión muy bien llevado, unos actores metidos hasta las cejas en sus papeles y situaciones que ya son míticas. Qué maravilla.
Y, ya que hablo de actores, vamos allá con ellos. Lon Chaney, Jr. borda el papel de Larry y de hombre lobo. Como el primero resulta cercano y el espectador se identifica con él de pleno. Será porque tiene cara de pena y bonachón. Y, también, porque lo hizo muy bien. Y, sí, es el hijo de Lon Chaney, el tipo tras el Fantasma de la ópera. Claude Rains destila tablas, excelente hacer y una presencia que atraviesa la pantalla como Sir John Talbot. Evelyn Ankers, aunque tiene un papel más de mujer guapa y sufrida, también me parece muy creíble. Y es cierto, el joven Montford es Ralph Bellamy, el viejo millonario y algo ca... pullo que le dio por apostar en Entre pillos anda el juego.
Hasta aquí he llegado. Una película que hay que ver, aunque no seas fan del género, para comprender de dónde vienen muchas pelis de hoy en día basadas en el personaje. Y, si ya la has visto, pues se repite las veces que haga falta, que el producto lo merece.
Vigilad el cielo.
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