
Re-Animator.
1985.
Director: Stuart Gordon.
Guión: Dennis Paoli, Stuart Gordon, William Norris.
Un joven médico ha descubierto un suero para reanimar a los muertos. Lo malo es que los resucitados pierden toda la humanidad...
¡Buenas!
¿Listos para el terror?
Decir Re-Animator hace que dos ideas clave vengan a mi cabeza. La primera, gore. La segunda, gore ochentero. Porque esta película es un clásico del cine de terror de los años ochenta. Recuerdo cómo, a mitad de aquella década, cuando el VHS ocupaba una posición privilegiada y orgullosa sin temer a nada ni a nadie, la gente hablaba de esta cinta de manera desagradable y con cierto malestar. Es más, te puedo garantizar que era una peli cuya carátula estaba siempre aislada en la estantería de las cintas de terror. Tenía cierta mala fama por desagradable y terrorífica. Cosa curiosa, la historia que cuenta la hemos visto hasta aburrir pero eso da igual; Re-Animator hay y habrá solo uno. Quizás, en gran medida, porque se hizo en los maravillosos ochenta.
Vale, vamos a empezar...
Pasamos a la escuela médica Miskatonic, donde conocemos a un joven médico, Dan Cain, tratando de salvar a una paciente sin éxito, cosa que le sienta fatal porque el chico es muy entregado. La lleva al depósito y ahí vemos a dos doctores haciendo una autopsia o algo parecido a un cuerpo. Y lo vemos todo con total claridad, dejando de nuevo claro al espectador que esta es una peli desagradable. En mitad de eso, llega West, el tarado del principio, y le presenta el doctor Halsey, una especie de mandamás en la universidad. West ni da la mano ni nada porque el tipo ve un muerto y se muere del gusto. Pasa del doctor Hill, una eminencia del sitio que recuerda al conde Drácula nada más salir en pantalla y, además, le tacha de plagiador sin inmutarse. Te queda claro aquí, que entre los dos, va a haber mucha miga pero sabes que lo bueno se hace esperar. Entonces te das cuenta de lo bien que están presentados los personajes y la forma tan sutil de hacerlo: fijo que West es el chiflado que organizará un lío, que Cain es el noble y bueno de turno y que Hill es el profesor pedante, incordioso y hortera, como debe ser cualquier representante del gremio docente.
Aquí te puedes preguntar cómo se van a conectar estos tres personajes tan dispares. Del modo más simple: Cain necesita compañero de cuarto y West es ideal. También, de paso, conocemos a Megan, la novia de Cain e hija de Halsey, del modo en el que solo en una peli de los ochenta podríamos conocer: en una escena Cain la besa y ella dice "No, no" y en la siguiente escena ambos se lo pasan pipa en la cama y ella suelta "Sí, sí" Cualquiera que haya vivido en esa época y alquilado cientos de pelis en un videoclub entenderá la poesía de la situación. Y lo bueno es que lo muestran de un modo tan normal que cualquier duda resultaría estúpida. Benditos ochenta... Ah, también sabemos que Cain tiene un gato. Esto, que parece un comentario imbécil, tiene su importancia...

La peli sigue como si nada. Hay una cena para celebrar que Hill ha sido premiado por un láser trepanador, lo cual implica dinero a la facultad. Halsey está ahí, igual que su hija Megan y podemos ver que la trata como a un bebé cuando le da permiso para beber aunque parece que la nena tiene treinta y muchos. Pero lo mejor de todo es que Hill, el doctor incordioso que recuerda a Drácula, tiene también mucho de viejo verde porque le mola Megan que no veas. Está claro que esto tendrá miga en los futuros minutos de la peli. Y no sabes de qué modo.
El guión avanza. Megan trata de estudiar con Cain y este intenta llevársela a la cama probando que más tiran dos tetas que cualquier tratado de medicina. Pero como ella no quiere, se dedican a buscar a Rufus, el gato de antes. Y es que todos sabemos que nada mejor que buscar a la mascota de la casa para que a un tío se le vayan el hambre sexual y la libido al garete. Y es aquí donde el guión da un buen golpe de efecto: el gato está en la nevera de West tieso como un calippo. De este modo, va preparando al espectador a modo de crescendo para lo que va a ocurrir. Sí, primero un gato. Y, ¿luego? Ummmm... Es una situación perfecta para que el personaje de West, que pone una excusa idiota para lo del gato, adquiera un tono asqueroso y pedante que viene muy bien a la historia.


La peli continúa. En mitad del embrollo anterior, Megan entra y lo ve todo. Hala, toma carga dramática. De esta forma no todo es sangre ni resurrecciones, ya que los personajes sufren de lo lindo. Por ejemplo, Megan y el doctor Hill creen que Halsey sufre un mal neurológico. Obviamente, nadie puede pensar que el tipo está muerto y reanimado. Bueno, casi nadie.
Si crees que la cosa no puede liarse más, vas listo porque lo mejor está por llegar. Lo que sigue a continuación es, por decirlo de algún modo, el plato más fuerte de la peli, eso por lo que la recordarás y, en gran medida por lo que esta cinta ha pasado a la historia de las películas de terror. Atento:
El guión la lía aún más y Hill, el médico y viejo verde descubre el pastel, se enfrenta a West y este, claro, le mata y le resucita. Pero le resucita de manera magistral: con la cabeza cortada, de forma que el cuerpo va por ahí sujetando la cabeza del buen doctor que le ordena hacer esto u otro. Y, como dije antes, momento para la historia. ¿Recuerdas que Hill bebe los vientos por Megan? Pues vale, he aquí otro descubrimiento científico: si estás salido antes de morir, al resucitar, también. Debe ser por aquello de los instintos básicos. Y llegamos al momentazo: Hill, zombi y sin cabeza, ataca a Megan y la desnuda. Y el cuerpo sujeta la cabeza del buen doctor mientras esta le practica sexo oral a la pobre Megan. Y lo vemos todo. Esto solo podía suceder en los ochenta. ¿Cómo lo ves? Lo curioso es que en el caso del doctor Hill, el tipo, una vez resucitado y sin cabeza, conserva recuerdos e inteligencia; los otros son zombis estúpidos.

Alucinante, ¿verdad?
Y esto lleva al desenlace. ¿Cómo puede terminar una película así? Pues, como aquél que dice, entre zombis anda el juego, porque Halsey, el papi zombi de Megan entra en escena y... Vale, ya no digo más, que he destripado mucho. Creo que es algo que tienes que ver y disfrutar pos ti mismo. Eso sí, marca estas palabras: despliegue zombi. Pero recuerda que esta es una peli de los ochenta y la pelis ochenteras no suelen terminar. Y no digo más.
Paso a comentar algo de los actores. Jeffrey Combs queda perfecto como West. El tipo hace muy bien de loco, embustero y, a su modo, odioso. Bruce Abbot haciendo de Cain es algo pavisoso pero es que su personaje es así. Barbara Crampton lo hace bien en el papel de Megan aunque el guión pudo haberle dado más protagonismo (salvo en la susodicha escena) David Gale como Hill lo clava; se le ve venir desde el principio y hay que tener la mente muy fría para interpretar solo mostrando cabeza y cara. Robert Sampson, es decir, Halsey, queda bien como doctor y mejor como zombi.
Como puedes ver, una peli alucinante en todos los sentidos pero, lo reconozco, muy divertida y un producto típico de la época, una mezcla perfecta de terror, casquería y comedia negra que, sin duda, recomiendo ver y recordar; una bestialidad propia de la época y que hace que, al menos yo, recuerde con nostalgia un tipo de cine de terror que se fue para no volver.
¿Te animas?
Vigilad el cielo.
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