
Galáctica, estrella de combate.
Battlestar Galactica.
1978.
Richar Hatch.
Dirk Benedict.
Lorne Green.
Herbert Jefferson Jr.
Terry Carter.
Maren Jensen.
Noah Hathaway.
John Colicos.
Después de la traición de los cilones, la nave de guerra Galáctica vaga por el espacio en busca de la Tierra...
Para todos los niños que en 1983 estábamos flipados, entusiasmados y en éxtasis por las películas de La guerra de las galaxias, se produjo un milagro en forma de serie de televisión (veraniega, si mal no recuerdo) que traía todo lo que un niño flipado, entusiasmado y en éxtasis por la fantasía y la ciencia ficción podía imaginar, desear y ansiar: naves, combates espaciales, buenos muy buenos y malos malísimos, robots, alienígenas raros y toda una parafernalia galáctica de proporciones considerables. Dicho de otra forma: lo que únicamente podíamos vivir un par de horas en el cine teníamos la posibilidad de disfrutarlo todos los días en forma de serie de televisión.
Decir Galáctica es dejarse llevar por la nostalgia. Los que ya tenemos unos añitos la recordamos como una serie alucinante que, en su momento, nos impactó con los efectos especiales y nos demostraba que, en galaxias muy, muy lejanas, podía haber personajes y cosas muy, muy interesantes que no tenían por qué llevar el apellido Skywalker o Solo. Otros, en cambio, tienen en mente una serie de de la época del hacha de sílex que se quedó anclada en su momento. Pues muy bien, estas son mis impresiones.
Como siempre, empiezo por los puntos a favor, que son muchos, muy variados y muy galácticos.
¿Más? ¡Claro! Otra de las cosas que destacan, y muy bien, es la ambientación que reina a lo largo de toda la serie. Los decorados, los planetas en general... Todo está muy trabajado y, de veras, te los crees. Además, cuenta con el aliciente de que lo que vemos aquí es real, es decir, aquí no hay nada digital, así que los decorados, muchas veces, son protagonistas de la serie, como el capítulo de El planeta perdido de los dioses, donde las localizaciones son muy terrestres y, justo por eso, quedan tan bien.
Y lo mismo que he dicho de los decorados puede aplicarse al vestuario de los personajes. Lo admito, cuando era pequeño me alucinaban los uniformes de los guerreros coloniales, con esos tonos marrones oscuros y claritos, las cazadoras con aquellas anillas plateadas o, una de la mejores cosas, las capas que usaban cuando no estaban de servicio. Impresionante. Por otra parte, los personajes más maduros, tipo Adama, Kronus y todos los mandases, usaban una vestimenta que me recordaba y me recuerda mucho a los que vimos en el Superman de Richard Donner que, cosa curiosa, se estrenó ese mismo año. Y qué decir de los cilones, tan plateados, tan brillantes y con ese ojo rojo moviéndose de un lado a otro. Qué gozada ver la luz de los focos reflejada en esos cuerpos brillantes y los destellos que irradiaban en la pantalla. Y, ¡como me recordaba la máscara a la de Darth Vader! Esto, vaya por delante, lo digo con el mayor de los cariños y admiraciones...


Y lo mismo se puede aplicar a los malos. Y es que Baltar es deliciosamente malvado, mentiroso y retorcido, sentado en su silla giratoria que a saber a dónde mira cuando se a la vuelta y pone esas caras. De hecho, como villano, cae fenomenal.

Los actores me parecen muy acertados y, al menos para mí, clavaron sus personajes. Richard Hatch me parece el perfecto Apolo y supo reflejar las cualidades del personaje (bondad, responsabilidad, honor) de manera perfecta. Dirk Bendict hizo lo mismo con Starbuck y, desde luego, la interpretación de su personaje era una antesala (literal) de lo que vimos luego con el Fenix de El equipo A. Recuerdo, nostalgia brutal, que los compis del cole de la época nos rifábamos quién de los dos molaba más. Yo simepre elegía a Starbuck porque soy rubio (...) Lorne Green lo clava como Adama, mostrándose serio, responsable y reflejando la voz de la experiencia. Los secundarios, como Herbert Jefferson Jr. (Boomer) o Terry Carter (Tigh) los apoyan muy bien y hacen a las mil maravillas el papel de compañeros de los héroes. Eso sí, destaco, y mucho, la labor de John Colicos, es decir, Baltar, que muestra a un personaje tan malvado y retorcido que cae fenomenal. Por cierto, Noah Hathaway es Boxey, el hijo adoptivo de Apolo y que, menos mal, recortaron su protagonismo cada vez más. Y, sí, años después sería Atreyu en La historia interminable. Y si te preguntas qué narices era Muffit, su perro robótico, te lo digo yo: un mono disfrazado. Qué cosas...

¿Cosas mejorables? Pues alguna que otra, claro.
Para empezar, una cosa que ya, siendo niño, me cantaba mucho: aquí los amigos coloniales hablan y escriben en inglés. ¿Cómo es posible? Se supone que están a años luz de nosotros. ¿Por qué usan el idioma de Shakespeare? Aquí puede haber dos explicaciones. La primera, llegan a la Tierra en los comienzos de esta e instauran las bases de nuestra civilización. La segunda: fue una cantada de los guionistas. Después de todo, en la segunda y corta temporada alcanzan nuestro planeta en nuestra era actual...


"Por fin conozco a una mujer que, además de cerebro, tiene belleza"
La perla la suelta Starbuck. Dicho de otra forma, las listas se quedan apretando botones el la Galáctica (pilotos, pocas y con reservas) Pero es que, además, deben ser feas intergalácticas. En fin... Además hay que tener en cuenta un detallito que, como niños, nos pasaba desapercibido pero que, luego, ves con más claridad y profundidad: Casiopea era prostituta. Otro ejemplo de que la serie pasaba de extremos infantiles a otros mucho más adultos.
Y, para terminar este apartado de cosas que me dejan así, así, una más acerca de un personaje: Boxey. Sí, el hijo adoptivo de Apolo. Ni pincha, ni corta ni aporta. Es más, algo de lastre debió ser porque, por suerte, poco a poco se va prescindiendo de él conforme la serie avanza. Pero es que me sobra él y su perrito mecánico y robótico.

Pues esto ha sido todo. Con todo, me encanta la serie, la considero un clásico. De vez en cuando la veo por aquello de recordar viejos (y muy buenos) tiempos, y, la verdad, me lo sigo pasando pipa con ella. Por supuesto que la recomiendo. Cosa curiosa, y esto suele ser un dato que pasa desapercibido, tuvo una secuela: Galáctica 1980, que solo duró unos diez capítulos. ¿La razón? el presupuesto era tan bajo que quedó muy mal. Eso, a parte, mataron a Apolo, Starbuck desaparecía y Boomer sustituía a Tigh. Da igual, siempre quedará esta Galáctica original.
Y, como punto final, dedico esta reseña a Richar Hatch, Apolo, que nos dejó en 2017. Buen viaje a las estrellas, capitán.
Os dejo un breve resumen y reseña de cada capítulo.
Saga del mundo estelar.
Al fin, después de años de guerra, va a firmarse una paz entre los cilones y las doce colonias. Pero todo es una trampa...
Al fin, después de años de guerra, va a firmarse una paz entre los cilones y las doce colonias. Pero todo es una trampa...
Una excelente presentación de la serie, de sus personajes, situaciones e intenciones de la misma. Perfecto el hecho de que todo arranque en mitad de algo muy importante, es decir, en medio de los preparativos para la paz definitiva con los cilones. Se nos deja claro cuál va a ser la tónica general de la serie, esto es, una historia de aventuras y mucha space opera donde los buenos son buenísimos y los malos lo son con avaricia.
Los personajes son presentados de manera directa y sabemos cuál va a ser el lugar de cada uno a lo largo de toda la serie. No hay medias tintas y eso es una baza muy a su favor, algo muy típico de una época en la que los personajes de una serie no llegaban a ser tan rebuscados como muchos de los de ahora.
Y, sí, el tufo a La guerra de las galaxias es más que evidente porque los combates espaciales recuerdan a ella que no veas pero eso no molesta en absoluto. Aquí se viene a pasarlo bien de la mano de Apolo, Starbuck y compañía. Y punto en boca. Además, cuenta con el aliciente de que sabemos de la boca de Apolo lo que son los cilones: máquinas creadas por criaturas vivientes hace mucho tiempo. Son inteligentes y funcionan solas. Los constuyeron unos repitles llamados cilones. Copiaron a los humanos más grandes y fuertes. Pueden ser inmortales.
El planeta perdido de los dioses
Apolo y Starbuck se meten en un extraño vacío espacial. Adama cree que es una profecía del Libro del Creador: una gran estrella guió a los hombres de Kobol lejos de su moribundo planeta a través de un inmenso mar negro.
Una vez introducidos personajes y situaciones, la historia va más allá. Baltar se perfila como un buen malvado (mentiroso y traicionero, pero cae muy bien) y sabemos más acerca del mucho de Kobol.
Una vez introducidos personajes y situaciones, la historia va más allá. Baltar se perfila como un buen malvado (mentiroso y traicionero, pero cae muy bien) y sabemos más acerca del mucho de Kobol.
Curioso los momentos del planeta extraño, que es muy terrestre y muy egipcio en concreto pero, en el conjunto del capítulo, queda muy bien. No obstante, los combates espaciales siguen ahí y eso aumenta la emoción.
Por cierto, hay que tener mala baba para casar a Apolo con Serina y hacerle viudo al pobre en el mismo día. Ya, en su época, esto fue impresionante para este que escribe pero es lo que tiene tocarles las tuercas a los cilones.
El guerrero perdido
Apolo se queda sin combustible y aterriza en un planeta con ecos del lejano Oeste donde un terrateniente tiene atemorizada al pueblo...
Un capítulo algo extraño por flojo donde los combates espaciales se olvidan y todo se centra en una historia del salvaje oeste pero en plan galáctico. Eso sí, ver a un cilón sentado en una cantina en plan Clint Eastwood no tiene precio. ¿El nombre? Ojo Rojo. Para alucinar.
Es un episodio que, a su modo, anticipaba ciertos derroteros por donde la serie parecía perderse de vez en cuando.

La patrulla remota
La Galáctica detecta formas de vida en un asteroide y mandan a Starbuck a investigar en una nueva nave con computadora que puede llevarla de manera independiente. En su camino, se encuentra con un contrabandista que se la roba...
Muy interesante capítulo por los giros que se producen en el guión. Por un lado, está el hecho de que el contrabandista no es el malo de turno. Por otro, el hecho de que en el asteroide todos son lo que son de manera generacional dando igual lo que hagan: el hijo de un un asaltante lo es aunque no asalte nada y así con todos los delitos. Además, destaca una faceta de Starbuck que, de niño, pasaba desapercibida: al maromo le van más las faldas que las chuches a un goloso, lo mismo que el alcohol y los vicios varios.
Dos detallitos importantes. Por un lado, C.O.R.A, la computadora, es la mami de Kitt, el de El coche fantástico. Por otro, una cuestión de doblaje: al comienzo del episodio, Starbuck está con dos mujeres a la vez en distintos comedores. ¿Comedores? En la versión original dice "habitaciones" Está claro que, desde el doblaje, quisieron apaciguar lo adulto de la situación ya que no hay lugar a dudas de que el piloto iba de picadero en picadero. Y es que eso de matar ciclones debe estresar una barbaridad...
Un cañón en el planeta de hielo Zero - 1
Los pilotos detectan una luna helada de la cual parte un láser que elimina naves. Son los cilones, que quieren un piloto vivo por orden de Baltar. Deberán ir hombres a la superficie para destruir el arma...
Una historia dividida en dos partes. Esta primera es muy aventurera y tiene ecos de Doce del patíbulo, ya que se seleccionan criminales para ayudar al grupo de Apolo y Starbuck. Además, todos los momentos en el planeta helado están muy conseguidos. Muy curioso que, un par de añitos después, El imperio contraataca situara su espectacular comienzo en el remoto mundo Helado de Hoth. Ojo, que lo digo sin ninguna malicia; solo por aquello de las casualidades de la vida.
Un cañón en el planeta de hielo Zero - 2
La historia continúa. El grupo es ayudado por los zetas, unos humanos clónicos. El arma, el pulsar, fue creado por un humano que cree que no se usa para la guerra, el doctor Ravashol...
La aventura sigue y los personajes siguen al límite, pasándolo mal. Lo bueno es que el tema de los criminales coge protagonismo al querer escapar mientras los demás las pasan canutas.
¿Lo menos destacable? El atuendo de los zetas, con esas gorritas y monos horteras y el reloj de Apolo, que queda muy chulo pero tiene los signos de multiplicar y dividir bien visibles. Ejem...
Los magníficos guerreros
Un ataque de los cilones destruye dos agronaves, las responsables de las cosechas con las que se alimentan a la flota. Adama propone intercambiar un generador a cambio de nuevas semillas...
Un capítulo muy ligerito donde, de nuevo, aparecen ecos de western. Se ve que a algún guionista le mola el tema. Aquí podemos percibir cierto aroma a Los siete magníficos ya que los miembros de la galáctica tiene que solucionar los problemas de un pueblo con respecto a una tribu, los boray que se dedica a extorsionar. Además, hay humor en lo referido a Belloby y Adama y en cómo Starbuck, metido a alguacil forzoso, soluciona la papeleta.

Los jóvenes guerreros
La nave de Starbuck es alcanzada en un ataque de los cilones y debe caer a un planeta. Unos chicos lo utilizarán como moneda de cambio para rescatar a su padre en mano de los cilones...
Un capítulo muy aventurero que incluye a los cilones dando caña a pesar de no haber combates espaciales de por medio. Además, es un capítulo para Starbuck, que se luce a base de bien. Cuenta con la aparición de Espectro, una versión anterior de Lucifer con igual aspecto hortera que provoca la envidia de este último ante el cachondeo de Baltar.
Destacable la escena del intercambio, cuando ambos bandos, buenos y malos, mienten como bellacos.
¿Lo peor? El atuendo de los jóvenes que se alían con Starbuk, algo así como una versión cutre del traje y casco de Thor, con plumitas y todo.
Por cierto, curiosa la frase de Starbuck: "Por fin conozco a una mujer que, además. de cerebro, tiene belleza" Supongo que, para el colega, sus compis féminas de la Galáctica son cardos borriqueros espaciales.
Un capítulo muy aventurero que incluye a los cilones dando caña a pesar de no haber combates espaciales de por medio. Además, es un capítulo para Starbuck, que se luce a base de bien. Cuenta con la aparición de Espectro, una versión anterior de Lucifer con igual aspecto hortera que provoca la envidia de este último ante el cachondeo de Baltar.
Destacable la escena del intercambio, cuando ambos bandos, buenos y malos, mienten como bellacos.
¿Lo peor? El atuendo de los jóvenes que se alían con Starbuk, algo así como una versión cutre del traje y casco de Thor, con plumitas y todo.
Por cierto, curiosa la frase de Starbuck: "Por fin conozco a una mujer que, además. de cerebro, tiene belleza" Supongo que, para el colega, sus compis féminas de la Galáctica son cardos borriqueros espaciales.
Una leyenda viva - 1
La Galáctica se encuentras con pilotos coloniales de una nave, la Pegasus, que creían desaparecidos. Está liderada por Cain, toda una leyenda..

Una leyenda viva - 2
Cain propone destruir Gamoray, una base cilona, para aplastar del todo a los enemigos. Adama cree que lo mejor es extraer el combustible de la base y evitar el ataque. Un grupo ira a Gamoray para conquistarla...
Pura aventura y combates espaciales. A destacar que, por fin, vemos una ciudad de cilones en todo su esplendor y, además, conocemos al Líder Imperial, el amo y señor de los cilones. Muy bien capítulo y digno remate al anterior. Eso sí es una excusa perfecta para meter a un nuevo personaje femenino, Sheba, la hija de Cain.
Fuego en el espacio
Los cilones llevan a cabo un ataque suicida contra la Galáctica, que queda muy dañada...
El capítulo empieza muy bien pero, conforme avanza, se convierte en un episodio de catástrofes. Eso sí, está muy bien cómo los vipers sustituyen los lásers por esa sustancia para apagar el incendio interior de la Galáctica. Además, las escenas de tensión de Apolo y Starbuck tratando de solucionar le problema y alternándose con las del doctor operando a Adama están muy conseguidas. Con todo, es una de esos capítulos en plan alarma con lo que la serie solía descuadrar a la audiencia que quería más naves y menos charla.
Guerra de los dioses - 1
Unas extrañas luces rodean a unos grupos de vipers y estos desaparecen. Apolo, Starbuk y Sheba bajan a un planeta para investigar. Allí conocen al enigmático conde Iblis...
Muy buen capítulo lleno de misterio. La presencia del inquietante conde Iblis, que altera a toda la Galáctica (sobre todo a las féminas) hace que el episodio gane muchos puntos. Si a eso le sumamos que el amigo quiere desplazar a Adama para guiar a toda la flota a la Tierra, mejor que mejor. Todo va a más cuando se muestra como una especie de mesías que obra milagros. Es un ejemplo de cómo el tema de la religión está muy presente en la serie y de forma muy bien llevada.
Guerra de los dioses - 2
Baltar se entrega a la Galáctica e Iblis adquiere cada vez más poder...
La primera sorpresa viene de golpe: Baltar se arrodilla ante Iblis y descubre que este es el primer señor Imperial de los cilones. Poco a poco, el capítulos se pone mejor porque sabemos que las bolas misteriosas son ángeles encargados de vigilar a los que se pasan con el poder.
Pero el momentazo viene cuando Apolo descubre la verdadera identidad de Iblis: nada menos que Mefistófeles, el Diablo, príncipe de las tinieblas. Sin olvidar los momentos en el limbo entre la vida y la muerte donde Apolo, Starbuck y Sheba se encuentran con esos seres celestiales que les facilitan en camino a la Tierra.
¿Lo peor? Los trajes con los que Apolo y compañía juegan al baloncest... digo, a la triada, con el modelito ombligo al aire. Aún así, dos capítulos tremendos que hacen que esta serie sea una leyenda.
Y, ¿qué pasa con Baltar?
El hombre de las nueve vidas
Starbuck cree haber encontrado a su padre en la figura de Chameleon y no duda en tratar de buscar pruebas que lo confirmen...
Capítulo por y para Starbuck que, por otra parte, ya hacía falta. Es un capítulo que se aleja por completo de lo que la serie ofrecía, es decir, naves espaciales y combates variados, el tipo de trama que muchos usan para atacar a la serie y argumentar que flojeaba en muchos argumentos. Bien mirado, es el capítulo más dramático de toda la serie.Y, por supuesto, cuenta con la gozada de ver a Fred Astaire en el papel de Chemeleon/Dimitri desplegando naturalidad en un papel que recuerda mucho al que llevó a cabo en El coloso en llamas.
Otro piloto, Ortega, es asesinado y Starbuck, su principal contrincante en la Triada y rival en la flota, es el principal sospechoso...
De nuevo, Starbuck es el prota pero, esta vez, las pasa bien canutas. Se trata de un episodio carcelario, con fiscales y abogados de por medio alejado de las naves surcando el espacio. poco a poco, en estos capítulos finales, la serie se va decantando por un nuevo rumbo, dejando atrás el carácter aventurero y espacial de los episodios iniciales. Destaco lo bien que mantiene el misterio a la hora de determinar quién es el asesino de Ortega.

Saludos desde la Tierra.
Se establece contacto con una nave que puede que venga de la Tierra...
Capítulo doble. La primera parte se ocupa de una del interesante dilema moral que se plantea desde el principio: ¿abrir las cápsulas donde están los humanos durmiendo poniendo en peligro sus vidas o no? Esos sí, hay mucho diálogo durante muchos minutos pero se lleva bastante bien.
La segunda nos muestra las andanzas de Apolo y Starbuck mientras acompañan a Michael y su familia contra la temida Alianza del Este. Se repite el modelo anterior: mucha charla y poca acción, que demuestra el cambio drástico que dio la serie.
¿Lo peor? Hector y Vector, los androides que se suponen son graciosos pero que a mí no me lo parecen. Además, el vestuario canta mucho ya que los andriodes llevan un casco en la cabeza y maquillaje más cantoso aún, tipo pallaso de cara blanca. Y, si de vestuario hablamos, Michael y su familia van embutidos en tarjes de astronauta tipo papel de aluminio y el jefe de la Alianza del Este recuerda a un nazi de las SS que no veas.
En resumen, dos capítulos muy flojos que se hacen aburridos y, sobretodo, largos.
Ah, sí, Vector es Ray Bolger. ¿Te suena? te lo pongo fácil: el espantapájaros de El mago de Oz. Quizás eso explica el maquillaje.

Jo...
La fuga del Baltar.
Baltar trata de escapar con la ayuda de otros prisioneros...
Después del capítulo doble anterior, viene bien recuperar a Baltar y a sus cilones para dar algo de vida, cosa que consiguen. Además, está muy bien que el Consejo de los doce se meta en los asuntos de Adama por aquello de aportar nuevos aires a la trama.
Experimento en Terra
Apolo ocupa el cuerpo de otro humano y debe vivir su vida...
La serie parece que quiere irse por otros derroteros donde se habla mucho y hay poca acción. Apolo, de nuevo, vuelve a esa especie de nave mental y se mete en un fregado considerable mezclado con la Alianza del Este, nacionalismos, ángeles de la guarda y presidentes autoritarios. Se nota, o al menos esa es mi opinión, que o el presupuesto disminuía o se querían currar muy poco el tema de decorados y, sobretodo, vestuario, ya que los malos o el personaje de John (sí, el Devon Miles de El coche fantástico) llevan una ropa que parece muy reciclada de otros rodajes. Parece que el objetivo era tratar de olvidarse de la Galáctica y de todo lo que mostraron hasta ahora. Este era el tipo de capítulo que vi de niño y preguntaba "¿De qué va esto?"
Tomar la Celestra
Starbuck encuentra a un antiguo amor, Aurora, a la que consideraba muerta...
La mano de Dios
Desde el observatorio de la Galáctica se recibe una extraña señal que puede tener cientos de miles de años...
Y llegamos al final. Pero es uno pro todo lo alto porque... ¡los cilones vuelven! ¡Y las naves! ¡Y Baltar! Es un capítulo m uy trepidante que te mete en situación desde el principio y se devora sin dificultad. Además, está lleno de detalles, como la negociación con Baltar o la misteriosa transmisión inicial . Por cierto, Apolo y Starbuck deben meterse en la nave cilona y apañar la destrucción desde dentro. ¡Anda! ¡Si eso es lo que ocurre en Independence day!
¿Y la transmisión? Pues... la llegada del hombre a la Luna. Ahora bien, como se dice al principio del capítulo, ¿en el pasado?

Vigilad el cielo.

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